miércoles, 1 de febrero de 2017

La historia real de febrero: carnavales de Cádiz.

Llega febrero, y con él llega la palabra carnaval. Y ésta nos trae evocación de lugares lejanos: Venecia, Brasil, incluso Canarias, que será tan española como cualquiera, pero ahí tienen su invierno de 20 grados, hecho que da casi más envidia a sus compatriotas incluso que la posibilidad de celebrar las campanadas dos veces a cuenta de la famosa hora menos. La cuestión, es que no hace falta salir de la península para encontrar otros carnavales míticos, aunque en algunos ambientes sean menos conocidos. Y es que el carnaval de Cádiz no tiene máscaras elegantes ni bellas bailarinas tropicales, pero aún así, pocos se atreverían a no calificarlo de especial.

Gran Teatro Falla, uno de los epicentros de la vida carnavalesca. Imagen extraída de la Wikipedia, donde, por cierto, la entrada referente al carnaval de Cádiz empieza con un "es uno de los carnavales más famosos de España y de mi casa". ¿Error, sabotaje, o guasa gaditana?

Empezamos con la cuestión oficial: la competición. El concurso de agrupaciones se celebra en el gran teatro Manuel de Falla. Hay cuatro tipo de grupos humanos que se pueden presentar para exhibir su música y sus letras sobre las tablas del teatro: la chirigota (compuesta aproximadamente de una decena de personas), de tema cómico, la más popular entre el público. Luego están las comparsas (de número de integrantes similar a la chirigota, aunque el tema y las letras de las canciones sean más serios o poéticos), el coro (de varias decenas de individuos, y canciones de tono más festivo y lírico), y el cuarteto, que consiste básicamente en una banda de alocados que se lanza a la soledad del escenario a cantar y a montar una especie de teatrillo. ¿Los cuartetos tienen cuatro componentes? No, por supuesto. En Cádiz los cuartetos pueden ser de dos, de tres, de cuatro y de cinco. Para que vean cómo nos las gastamos.

"¿Por qué cuando mi madre tiene frío, a mí sudando que estoy va y me pone la rebeca?". Una chirigota con clase, ganadora del concurso del año 1996.

Llega la hora de la gran final. Las agrupaciones seleccionadas pasan toda la noche en el Gran Teatro Falla, donde por supuesto no cabe un alfiler y las entradas se han agotado hace meses. A primera hora de la mañana, se nombran los ganadores. Comienza entonces el auténtico carnaval: a lo largo de este fin de semana (y también de las siguientes) las agrupaciones cantarán en plazas y calles, y no sólo lo harán las que han participado en el concurso, sino las también llamadas "ilegales". El único requisito: buen humor (popular a la par que inteligente), ambiente festivo, y quizás acompañar los sentidos con una buena ración de erizos y una tortita de camarones. A pesar de que el concurso televisado es lo que llega a todos los rincones del mundo, los auténticos carnavaleros suelen decir que no hay nada mejor que encontrarse a dos centímetros de una chirigota mientras ésta canta, interaccionando con los integrantes mientras admiramos la ironía de sus letras, el desparpajo de sus gestos, o el trabajo que llevan aparejados sus trajes. Porque trabajo, aquí hay mucho: desde octubre se llevan preparando arreglos y disfraces, se han aplicado cientos de horas de ensayos, y los letristas, más de una vez, han tenido que redactar composición de último minuto que cantar en la final o en las calles, en referencia a algún acontecimiento destacado que ha ocurrido en los últimos días en el concurso, en el país o en la ciudad. Y es que ninguna institución (humana, divina, política o religiosa) escapa a la mirada crítica del carnaval.Incluso a pesar de las censuras que han tratado de imponérsele, especialmente en la época del franquismo.

Viva la Pepi, un muy particular homenaje a la Constitución de Cádiz de 1812.

Es sorprendente constatar la cantidad de aficionados de carnaval en todo el mundo, gaditanos o no, que se saben las letras de memoria y se mondan con los delirantes "tipos" con los que se disfrazan las agrupaciones, algunos más clásicos y otros verdaderamente imaginativos. Aún así, y a pesar de que tengáis la televisión o Internet a mano para vivirlo, como recomendación personal, yo os recomiendo, al menos una vez en la vida, ir a disfrutarlo en directo (si os agobian las multitudes, el llamado "Carnaval Chico", en el último fin de semana de las fiestas, es una buena manera de disfrutar del ambiente y casi todas las ventajas sin prácticamente ninguno de los inconvenientes). Es verdad -es una queja recurrente que recibo de los no andaluces- que a veces cuesta entender las letras: el acento es el acento, la velocidad de la canción es endiablada, y en ocasiones se refieren a temas tan locales que hay que andar más o menos metido en el contexto para captarlas en toda su dimensión. Pero escuchando con atención, no es difícil localizar perlas que cualquiera puede, de manera universal, apreciar. Como esta estrofa de "Ser o no ser", un cuarteto de hace más de una década cuyos componentes iban caracterizados de Hamlet y sus demonios, la cual dice así:

España en el fondo
no es de derechas
ni es socialista ni es liberal
ni de centro ni franquista.
¡Es masoquista y na' más!

Actuación en la final del cuarteto "Ser o no ser". Sí, contáis bien: tres miembros.

Para terminar de incentivaros, a lo largo de esta entrada os dejo enlaces a algunas de las más sonadas agrupaciones de los últimos años. Espero descubriros una forma de arte distinta, y quizás os animéis a seguirlo este año a través de la televisión o, por qué no, en en el propio Cádiz. Si además os animáis a visitar el barrio que me vio nacer, el de la Viña, uno de los más carnavaleros, podéis mandarle saludos de mi parte: y luego, ya me cantáis.

"Ahora es cuando se está bien aquí". Ojú que sí.

Unas hadras madrinas dirigidas por un "sheriff". ¿Por qué no?

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