miércoles, 5 de febrero de 2014

El relato de febrero: "Porque sabe el diablo más"

Porque sabe el diablo más... 

            Mi hija tiene de novio a un genio malvado.

            Para ser concretos, me ha traído a mi casa al diablo.

            Y no me refiero al diablo, “ese tipo es muy malo, muy malo”, no. Me refiero a Belcebú. A Lucifer. A Satanás. Con cuernos, pezuñas y una cola que cada vez que pasa por el aparador amenaza con tirar un jarrón. Me ha traído a mi casa al mismo demonio. Como se pueden figurar, estoy consternado.

            Cuando me enteré, yo le dije:
-Pero hija, ¿cómo puedes hacerme esto?¿Es que no sabe que en tu casa hemos sido siempre católicos de toda la vida?¿Cómo puedes traernos a ese... a ese ser repugnante a casa?
-Papá, no le llames ser repugnante, yo le quiero... 
-Pero hija, ¿no te acuerdas de cuando, hace un par de años, Belcebú trató de conquistar el mundo? Estuvo a punto de lograrlo, la ONU le declaró persona non grata para el género humano, le acusaron de crímenes de guerra, menos mal que al final desistió a tiempo antes de ocasionar una desgracia...
-Ay, papá, todo eso ya ha pasado. Luci ya es un chico común y corriente, desde que me conoce ya no tiene más ambiciones que la vida familiar. Por decirte que su afición más excitante es apoltronarse en el sillón los domingos por la tarde, en lugar de contentar a su gatita...
-¡Dios mío, hija, ¿cómo puedes hablarme de esas cosas?!¿Cómo puedes practicar el sexo con ese engendro tan terrible?¿Con qué te agarra, con esas pezuñas, con esa cola...?
-Hombre, papá, Luci puede convertirse en un ángel caído de torso musculoso y ricitos dorados en cuanto quiera... Pero a mí la versión que me gusta más particularmente es cuando se disfraza de enano perverso y entonces...
-¡Calla, hija, calla!¡No quiero escucharlo!-protesto y salgo rápidamente de la estancia con las orejas tapadas.
Cuando lo hablé con mi mujer, ésta, para mi sorpresa, tampoco parecía darle excesiva importancia:
-¡Pero Marisa, es un ser demoníaco!
-Ay, Fernando, espera un poco antes de juzgar al muchacho... Vamos a invitarle a cenar esta noche, a ver qué te parece.
-¿Invitarle?¿A cenar?¿Sentar a mi mesa a Azazel?¿Pero de qué estás hablando?¿Qué quieres darle comer, un becerro ensangrentado?
-Patricia me ha dicho que prefiere bastante más las ensaladitas...
-¡Me niego a compartir mantel con un ser del averno!
-Pues como quieras, querido, pero esta noche te había preparado tu plato preferido...
-¡No cederé a ese chantaje!
-... claro que a lo mejor es un plato demasiado pesado, teniendo en cuenta que hoy corres el riesgo de dormir en el sofá... No siempre es cómodo para según qué digestiones.
Al final me dejé convencer. Después de todo, sólo durante la cena podía tratar de encontrarle algún punto flaco a aquel tentador de Cristos para así convencer a las mujeres de mi casa que aquel noviazgo era una locura.

Cuando entró en mi casa, desde luego, he de confesarlo, se comportó de manera encantadora. Exhibió excelentes modales, no expulsó fuego por la boca, e incluso se había recortado los extremos del bigote, dándole una apariencia muy elegante, de no ser quizás por los cuernos... ¡Pero ése no es el tema!
-Bueno, Lucifer... Si es que puedo llamarte así... ¿O prefieres que te nombre como señor malvado del universo?
-No, no, con Lucifer está bien. En cuanto a tí, Fernando, si me lo permites, ¿podría llamarte papá?
Me empezaba a hervir la sangre, y mi cara se ponía roja como la de un pez de colores. Intenté provocarle un poco más.
-En esta casa rezamos siempre al inicio del almuerzo, Belcebú –le espeté-. ¿Querrías leer algún fragmento de la Biblia para complacernos, o te molesta demasiado? Porque claro, me figuro que no será santo de tu devoción, y perdona la expresión.
-Uy, papá, si Luci se sabe toda la Biblia del derecho y del revés, me aburre continuamente recitándome pasajes y pasajes... Estoy ya hasta las narices de esto.
-A Patricia no le apasiona demasiado –aclaró el demonio-, pero yo considero que es la mejor comedia de todos los tiempos. ¿Para cuándo sacan la tercera parte?
Me agité incómodo en mi asiento. Planteé entonces otro tema de conversación.
-¿Y qué planes tienes para el futuro?¿Qué es lo que vas a hacer en estos... próximos milenios?
-Oh, nada muy espectacular, supongo. Seguir administrando las almas que llegan al infierno. Asesorar a la Iglesia católica en un par de puntos mensuales... La próxima semana pretendemos modificar el contrato tipo de venta de almas, vamos a cambiar cosas basándonos en el sistema de las compañías de móviles, funciona mucho mejor. En cuanto al Apocalipsis, nos lo planteamos a algo más largo plazo...
-Yo pensaba que de eso se ocupaba Dios...
El diablo colocó una expresión de sorpresa y de cierto pudor en el rostro.
-Ah, pero, ¿todavía seguís creyendo en esa superstición?...
Mi explosión en la cocina fue antológica.
-¡Marisa, tiene que marcharse!
-Espera al menos que se termine el postre...
-¿Pero has visto las cosas que estás diciendo?
-¿Y tú has visto qué bien me come?¡Nadie me había alabado tanto mis platos!¡Ni siquiera tú, Fernando! Es un chico atento y considerado.
-¡No volverá a poner los pies en esta casa!
-Pues lo dudo mucho, querido, porque lo vas a tener de yerno, y yo no quiero que Patricia deje de venir por aquí...
-¿Qué... de yer...?
-Todavía no saben si por la iglesia católica o por lo civil... Patricia es más de hacerlo desnudos en una playa, pero Luci dice que la tradición es la tradición...
-¿Luci?¿Luci?
Me encontraba desolado. El abrazo acogedor de Satán, no me reconfortó ni lo más mínimo.
-¿Qué tal, suegro? Si quieres, puedo ofrecerte algún carguito. Nada muy engorroso, no te preocupes, y bien pagado... Presidente de Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional... Incluso director general de Ikea, si prefieres algo de mayor responsabilidad...
Pero no, me dije a mí mismo, esto no puede continuar. Y por eso, comencé a investigar los archivos para averiguar los motivos por los cuales Luci, digo, Satanás, había renunciado a conquistar el mundo hace un par de años. Y una vez los descubrí, recurrí entonces a lo único que me podría librar de este Tártaro particular. Pero parecía que ni siquiera eso me iba a salvar: la boda se iba a celebrar pronto, demasiado pronto.

La ceremonia –que fue financiada en exclusiva por el novio-, tuvo más de mil invitados, incluyendo pintores atormentados, productores de cine aún vivos, Jimi Hendrix se encontraba demasiado borracho para venir. El sacerdote, un reputado Sumo Pontífice viejo amigo del novio, estaba a punto de declararles marido y mujer... Las gotas de sudor se agolpaban sobre mi frente, pensaba que me iba a dar una taquicardia allí mismo, menos mal que media plantilla del Monte Sinaí se encontraba por allí. Pero en el último momento, una llamada telefónica lo detuvo todo.
-Sí, perdón, perdón, es mi móvil, voy a ver quién es –se disculpó Satán-. ¿Ah, eres tú?¿Qué pasa, qué querías?
Y la cara del demonio -a pesar de ser normalmente roja-, de la lividez, se tornó de un rosado monísimo.
-¿Có... cómo?¿Pero...? Sí. Entiendo. Entiendo. Sí, claro, por supuesto, comprendo. De acuerdo, si insistes.... Muy bien. Nos vemos entonces.
Colgó. Entonces, volvió la cabeza hacia Patricia, y le dijo:
-Lo siento, Patricia. No podemos casarnos.
Los ojos de Patricia se llenaron de lágrimas.
-Pero Luci... Luci, yo te quiero...
-Ya lo sé, cariño... Pero tengo que marcharme. Discúlpame, algún día te lo explicaré todo...
Y se marchó corriendo, dejando a la concurrencia cuchicheando incansable acerca del incidente. Mi mujer acudió consternada a auxiliar a mi hija –y a ofrecerle pastitas a los diablos menores-, mientras que la abuela del novio trató de manera insistente -más aún que durante la boda-, de meterme mano en el paquete. Pero a mí no me importaba. Mis gestiones habían dado resultado. La persona a la que había llamado, por fin me había hecho un favor.

Y era que mi futuro yerno no se había podido casar, por la misma persona que le prohibió en su día conquistar el mundo, y que era la dueña absoluta de sus acciones...

Porque lo que poca gente sospecha, y era lo que yo me había intuido, es que el diablo, en tiempos pretéritos, le había vendido el alma a Bill Gates.


Porque sabe el diablo más...

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