lunes, 2 de marzo de 2015

La obra de teatro de marzo: "Fobiahomo. La revuelta de Stonewall"

Normalmente, en este blog, tiendo a recomendaros libros, películas o incluso obras de teatro que podéis encontrar más pronto o más tarde a través de distintos formatos. Pero hoy, en cambio, os presento una obra que se encuentra de jugosa actualidad, puesto que se encuentra representando ahora mismo en las tablas de Madrid. Se llama Fobiahomo. La revuelta de Stonewall, y os recomiendo vivamente que la veáis por vosotras mismos porque, entonces, podréis entender por qué los que la hemos visto tenemos tanto interés en promocionarla.



La obra la he conocido a través de mi buena amiga y mejor actriz Elena Cedillo, a la que ya tuve la ocasión de contemplar en vivo y en directo en una sorprendente adaptación de "La casa de Bernarda Alba", otra fantástica obra de magnífica escenografía y donde una enorme fuerza actoral se ponía a disposición de un libreto tan espléndido como a los que Lorca nos tiene acostumbrados. Pero "La casa de Bernarda Alba" era muy distinta a "Fobiahomo", aunque ambas tengan en común sobre todo dos aspectos: un reparto a un gran nivel (donde tengo que decir que mi amiga brilla pero encuentra también otras estrellas en las que reflejarse), y una gran capacidad para combinar tanto la risa como los momentos más dramáticos al servicio de un mensaje de enorme calado social. Con la diferencia, quizás, de que la obra de Lorca se ambienta en una época que quizás nos suena muy lejana en el tiempo (aunque no fuera hace tanto), mientras que Fobiahomo no nos suena tan diferente a lo que ocurre en lugares o sociedades para las que no necesitamos abstraernos demasiado.

La obra se centra en la situación que vivían los homosexuales en Estados Unidos alrededor de 1969, cuando tuvo lugar la llamada revuelta del "Stonewall", un local de ambiente de Nueva York donde, tras una redada particularmente dura por parte de la policía, una chica a la que se llevaban detenida le espetó a sus compañeros: "¡Tíos, ¿es que no vais a hacer nada?", y allí fue donde empezó todo y los homosexuales empezaron a organizarse de manera articulada en un movimiento cívico que reclamara con voz alta y clara sus derechos. La representación se basa en diferentes "sketchs" que relatan distintos aspectos de la vida del submundo gay en Estados Unidos durante aquella época, en la cual las tendencias sexuales que se salieran de la norma eran consideradas enfermedades psiquiátricas por las que te podían detener, golpear o encerrar en un manicomio -con algunas más que devastadoras consecuencias-. En cada una de las escenas, a lo mejor algún espectador puede quejarse (y señalo aquí los pocos defectos para que me creáis en mayor medida cuando hable de sus numerosas virtudes) de que tanto algún detalle de la interpretación como del guión puede ser demasiado extremo, demasiado obvio, o tal vez incluso excesivamente estereotipado; pero todo eso no quita que tanto el tono general de cada uno de los intérpretes como el de las líneas del guión se mantengan a muy buen nivel y que, en conjunto, el todo sume más que cada una de sus partes.

Porque esta obra manda un mensaje contundente, y desde luego éste cala. Porque, utilizando alternativamente la comedia y el drama, nos trasmite una misma realidad social que puede hacernos carcajear de complicidad con la risita nerviosa de un travesti, como emocionarnos con el alegato de una activista en un trascendental juicio donde la que parece que está siendo juzgada es la intransigencia de la sociedad entera. Y ya el remate supremo llega en la escena final, una insuperable demostración de cómo la combinación de actuación, escenografía y música puede llegar a conmover hasta el punto de que al más pintado acaben por saltársele las lágrimas. Allí es cuando te da la sensación de que has escuchado algo que merecía ser contado.



Ésta es una historia con las que se identificarán no sólo a los que vivan directamente la situación por su condición de gays o lesbianas, sino cualquier espectador que acuda a contemplar la representación, porque, como la propia obra dice, la causa de este subgrupo en particular (como la de cualquier colectivo que resulta marginado) es la lucha general por los derechos civiles de todos los seres humanos. Porque ha sido la misma de los esclavos en Roma, los afroamericanos en Estados Unidos o los desahuciados por razones económicas actualmente en la Europa meridional. Y porque, a pesar de narrar acontecimientos acaecidos hace más de cuarenta años, contemplamos circunstancias parecidas en nuestros días en la Rusia de Putin, el África negra o incluso algunos fines de semana en el campus de la Complutense. Y en el fondo, todo consiste en la lucha del ser humano individual por tener la libertad de salirse del molde del que, a veces, una mezquina sociedad ve impensable que salgamos. Por miedo, ignorancia, o quién sabe por qué más, pero, en todo caso, por motivos que en teoría parecen tremendamente fáciles de solucionar y, por tanto, se hace más cuesta arriba observar que a ratos son tan complicados de erradicar de una vez por todas de nuestras mentes.

En definitiva, y para daros una razón más para ir a ver esta obra, está hecha por gente joven y prometedora, que se nota que le pone mucha ilusión a lo que hace, y, precisamente, a la que le viene muy bien que acudan a verla más espectadores pues -como toda obra, en el fondo- es lo único que puede asegurar que siga estando en cartel. "Fobiahomo" se representará los días 7 y 8 de marzo en la sala Arte4, en la Calle Sancho Dávila, 25 (Madrid), aunque seguramente siga habiendo fechas y futuras representaciones en otros lugares en el futuro (me consta que dentro de un tiempo se estrenará en el distrito de Fuencarral). Y, desde aquí, a los que nos ha gustado, le deseamos a los promotores de esta iniciativa toda la suerte del mundo, y que siga con buen viento hacia adelante. Un saludo a todos ellos, y a vosotros también. Quizás, como futuros espectadores, me comentéis si os ha gustado. Hasta muy pronto.

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