lunes, 22 de junio de 2015

Nueva entrega del fanzine "Fragmentos de tinta". Número 1, edición de verano.

Supongo que os acordaréis de que, hace un tiempo, coloqué un enlace a "Fragmentos de tinta", una revista literaria o fanzine asociado a la web de la empresa literaria "Bambú y Naranja", y en el cual colaboramos. Con la llegada de la primavera se publicó el número 0 y, ahora, coincidiendo con el solsticio, aparece el siguiente número, cuya temática está precisamente orientada alrededor del verano y todas las sensaciones que lleva aparejadas consigo.

En esta nueva edición, encontraréis poesías compuestas por Miriam Villares (la responsable, además, del proyecto "Bambú y Naranja"), relatos y microrrelatos de la escritora Miriam Varela y, por supuesto, también aportaciones mías: el microrrelato "Evolución" y el cuento "Amor de verano". Todo ello, acompañado de ilustraciones estivales por parte de Edgar Álvarez. Pues eso, que os dejo el enlace aquí.

Espero que os guste y lo disfrutéis este verano ya sea a orillas del mar, sobre alguna tumbona, o leyendo bajo la sombra de un árbol a los pies del Himalaya. O que os permita evadiros un poco del calor sofocante de la oficina, si os toca trabajar este verano. En todo caso, espero que os aporte algo y ayude a removeros un poco por dentro.

Aún así, no os preocupéis, que el blog seguirá publicando cosas a lo largo de estos meses. No cerramos por vacaciones. Y si nos leéis a través del móvil o la tablet en algún rincón ignoto, hacédnoslo saber. Seguro que nos hace ilusión.

Un abrazo cálido (o fresquito), y feliz verano a todos.

lunes, 8 de junio de 2015

La historia real de junio: Las puertas de Ishtar.

Muchos conoceréis el Museo de Pérgamo en Berlín. Y cuando uno lo visita, lo menos que puede hacer es admirar el ingenio de los alemanes: construir un museo colocando las obras de arte primero (a ser posible grandes trabajos arquitectónicos, como un teatro, un templo o un fragmento de mezquita) y colocando las paredes después hace que -pase lo que pase en el futuro- ningún país te pueda reclamar las susodichas obras de arte, con la excusa de que para devolverlas tendrías que derruir medio museo. Pasear por el museo, con tantas maravillas procedentes de Grecia, Roma u otros lugares del mundo, puede provocarte un auténtico síndrome de Stendhal, especialmente cuando entras y te encuentras con quizás el azul más intenso que han contemplado tus ojos:


Éstas son (al menos parte) las puertas de Ishtar. Originalmente, formaban parte de las murallas interiores de Babilonia. Permitía el acceso al templo de Marduk (donde se celebraba el Año Nuevo, del que hablaremos más adelante), y formaba parte de una vía procesionaria que terminaba en una gran torre que, según muchos, es en la que los hebreos se inspiraron a la hora de colocar en la Biblia la historia de la torre de Babel. El color tan azul de las puertas se debe al lapislázuli, y hay quien dice que estas puertas, junto con el resto de las murallas, y una abundante vegetación, eran las que provocaba que, al contemplar la ciudad de Babilonia a lo lejos, los recién llegados observaran unos auténticos "jardines colgantes" que serían considerados una de las 7 maravillas del mundo. Hoy, de Babilonia poco queda de estas murallas aparte de lo que se encuentra exhibido en el museo de Pérgamo, y unas puertas muy similares que se hallan localizadas en Irak y sufren continuamente el deterioro como consecuencia de los enfrentamientos armados y la circulación de los tanques. Eso y, claro, nuestro recuerdo.

Pero una pregunta nos viene inmediatamente a la mente: ¿quién es ese Ishtar en honor del cual se erigen estas puertas? En primer lugar, corregimos: no es ése, es ésa. La diosa del amor. "Ah", diréis, "como Venus". No exactamente. Como Venus, es la diosa del amor, del sexo y las relaciones carnales, y de la fertilidad. Hasta ahí, bien. Pero también es una diosa combativa, de la guerra y a la que, en algunas culturas, se le han ofrecido sacrificios. Como casi toda diosa, ha sufrido diversos cambios de nombres y de carácter con el paso del tiempo en las culturas: Ishtar era su apelativo en Babilonia, pero se la denominaba Inanna en Sumeria, Astarté en Fenicia, o Tanit en Cartago. Lo que sí que estaba claro es que era bastante combativa, y tenía un punto interesante de mala leche. Como cuando la violó un jardinero y decidió mandarle en represalia una serie de plagas (historia, como os imagináis, de la que se apropiaron los autores de la Biblia). O como cuando se cabreó con su marido y le mandó de una patada al infierno. Sin embargo, esa historia sufrió luego una modificación: resultaba que su marido no estaba allí por su culpa, sino porque había muerto, e Ishtar bajaba al infierno a rescatarle. El problema venía con que a Ishtar le habían permitido el acceso al infierno, sólo si por cada una de las siete puertas que tenía que atravesar dentro de éste, dejaba a cambio una prenda, y sólo cuando se desnudó completamente pudo llegar a su amado (como muy bien habéis adivinado, éste es el origen mitológico del baile de los siete velos). Ishtar, además, era en buena parte la protagonista del Año Nuevo sumerio, donde gozaba de gran importancia un colectivo que disfrutaba de su protección, las prostitutas. Así que, como vemos, era una diosa que daba bastante juego dentro del panteón sumerio, que también tiene bastantes aspectos muy interesantes.


Probable representación babilónica de la diosa Ishtar. Extraído de Wikicommons

A título personal, os puedo comentar que esta diosa tiene también para mí cierta relevancia porque su heredera cartaginesa, Tanit, tenía un papel importante en el libro sobre la tercera guerra púnica que publiqué hace unos años, "Cartago. El imperio de los dioses". Tanit, aparte de tener personalidad e influencia propia (llegó a ser adorada incluso entre los pueblos bereberes, signo de cuán profundo quedó el arraigo), tiene también un lado oscuro, en el sentido de que se cree, junto con su compañero masculino Baal Ammon, era uno de los dioses a los que los cartagineses ofrendaban el molk o moloch, es decir, sacrificios humanos. Lo de los sacrificios, efectivamente, suena muy mal, pero hemos de tener en cuenta que no era una costumbre exclusivamente suya (de hecho, los hebreos la tenían, y la historia de Abraham e Isaac parece estar en relación con ello), y también que probablemente respondía a un mecanismo necesario -en ausencia de anticonceptivos- para el control de la población. Pero no quiero enrollarme mucho con esta historia, porque algunos ya la conocéis gracias al libro, y a los que no, os recomiendo que os informéis de la misma a través de él, ya que sin duda da mucha más oportunidad de explayarse con los detalles.

Volviendo a la diosa Ishtar, en gran parte mi interés acerca de la misma, así como parte de la información que os he contado, ha venido motivada por unas entradas en el blog Curistoria (un gran esfuerzo de Javier Sanz), que ha publicado en colaboración con Joshua BedwyR. Este último -como imaginaréis, es su seudónimo como escritor- ha publicado en Amazon "En un mundo azul oscuro", una novela histórica de los que no os puedo dar muchos detalles porque aún no la he terminado, pero del que os puedo dar fé que ofrece una reconstrucción muy cuidadosa de la civilización sumeria, que el autor sin duda conoce a fondo y admira (y esto es toda una excepción, porque no hay muchas obras literarias o cinematográficas que se hayan dedicado a indagar acerca de este período y este lugar de la historia: si acaso tenemos que retroceder a 1916 para que David Wark Griffith, en su película "Intolerancia", ambientara una sección de esta película en Babilonia -en realidad, muchos años más tarde respecto a la civilización sumeria-, ofreciendo unos magníficos decorados que todavía hoy resultan alucinantes). Y precisamente, en Curistoria ha contribuido a crear unos posts muy interesantes no sólo acerca de la diosa Ishtar, donde profundizan más en las historias que os he contado yo, sino también de la apasionante mitología sumeria (capaz de invocar protección a ciertos demonios) y de la importancia que tenía en ésta el elemento femenino -de hecho, hay entradas referidas a una de las escritoras más grandes de la historia, que vivió en esta época (aquí otro enlace relacionado), y también del cambio que sufrió la consideración a la mujer con el declive de la civilización sumeria y el auge de los babilonios-. Os recomiendo que le echéis un vistazo a estas entradas (y al blog en general) porque son muy interesantes. Y a ir a Berlín a contemplar las puertas de Ishtar. Y a disfrutar tanto, de ambas, como lo hice yo, porque en parte de esto va la escritura en general, y este blog, y es de compartir las cosas que nos emocionan para ver si así emocionamos tambíén a los demás. Practicadlo. Feliz semana a todos.

martes, 2 de junio de 2015

La película de junio: "El secreto de sus ojos", de José María Campanella

Como película de este mes, y aprovechando que hace poco otro film argentino ("Relatos Salvajes") ha intentado el asalto al Oscar, os cuelgo un viejo artículo que en su día publiqué en Globedia. A los que la conocéis, me decís si creéis que la crítica está ajustada a la cinta, y a los que no, espero que os estimule para buscarla. Un saludo.

"El secreto de sus ojos",

de José María Campanella


Obra maestra argentina, que combina lo mejor de los thriller judiciales con los detalles tiernos, humorísticos y poéticos del director de "El hijo de la novia". Enorme. Impactante. Imprescindible
Decía al principio de empezar esta columna periódica de opinión y reseñas culturales que el principal objetivo de ésta era dar a conocer determinadas películas o libros los cuales no habían recibido suficiente publicidad, cosa que podía hacer que la gente se perdiera historias interesantes. Por eso tenía mi duda sobre si reseñar o no esta película, que al fin y al cabo debería recibir el espaldarazo del éxito que unos años antes tuvo Campanella con "El hijo de la novia" (preciosa y delicada comedia cotidiana argentina, con chistes para no parar de reír cada cinco minutos). Sin embargo, una amiga en Vigo me acaba de comentar que allí ya la han colocado en un cine oscuro, húmedo y de extraños olores, lo cual, en contraste con la gigantesca calidad de la película, da que pensar. Ayer la pude ver después de mucho tiempo aguardando, e iba con otras cuatro personas: las cuatro coincidían en que hacía muchísimo tiempo que no veían algo tan bueno.

Siempre he dicho que combinar dos géneros o dos estilos, si se hace bien, y ambos son buenos, da como producto resultados espectaculares. Tomemos como ejemplo "El jardinero fiel". Una obra de John Le Carré, con viejos ecos y destellos de la guerra fría, que es adaptada al cine por Fernando Meirelles, un director de corte muy social: una combinación perfecta para un relato sobre los abusos de las farmacéuticas en África. Pues en este caso tenemos algo muy parecido: Campanella toma un thriller judicial, basado en el caso del asesinato de una chica joven hace muchísimos años, de la novela "La pregunta de sus ojos", que hubiera pegado perfectamente para viejos papeles de Al Pacino o películas de abogados de todas las épocas. Sin embargo, le añade un par de detalles y, ¡hop!, ya tenemos una de Campanella. Magnífico cocktail, de sabor espléndido al final.
La trama: Ricardo Darín (cómo no) es un viejo fiscal que se ha jubilado y ahora decide escribir una novela. Acude para ello a ver a los juzgados a la aún en activo Soledad Villail (estupenda actuación), con la que se nota que hay una tensión amorosa no resuelta del todo que se nos irá aclarando a lo largo de la película. Y allí le cuenta que la que novela que quiere escribir es alrededor del caso Morales. Una vez más (y siguiendo las reglas clásicas del género), el caso es una metáfora de cómo ha avanzado la propia vida del protagonista, con los personajes del caso entrecruzándose entre sí con los más importantes de su vida personal. Como suelen saber los que leen esta columna, no me gusta destripar demasiado, pero hay varios detalles que han de ser reseñados: primero, magnífica elección de secundarios. Aparte de las grandes actuaciones de los protagonistas, hay un elenco de personajes tan enternecedores como cómicos de los que no nos podremos olvidar. Segundo, chistes de un atrevimiento brutal: a pesar del tono en general dramático de la película, te das cuenta de que te han metido una ristra entera de gags buenísimos, con momentos de abierta risotada. Muchísimos momentos. Tercero, a pesar del ritmo en general lento de la película, ésta no se te hace larga, porque la calidad del guión, de los diálogos, de la historia, es tan buena, que incluso aunque cuando creas que la película sigue los esquemas típicos de las películas de abogados, te lo plantea tan bien, ¡tan bien!, que no eres capaz de predecir lo que va a pasar y te deja muerto. E incluso cuando lo predices, te llega a traumatizar igual, entre otras cosas porque las frases tienen un factor humano que sólo podía introducir un genio como Campanella (todavía me acuerdo de alguno de los maravillosos capítulos que dirigió para "House". Qué tío...).
Más cosas destacables y que es complicado que leáis en otras sinopsis: la película combina magníficamente a unos personajes en su juventud (donde el idealismo, las acciones locas y las situaciones impensables al límite rigen lo que aparte de ser casos judiciales, suponen los momentos que a nivel personal más recordaran en sus vidas), con los mismos personajes en su vejez, ya arrollados por la vida, obsesionados por los recuerdos, y en ambos casos gobernados por fuerzas superiores a ellos. Además, la película tiene puntos estupendos que denotan su origen y la naturaleza argentina -la picaresca, las pasiones propias de los porteños, determinadas formas de ser-, y detalles de poeta, como determinados giros del guión (aparte de los propios de la trama de misterio), o el hecho de que el personaje de Soledad Villamil tenga siempre o casi siempre algún detalle de color rosa en su vestimenta o a su alrededor, una característica especialmente "made in Campanella". El final nos dejará estremecido, a numerosos niveles. Las varias historias de amor, acongojados. En particular, uno de los grandes éxitos de la película es emplear de manera estupenda el truco del "personaje ausente", la chica asesinada, un recurso estupendo cuando se sabe hacer bien porque nos hace creer en su causa y en la del policía que busca a su asesino, y que tan sólo había visto ser tan magníficamente usado en la película "La dalia negra" de De Palma (con la diferencia de que en esta última, aparte de esto y de la actuación consecuencia de Mia Kirshner, que se "comió" a Scarlett Johansson y a Hillary Swank, no se salva casi nada).
En definitiva, una historia que nos hará reír y sentir a partes iguales, sobre los recuerdos, la culpa, los remordimientos, el amor, la amistad, que nos hará pensar que Campanella nos ha vuelto a contar la misma historia que tanto le gusta relatar, y al mismo tiempo, que lo ha hecho de forma completamente diferente. Nos dejará mudos después de haber recibido una descarga de sentidos. Y luego me contáis qué os han parecido los personajes del marido de la asesinada y de Sandoval. A ver qué habéis pensado.