lunes, 25 de febrero de 2013

La historia real de febrero: Asesinatos históricos sin esclarecer -o con serias dudas sobre su autoría- (I):

No hay nada más emocionante que un misterio. Tanto, que a veces sobrepasa el propio valor de aquello que se encuentra oculto. Si a ello le adicionamos un enigma alrededor de un asesinato, la atracción se duplica. Pero, ¿y si ese crimen lleva además un largo período sin resolver? Es entonces cuando se convierte en leyenda. Una selección de 10 crímenes (aunque os dejamos como aderezo algunos también interesantes) que todavía nos siguen intrigando y apasionando a partes iguales, y que ni las nuevas tecnologías ni revisiones históricas han conseguido resolver. Al menos, hasta que alguno de vosotros se atreva a intentarlo.



1). JOHN FITZGERALD KENNEDY.
El tercer magnicidio de un presidente de Estados Unidos (tras Lincoln y Garfield) es seguramente el crimen sin resolver más controvertido de la historia. El presidente JFK, acompañado de su mujer y del gobernador Connelly, saludaba desde el Lincoln presidencial durante un desfile en Dallas (Texas) cuando comenzaron a escucharse disparos que impactaron en el cuerpo del presidente y de Connelly. La película del videoaficionado Zapruder sigue dando vueltas por el mundo mostrando el horror en el rostro de Jacquline Kennedy y el pánico de la multitud. En unas pocas horas, Lee Harvey Oswald, un antiguo marine, es acusado del asesinato, pero Jack Ruby, un mafioso local, le dispara delante de las cámaras (según él, para ahorrarle a la familia Kennedy el drama de un juicio) y la formada para el propósito Comisión Warren dictamina que Oswald (como consecuencia de su supuesta ideología comunista) fue el único autor del crimen. A partir de ahí, comienza la polémica. El más destacado en este sentido -como reflejó la película JFK (1991), de Oliver Stone- fue el fiscal de distrito Nueva Orleans, Jim Garrison, que esgrimía que todas las evidencias apuntaban a que tuvieron que producirse más de los tres disparos que se le atribuyeron a Oswald en el corto período de tiempo que duró el suceso (de hecho, para explicarlo, la Comisión Warren defendió la teoría de una "bala mágica" que fue capaz de provocar múltiples heridas distintas tanto en Kennedy como en Connally, cambiando de dirección varias veces de manera abrupta), y que por tanto debía haber al menos un segundo tirador. Este aspecto, además de las numerosas lagunas de la Comisión Warren, y la insólita actuación del servicio secreto antes y después del asesinato han contribuido a la teoría que atribuye el crimen a lo que Eisenhower denominó el complejo militar-industrial de los Estados Unidos, formado por miembros del ejército, la CIA, el FBI y políticos de las altas esferas, los cuales temían la pérdida de beneficios generada en el caso de que -como así parecía- Kennedy retirara a los Estados Unidos de la guerra de Vietnam. Ésta es la teoría de la conspiración más extendida, que incluye incluso también la colaboración de cubanos anti-castristas. Sin embargo, hipótesis hay para todos los gustos: la mafia, la reserva federal, Israel, y por supuesto variadas combinaciones de todos ellos, implicando de forma más o menos directa a personajes como J. Edgar Hoover, Lyndon B. Johnson o Richard Nixon. Hoy por hoy, muchos documentos continúan clasificados, el misterio sigue sin esclarecerse, y hasta el 70 por ciento de los norteamericanos creen que la verdad va más allá de la teoría de la Comisión Warren, que sigue siendo la única oficial desde entonces. Como anécdota, sólo ha habido dos casos de personas que se autoinculparan del asesinato: James Files, mafioso que diría haber participado en una colaboración entre la CIA y la mafia (aunque la mayor parte de los investigadores creen que sólo confesó esa historia para obtener dinero), y -de acuerdo con su hijo- presuntamente Howard Hunt, un miembro de la CIA condenado posteriormente por el Watergate y que habría confesado en su lecho de muerte que la conspiración fue orquestada por Lyndon B. Johnson en colaboración con algunos miembros de la agencia de espionaje estadounidense. Como colofón, otros políticos de la misma época (Martin Luther King, y el hermano de JFK, Bobby Kennedy) son liquidados en extrañas circunstancias, apuntándose siempre a que había mucho más detrás de los supuestos asesinos solitarios. Caso aparte merece, unos años más tarde, Jimmy Hoffa, el principal jefe de los sindicatos de transporte en los años setenta y polémico a causa de sus supuestos vínculos con la mafia: desapareció de un bar de carretera en 1975 y nadie le ha vuelto a ver. Algunos dicen que está enterrado bajo el marcador del estadio de fútbol americano donde suelen jugar los Giants.

2) OLOF PALME.
Ya que andamos con los magnicidios, es bueno recordar éste que ocurrió no hace tanto, en 1986. El primer ministro sueco, uno de los referentes de la socialdemocracia, crítico con el apartheid y la guerra de Vietnam y defensor entre otros del desarme armamentístico, los países del Tercer Mundo y la causa republicana española, fue asesinado por un desconocido mientras volvía del cine con su mujer (la ingenua Suecia no creía que nadie pudiera intentar asesinar a sus dirigentes y la pareja iba sin guardaespaldas). Se atribuyó el crimen a ultraderechistas suecos o chilenos o a servicios secretos de países como Chile y Sudáfrica; también se identificó a un delicuente de poca monta como el autor de los disparos, pero se le absolvió por falta de pruebas. Recientemente, parece que una millonaria afincada en el Reino Unido y recientemente fallecida (en extrañas circunstancias, si bien parece que coqueteaba previamente con las drogas) reveló tener datos que apuntaban a que un empresario sueco habría instigado el asesinato de Palme puesto que su actividad podría suponer una amenaza para sus negocios. El ordenador de esta mujer contenía datos sobre este asunto que Scotland Yard ha remitido a la policía sueca.

3) Y si de asesinatos políticos se trata, en España tenemos unos cuantos para ingresar con un puesto en la lista. Desde el asesinato del general Prim en un atentado cuando iba a recibir al futuro rey Amadeo de Saboya (y sobre el que Paul Preston ha publicado recientemente un libro y se han realizado estudios sobre la momia) hasta el misterio  Galíndez, que inspiró la novela de Vázquez Montalbán y luego una película protagonizada por Harvey Keitel y Eduard Fernández. Galíndez era delegado del PNV en Nueva York y profesor de la Universidad de Columbia: se encontraba escribiendo un libro sobre el dictador dominicano Trujillo, revelando entre otras cosas que su descendiente natural no era en realidad su hijo. Se dice que fue raptado, llevado a la República Dominicana y posteriormente asesinado, pero no hay pruebas al respecto. Todavía más desconcertante es el caso del general Mola: se supone que habría fallecido en un accidente de aviación, pero continuamente (y de hecho, a este autor le han llegado referencias indirectas al caso) surgen puntos oscuros que se acrecentan al constatar que su muerte dejó expedito el camino al general Franco para convertirse en el jefe del estado español tras la Guerra Civil, cosa que con Mola vivo quizás no hubiera pasado. ¿Coincidencia?

4) JACK EL DESTRIPADOR.
El primer asesino en serie (registrado como tal, aunque se podrían argumentar excepciones como las de Gilles de Rais, Vlad el empalador o la condesa Báthory) de la historia asesinó a cinco mujeres entre agosto y noviembre de 1888, aunque se sospecha que pudieron ser más. Las víctimas -todas ellas prostitutas del depauperado y oscuro barrio de Whitechapel- aparecían salvajemente descuartizadas, e incluso el supuesto asesino se regodeó con la prensa mandando cartas en las que reclamba la autoría de los asesinatos o incluso envió, en un macabro chiste, medio riñón. De Jack el Destripador es difícil conocer qué datos son reales y cuáles no porque a las dificultades de la oscura noche londinense de la época, lo vago de los testimonios y la histeria desatada porlos crímenes, debemos añadir que la profesionalidad de buena parte de la policía de aquel entonces dejaba mucho de desear, y más todavía en el caso de la prensa (todavía está por esclarecerse cuántas de las cartas supuestamente enviadas por el asesino son una invención de los directores de periódico, si no lo son todas). No obstante, cien años de imaginación popular han hecho mucho, incluyendo la versión de Alan Moore en cómic From Hell, innumerables películas y teleseries (incluyendo a nombres tan destacados como Michael Caine, Johnny Depp o Sherlock Holmes) y por supuesto infinidad de teorías, que incluyen desde la familia real británica (entre los candidatos se encontrarían el príncipe Eduardo, el médico de la reina o incluso un complot masónico, siendo un posible motivo el evitar desvelar que una de las prostitutas había quedado embarazada del príncipe de Gales), un pintor, un hombre que huyó a América en la fecha posterior a los asesinatos y de conducta sospechosa, un individuo denunciado por su propia familia ante sus muestras de desequilibrio mental y por supuesto carniceros y médicos varios (de hecho, hace poco un descendente de un galeno de la época ha afirmado que sospecha que su antepasado pudo ser Jack el Destripador, opinando incluso que debería analizarse el ADN de su bisturí -expuesto ahora en un museo británico- para comprobarlo). Arthur Conan Doyle llegó a opinar que se trataba de una mujer, y que era eso lo que le había hecho ganar la confianza de sus víctimas, mientras que modernos criminólogos parecen apuntar a que se trataría de un trabajador que viviría en el barrio, y de hecho han podido delimitar el área más probable donde se encontraría su residencia. Para quien le interese, hoy en día hay innumerables tours londinenses que te guían por los lugares más emblemáticos del caso, y que pueden terminar como colofón con un buen plato de curry (es la mejor zona de Londres para eso). Otros famosos asesinos en serie cuya identidad nunca llegó a revelarse fueron el famoso Zodiac, o Jack "the Stripper", un asesino del Londres de los años sesenta con métodos parecidos a los del Destripador, pero que además desvestía a sus víctimas antes de arrojarlas al Támesis.

Se supone que este sería el retrato robot de Jack el Destripador, de acuerdo a las descripciones de por entonces, y realizado en la actualidad. No, a pesar de lo que la imagen sugiere, Freddy Mercury en aquella época todavía no había nacido (ésta es la típica coñas que te regalan los guías de  los tours de Jack el Destripador alrededor de Whitechapel en Londres).

(Continuará...)

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