lunes, 17 de octubre de 2016

El libro de octubre: "El juego de Ender" y "La voz de los muertos"

Hoy la recomendación es doble, pero en realidad no se trata de sugerir dos libros, sino uno a continuación del otro. "El juego de Ender" es ya por derecho propio un clásico de la ciencia ficción, y para aquel ya lo conozca, me gustaría hablarle de la segunda parte, "La voz de los muertos". Pero como no me es posible destripar -para quien no haya oído hablar de la saga- de una segunda parte que es continuación directa de la primera y depende de manera absoluta de su final, vamos a proceder en dos pasos. Primero con "El juego de Ender" (y os voy a pedir que los que no lo hayáis leído os detengáis ahí) y, cuando hayamos pasado esa fase, ahí estará "La voz de los muertos" para esperaros. A los que ya conozcáis el personaje de Ender, podéis traspasar sin más la siguiente puerta.

El juego de Ender

El joven Ender ha nacido en un mundo en guerra. Hace ya tiempo, unos extraterrestres llamados insectores atacaron la Tierra. Los seres humanos les derrotaron in extremis pero, desde entonces, se han preparado para el siguiente ataque. La mejor forma de prevenirse -han decidido los habitantes de la Tierra- es confiar en los niños, mucho más diestros y flexibles que los adultos para desarrollar las estrategias militares. Por ello, adiestran a un grupo escogido de niños en simulaciones de guerra, similares a los videojuegos, en espera de encontrar al líder ideal que les conducirá hasta la victoria. Ender parece un candidato ideal para convertirse en dicho líder. La pregunta es si perderá su fortaleza mental y su humanidad en el intento. "El juego de Ender" ha sido adaptado para el cine en una película reciente que, si bien sin todas las complejidades del original, reproduce de manera bastante fidedigna la historia.

La voz de los muertos.

Han pasado 3000 años desde los sucesos acaecidos en "El juego de Ender". Sin embargo, nuestro protagonista se mantiene joven gracias a los efectos relativistas de viajar casi a la velocidad de la luz entre planetas. Se ha convertido en "el portavoz de los muertos", el hombre que habla por aquellos que ya no pueden expresarse, entre otras cosas arrepentido por su papel en lo que sucedió al final del primer libro con los insectores. Mientras, en el planeta Lusitania, controlado por descendientes de los que en la Tierra ocupaban la zona de Brasil, aparece una especie alienígena con inteligencia propia, los llamados pequeninos. En principio, los lusitanos mantienen una vigilancia sin apenas contacto con los extraterrestres, con unos pocos individuos realizando labores de investigación sobre esta nueva raza. Pero un día, uno de los investigadores humanos aparece inexplicablemente asesinado por los pequeninos. A Ender, convocado a este planeta para ejercer de portavoz de varios fallecidos distintos -incluido este investigador-, le va a tocar resolver los distintos misterios que se entrecruzan entre sí y que, una vez se resuelvan, pueden definir la relación entre seres humanos y alienígenas para siempre.

Sobre el autor.
A muchos les echará para atrás la figura de Orson Scott Card. Nadie discute la importancia de sus novelas, pero sí la actitud del escritor respecto a sus opiniones políticas y religiosas. Es un mormón declarado (fue misionero de esta rama del protestantismo en Brasil, y seguramente de esta experiencia sacó ideas para "La voz de los muertos"), hasta cierto punto escéptico del cambio climático y el darwinismo, y, como punto más controvertido, se ha declarado bastante en contra del matrimonio gay. Largo es el debate entre la ética de un escritor y la valía de su obra: Celine era un fascista, José María Pemán, franquista y Borges, uno de mis escritores predilectos, sirvió de sostén y fue sostenido por la dictadura argentina del general Videla. Yo creo que se puede tanto alabar al escritor como simultáneamente criticar unas opiniones y al ser humano que las expresa. En todo caso, en el caso de Scott Card, me resulta particularmente doloroso y sorprendente encontrar que un autor que ha demostrado tanta empatía con sus personajes y con la figura de "el otro" en general, demuestre una hiriente falta de sensibilidad con respecto a los homosexuales. Ahí pueden entrar toda clase de especulaciones y teorías, alguna incluso sorprendente, en las que no quiero entrar porque entiendo que éste no es el sitio, aunque vosotros, que sois lectores inteligentes, seguro que en algún momento acabáis por pensar lo mismo que yo. Yo os recomiendo que os olvidéis del autor y os concentréis en los libros. Ésos seguro que no os van a decepcionar.

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