jueves, 26 de julio de 2012

Una lengua para un sueño: la historia del esperanto

                Hoy quería aprovechar este día, 26 de julio, para recordar que se trata de una efeméride muy especial, y de paso incrementar mis y (quizás) vuestros conocimientos sobre una tema que considero apasionante, o quizás refrescarlos: hoy es el 125 aniversario del nacimiento del Esperanto.
                ¿Qué es eso?, me inquiriréis algunos. Pues se trata del idioma planificado más conocido del mundo. Una lengua que no ha procedido de un país ni de una tradición oral establecida durante siglos, sino que fue creada por una sola persona conocida con su nombre, apellidos y una historia personal: este hombre se llamaba Ludwik Lejzer Zamenhof.


                Y quizás precisamente sea explorando la biografía de Zamenhof como podemos entender más acerca del origen de esta lengua. Para empezar, Zamehof nació en el seno de una familia judía en el imperio ruso, en una zona que en la actualidad se corresponde a Polonia. Con estos antecedentes, es lógico suponer que la ciudad natal de Zamenof era un curioso punto de encuentro de gente de variadas etnias (abundaban judíos, polacos, rusos, alemanes y bielorrusos), entre las cuales las relaciones no siempre eran fáciles. Zamenhof de hecho era conocedor de un amplio surtido de idiomas, tanto modernos (alemán, polaco, francés, hebreo) como clásicos (latín y griego), aunque siempre consideró que su idioma natal (entendiendo éste –como una vez se definió- como aquel en el que acabas maldiciendo cuando te cortas al afeitarte) era el ruso. De hecho, sólo escribió poesía en este idioma y, por supuesto, en Esperanto. Cuando, más adelante, Zamenhof se convirtió en médico y se instaló en el barrio judío de Varsovia (donde atendía, a cambio de un módico sueldo, a una cantidad ingente de pacientes), también tuvo ocasión de comprobar cómo la diversidad de lenguas y la falta de entendimiento entre sus hablantes generaba numerosos inconvenientes. Aquello le terminó de reafirmar en un objetivo que llevaba persiguiendo desde su juventud: la creación de un idioma universal que todos pudieran hablar, compartir, y lograr de esa manera un convivencia armónica.
                Hay que decir que esta idea no era nueva y que contaba con algunos precedentes. El mallorquín Ramón Llull trató de crear un idioma internacional basado en la lógica, y ya en la época de Zamenhof un sacerdote había ideado una lengua denominada Vola Pük, la cual fue el primer intento serio de constituir un idioma universal. Esta lengua –que Zamenhof conocía- fracasó debido a numerosas complicaciones innatas al propio idioma (por lo visto su gramática es tremendamente compleja), pero sobre todo por la oposición de su creador a introducir cualquier modificación y querer acaparar todo el control del lenguaje. En ese sentido, Zamenhof lo tenía mucho más claro: el idioma debía ser intuitivo, sencillo de aprender para las personas de cualquier nacionalidad y, sobre todo, había de ser flexible, de tal manera que (aunque tuviera una serie de reglas fijas que sirvieran como base) su propio uso lo terminaría moldeando según las necesidades de los hablantes. Zamenhof, además (hombre modesto y de afán universalista), renunció a cualquier beneficio que pudiera obtener del nuevo idioma, y fue incluso capaz de echar para atrás modificaciones que él quiso introducir posteriormente en la lengua porque comprobó que no eran aceptadas por sus primeros seguidores.
                De hecho, para Zamenhof, la creación del Esperanto fue un trabajo arduo, laborioso y no exento de dificultades: la primera, en casa, ya que cuando el joven Ludwik se fue a estudiar, dejó allí toda la gramática que había redactado hasta entonces de lo que aún era un proto-Esperanto. Su progenitor no debía simpatizar mucho con los anhelos de su hijo; quizás pensaba que no estaba bien que un futuro médico se entretuviera en aquel esfuerzo inútil, o tal vez, como dicen algunos, temía que la policía zarista encontrara aquellos papeles, los considerara subversivos, y aquello le causara problemas a su hijo. En todo caso (y empleo la expresión literal de mi referente en este tema, pues me ha encantado), el progenitor de Zamehnof “actuó con el tacto con que actúa un padre”, y quemó todos los documentos en la estufa de su casa, con lo cual Zamenhof tuvo que empezar de nuevo. También encontró problemas de financiación: durante los primeros años, Zamenhof publicó libros que no sólo establecían las bases gramaticales y de vocabulario del Esperanto, sino también traducciones de obras universales, e incluso libros originales en este idioma. Como “Zaza” apenas tenía dinero, tuvo que mantenerse financiado por la familia de su mujer, y casi acabó en la ruina, teniendo que sufragar incluso los primeros entusiastas del Esperanto la asistencia de su fundador a los congresos.
                No es el objetivo de este artículo detallar en profundidad las reglas que rigen el Esperanto: sin embargo, describiremos algunas pinceladas básicas. La mayor parte del vocabulario se basa tanto en lenguas latinas como germánicas o eslavas, aunque también tiene influencias de idiomas completamente distintos como el japonés. El objetivo, en este sentido, era que los vocablos resultaran familiares a la mayor parte de los pueblos, sin que ninguno tuviera preeminencia sobre otro a la hora de aprender la lengua (aunque, obviamente, por el origen del autor, se basa más en lenguajes europeos). La gramática se fundamenta en gran medida en añadir sufijos que indican la categoría a la que pertenece cada palabra (nombre, adjetivo, verbo), lo cual facilita su comprensión. Dicen algunos que la escucha del Esperanto asemeja una especie de rumano hablado por un italiano. Hasta qué punto eso es cierto debe ser juzgado por cada cual, pero lo cierto es que (y al menos desde el punto de vista de un hablante de lenguas latinas) cuando oyes hablar a dos personas en Esperanto, tienes la sensación de que conoces la mayor parte de las palabras, y de que podrías entender todo lo que dicen si hablaran más despacio y conocieras el contexto (lo cual, dicho sea de paso, entender las palabras, y no comprender del todo lo que se dice, es de las cosas más desagradables que te pueden ocurrir, y que se lo pregunten si no a los autores del libro From Lost to the River o a la gente que se dedica a escuchar a través de las paredes).
                Lo cierto es que el Esperanto, pese a todos los obstáculos y dificultades, tuvo éxito: el primer texto publicado en el nuevo idioma se denominó “Unua Libro”, y Zamehof lo firmó como “Doctor Esperanto”, que se traduciría como “doctor esperanzado”, apelativo que acabaría inspirando el nombre con el que se identificó a la lengua. Esta nueva forma de comunicación comenzó a reclutar hablantes y admiradores, se celebraron congresos, e incluso los hablantes de la otra lengua artificial que hemos mencionado, el Vola Pük, se apuntaron al carro del nuevo idioma. Personajes como Tolstoi (uno de los grandes defensores del esperantismo) o, en España, el fundador del POUM, Andréu Nin, el presidente de la Primera República Pi i Margall (que lo dio a conocer al gran público de su país) o el impulsor de la Institución Libre de Enseñanza en Cataluña Ferrer i Guàrdia, contribuyeron a su difusión. La verdad es que, en una época en la que el mundo comenzaba a enfrentarse por primera vez al concepto de un planeta global, donde los nuevos descubrimientos y avances científicos se propagaban a enorme velocidad debido a los nuevos sistemas de comunicaciones, y exploradores y geógrafos se aventuraban a viajar a las regiones más ignotas del globo, la idea de un idioma que todos pudieran dominar satisfacía un ansia de conocimiento que no podían compensar un número ingente de traducciones. Un mundo cada vez más pequeño que, sin embargo, necesitaba urgentemente el entendimiento entre sus miembros, ya que las ansias colonialistas de países como Gran Bretaña, Francia, Alemania o Rusia parecían crecer de manera desaforada hasta entrar en conflicto, con la posibilidad más que factible (de hecho, como sabemos, esto acabaría pasando) de que terminaran con una tremenda colisión.
                Y aquí entra, una vez más, en juego el propio Zamenhof. Para Lejzer, “el hombre que desafió a Babel” (como le describe una biografía del mismo título) el Esperanto sólo era una parte más de un proyecto más amplio. Como buen humanista, aspiraba a un mundo donde todos los hombres convivieran juntos de manera pacífica, comunicándose con una lengua universal (el Esperanto) y una ética básica, la cual se fundamentaría en el mínimo común de todas las creencias y religiones: “no hagas a los demás lo que no pretendas que te hagan a ti”. De hecho, Zamenhof se dedicó durante la última parte de su vida a propagar esta doctrina, que dio en llamar “homaranismo”; sin embargo, quizás por su timidez (o por no querer imponer sus creencias a los hablantes de la nueva lengua), sólo se dedicó a difundir este propósito cuando ya se había retirado de su trabajo en cuanto a la propagación del Esperanto. Muchos esperantistas adoptaron este ideal como suyo propio, aunque otros prefirieron no mezclar las cuestiones filosóficas y dedicarse simplemente al aprendizaje y difusión de la lengua.
                ¿Qué pasó con el Esperanto? Tuvo que sortear numerosos trances: sufrió disidencias internas por parte de movimientos que trataron de acercarlo más a las lenguas occidentales, aunque parece que la mayor parte de los esperantistas se mantuvieron fieles al espíritu original del idioma. La Primera Guerra Mundial fue un mazazo, no sólo para ellos, sino para todos los que aspiraban (en este optimismo desbordante que constituyó la segunda mitad del siglo XIX) a que la humanidad nunca más volviera a caer en la barbarie de los conflictos armados, y creían que los problemas se solucionarían de manera dialogada y de acuerdo a la razón –de la misma manera, también estaban convencidos de que, al menos, las pocas guerras que hubieran serían muy cortas debido a la inmensa eficacia de las armas destructoras: cuatro años de batallas tras las trincheras les demostraron lo equivocados que estaban-. Zamenhof sólo pudo, impotente, escribirle a los responsables políticos para rogarles que los pueblos afectados por las conquistas militares durante la guerra conservaran nombres relativamente neutrales, no adscritos a ningún idioma o cultura, que permitieran tanto a vencedores como a vencidos identificarse con ellos. La muerte de Zamenhof en 1917 supuso un nuevo golpe para el esperantismo, que sin embargo pasó los momentos más negros durante la Segunda Guerra Mundial. Hitler no perdonaba que el inventor del Esperanto fuera un judío, y acusó al idioma de formar parte de una trama de la raza hebrea para la dominación mundial. Como consecuencia de ello, los esperantistas fueron hostigados en los países gobernados por el Tercer Reich y sus aliados (en España fue perseguido durante la Guerra Civil, aunque se usaba en ambos bandos; posteriormente, fue tolerado por parte de las nuevas autoridades) y de hecho se cree que toda la familia Zamenhof fue eliminada del mapa durante este triste e insensato período.
                Sin embargo, el Esperanto, y en lógica consonancia con el nombre de su creador (no olvidemos que Lejzer es una variación de “Lázaro”, el hombre que resucitó de entre los muertos), está viviendo ahora mismo un período de esplendor al abrigo de internet y las nuevas tecnologías. He aquí tres razones que apoyan firmemente el hecho de que el lector de este artículo se anime a aprender Esperanto: 1) la facilidad de la lengua: es un idioma que se tarda relativamente poco en aprender, al contrario que otros lenguajes naturales; 2) el hecho de poder comunicarse con hasta dos millones de personas (según estimaciones) que hablan con fluidez esta lengua: de hecho, se calcula que entre 1.000 y 10.000 podrían hablarlo de manera nativa por haberlo aprendido de sus padres, e incluso se enseña en algunas escuelas de países como China y Hungría; 3) la comunidad esperantista, sin duda de acuerdo con los principios de su creador, no sólo celebra congresos y discute acerca de lingüística, sino que mantiene un firme contacto entre sus miembros, de tal forma que, en caso de viajar a cualquier lugar del mundo, sabes que sólo tienes que localizar a los hablantes de Esperanto de esa región y que ellos harán lo posible por acogerte y que durante tu visita te encuentres a gusto. Sin duda, en ese sentido, Zamenhof ha logrado lo que pretendía: la solidaridad y la conjunción de objetivos entre naciones, a través de un idioma que les sirviera de nexo común.
                En cuanto a este último propósito, está claro que su autor no cumplió su objetivo: hoy en día el idioma más hablado (y aquí tomo palabras del ex ministro alemán Joschka Fischer) en las comunicaciones entre distintos países de Europa y del mundo es “el inglés macarrónico”. Sin embargo, y si nos centramos en mayor medida en el adjetivo en lugar de en el nombre, lo cierto es que no es el idioma procedente de la Gran Bretaña el que más se emplea, en su forma pura e idiosincrática, por las calles del mundo en la actualidad. Mucha gente señala que hay más en común entre el inglés que pueden hablar un holandés y un sudamericano que entre el que usaría cualquiera de ellos con respecto al aprendido por de una persona de Bristol. En ese sentido, han surgido movimientos demandando la instauración del “inglés simplificado” como lengua en sí misma, exponiendo, de alguna manera, que no son los pueblos anglosajones los que obligan a los demás a hablar en su lengua, sino que serán los habitantes del resto del mundo los que fuercen a británicos y ciudadanos procedentes de sus antiguas colonias a expresarse mediante esta nueva varaiación del lenguaje. En ese sentido, las preocupaciones y aspiraciones del Esperanto siguen manteniéndose intactas, y por ese motivo seguramente será un idioma que nunca nos deje de interesar.
                Por último, me gustaría agradecer el esfuerzo de documentación al que ha sido el baluarte indispensable para llevar a cabo este post, Jesús “Chus” García Cano, a quien tuve el placer de conocer en su faceta de investigador científico, y que me descubrió alguno de los secretos del Esperanto. Él pertenece al Grupo Local de Esperanto de Albacete, cuyo nombre honorífico es “Bonifacio Sotos Ochando”, rindiendo tributo a un teólogo albaceteño que también presentó su propio proyecto de lengua universal, en 1851, difundiéndolo en varios idiomas. Chus es un activista convencido del Esperanto, que nos ha contagiado su amor por la lengua a aquellos con los que ha departido sobre la misma, y ha participado incluso en la organización de congresos estatales de este idioma en La Mancha. Por eso quería escribir este pequeño párrafo agradeciendo su inspiración y esfuerzo, aunque seguramente si alguno de vosotros se anima a aprender Esperanto, su alegría será mucho mayor.
                Y como se dice en la lengua de Zamenhof: Koran dankon kaj bonan ŝancon!! (o sea, muchas gracias y buena suerte).

P.D.1. La imagen de Zamenhof está tomada de Wikicommons (un proyecto que sin duda satisfaría al creador del Esperanto). Por supuesto, Wikipedia tiene secciones en este idioma y en inglés simplificado.
P.D.2. Sí, ya os sé que os debo una historia corta para este mes. Os compenso en agosto. Saludos.

lunes, 16 de julio de 2012

El relato de julio: Pis de gato.


Pis de gato
                                                          
            Aminata pasea, solitaria, por los parajes desiertos del extrarradio de la ciudad. A su lado, Nasiru trastabilla, aún con caminar vacilante y torpe, tratando de seguir zigzagueante los pasos de su madre. El lugar por donde transitan, ciertamente, no es el mejor de los paraísos: está lleno de coches estropeados, y de basura, y de una sensación de moho y de podedumbre que rodea, con su fétida extensión, los cuerpos ensimismados de ambos. Pero ninguno de los dos lo huele: no detectan el olor. Lo cual les es beneficioso, pues de allí procederá la cena de esta noche. Sin embargo, el que sus fosas nasales no aspiren este hediondo aroma no se debe ni mucho menos a cuestiones utilitarias. Ni tampoco a que se tapen la nariz con las manos. Es una simple cuestión de saturación de receptores: los suyos están cubiertos por algo más.

            -Hueles a pis de gato.
            Le expresó su marido a Aminata, con  desprecio. Y Aminata no necesitó tocarse debajo de la falda para saber que, efectivamente, estaba mojado, y para reconocer que el hedor desprendido era muy similar al que dejaban las eyecciones que cierto felino callejero tenía la indecencia de liberar cuando entraba y salía de la casa, dedicándose a juguetear con los niños, o apareciendo inesperadamente en el cesto de la ropa sucia.
            -Te ocurre desde el parto –le exhortó el hombre aún más agrio, a lo cual Aminata, cosiendo cuidadosa mientras los churumbeles revoloteaban por la cocina, no respondió nada, pues nada podía hacer.
            -Si esto sigue así –determinó él aún más firme-, vamos a tener que hacer algo.
            Y vaya que si lo hicieron.
           
            La Madame de la Orina, la llaman. O la Reina de la Orina, también. Así la denominaban los vagabundos que se iban encontrando por las ciudades, los cuales se apartaban de ella y la dejaban aislada en el derredor de los fuegos que encendían por la noche para proporcionarles calor. Con el niño no, al niño estaban siempre dispuestos a acogerle, sobre todo alguna madre, alguna viuda, cierta mujer que había perdido un hijo, pero Aminata se negaba, había oído que es prudente desconfiar de la bondad de los extraños, y no sería ni la primera vez ni la última que a un muchacho indefenso le obligan a cambiar de progenitores. Por eso no se separaba de Nasiru ni un segundo, aún en la noche. Eso le obligaba a su hijo a soportar de forma continua el hedor nauseabundo que emitía su madre. Por eso Aminata lloraba. Esperaba que las lágrimas atenuaran un poco la peste.

            La fístula vesico-vaginal es una afección relativamente común entre las mujeres que acaban de atravesar un parto, sobre todo si éste ha sido complicado, es el último de numerosos alumbramientos, o si la mujer es muy joven, aspectos todos ellos que suelen concurrir entre las esposas africanas. El origen del problema es sencillo: como consecuencia de una lesión, se crea un pequeño conducto que une las paredes de la vejiga urinaria con la vagina, de tal manera que entre ambas cavidades se establece una comunicación. A causa de ello, y al llenarse la vejiga umbilical, el líquido tiende a viajar por esta abertura yendo a parar la vagina, y mediante esta vía sale al exterior de manera no controlable. De ahí el síntoma principal, la incontinencia urinaria. Esta enfermedad existe también en Occidente, y de hecho es bastante frecuente que las parturientas padezcan de incontinencia durante los días posteriores al parto. No obstante, allí el problema es menor, ya que basta una sencilla operación (apenas un corte y un par de puntos bajo anestesia local) para ponerle fin al problema. Pero en África, incluso un pequeño paso como éste constituye un obstáculo insalvable. Las afectadas lo sufren, y sufren también el rechazo y la deshonra de su casa y su comunidad, al no conservar, además, la posibilidad de engendrar más hijos. La mayor parte de las veces, sus propias familias las obligan a marcharse. Ninguna de ellas llega a volver.

            Se quedaron con los niños. Su cuñada, su suegra, dijeron que estarían mejor  a su lado, que debían quedarse con ellas. Se los arrebataron, se los robaron, se los arrancaron, como si lo hubieran hecho desde su mismo vientre. Tan sólo le dejaron conservar a Nasiru, ya que debido a su corta edad aún necesitaba la leche de de su madre para poder sobrevivir. Por eso, se lo cargó a la espalda, como si se tratara de un bulto más del equipaje (que no tenía) el cual debía arrastrar a lo largo del camino (que tampoco existía). El trayecto lo iría creando, conforme avanzara a cada paso.

            La fístula vesico-vaginal está íntimamente asociada a fetos recién nacidos muertos –con lo cual la pérdida es doblemente dolorosa-, y al desamparo social que lleva consigo. La mayor parte de las mujeres, perdida su condición de futuras madres (prácticamente la única por la que se les considera útiles), encuentran como sola salida la mendicidad o la prostitución. Se calcula que existen hasta doscientas mil mujeres afectadas por esta dolencia, sólo en el norte de Nigeria. En el resto de África, los datos son desconocidos. El primer síntoma de pobreza es la falta de estadísticas.

            Aminata se dirige hacia el barco. Ha escuchado que hay al norte, y al oeste, en algún punto ilocalizado de la costa, un barco repleto de cirujanos, de médicos blancos, procedentes de distintos países, y que hablan distintas lenguas. Estos cirujanos se dedican a ayudar a gente como a Aminata, y a librarles de su enfermedad. Aminata no se acaba de creer esta historia, piensa que se trata de un cuento, como los que le relata a Nasiru por las noches para ayudarle a dormir. Pero la sola esperanza de que acaben con su problema es estímulo suficiente para seguir caminando. Incluso aunque le salgan ampollas en los pies; incluso  aunque ya no le queden zapatos.

            Otra causa muy frecuente de la fístula vesico-vaginal es el gishiri. El gishiri se realiza a aquellas mujeres que son demasiado jóvenes para mantener relaciones sexuales, y por tanto tienen la vagina demasiado estrecha. Consiste en un corte aplicado desde la vagina hacia el periné, cuyo objetivo es el de ampliar el tamaño del conducto vaginal, haciéndolo accesible para la penetración. Este gesto puede causar hemorragias, perforación de la vejiga y del recto, y en el caso de que la mujer sobreviva, una fístula vesico o recto-vaginal. El gishiri se practica en numerosas aldeas africanas, y su nombre proviene de la voz de origen hausa que significa “sal”. Esto es debido a que el largo cuchillo con el que se practica esta incisión es muy similar al que empleaban los comerciantes árabes que cruzaban el desierto (y hacían tratos con las tribus africanas) para separar los bloques de sal que determinaban para la venta. De ahí que el gishiri se denomine también “el corte de la sal”. Así comienzan la mayor parte de las mujeres su vida sexual en África.

            Cuando alguien salva tu vida de una maldición que no comprendes, ese alguien se llama Dios. Por eso, Aminata ha escuchado que muchas de las mujeres que se curan en este barco se vuelven de la religión de la gente que las han ayudado. Dicen que ésta es más tolerante, y que les trata mejor. No obstante, muchas de ellas siguen siendo musulmanas, o de cualquiera de las muchas religiones que pueblan este vasto continente. Estas mujeres afirman que lo importante de las religiones no es el nombre del Dios: sino ese toque sutil, pero necesario, que es la disposición del alma con la que se profesan.
           
            En realidad, todas estas variantes no son sino expresiones exageradas de un concepto que se encuentra ampliamente arraigado en África y en los países musulmanes: el del sexo seco. Esta práctica se basa en el hecho de considerar que el acto sexual consiste en la simple y pura penetración (casi sin lubricación además), de tal manera que se olvidan los preliminares, las caricias, e incluso el contacto con otras partes erógenas. Muchas mujeres contribuyen a perpetuar esta idea introduciéndose arena u otros materiales en la vagina, los cuales aumentan la sequedad en la misma, produciendo un mayor placer en el acto sexual para el hombre y un dolor muy desagradable para la mujer. En realidad, esta costumbre se encuentra relacionada con la creencia de muchas religiones de que el sexo es un motivo de tabú y de vergüenza, meramente destinado a obtener hijos, y es en muchos casos una forma más de opresión de las mujeres a través de la negación de su sexualidad, aspecto íntimamente imbricado con la (tristemente demasiado conocida) tradición de la ablación del clítoris. Para algunas personas muy mezquinas, el amor se fundamenta, precisamente, en que el ser amado no lo sepa.

            A pesar, sin embargo, de su terrible olor, Aminata y Nasiru han podido relacionarse con otras comunidades humanas, y tener también un contacto más fuerte con individuos aislados. Han conocido a algunos de los viajeros que se dirigen hacia el norte, hacia Mali o Mauritania, con el objetivo de poder embarcar en una barcaza rumbo hacia el norte, en dirección a esos países de nombres tan intrincados que no saben ni pronunciar. Muchos llevan años en el camino, han quedado encarcelados antes de llegar a su sueño y prosiguen intentándolo nada más vuelven a salir, han quedado separados de sus familiares o los amigos con los que viajaban, y sin embargo, a pesar de su soledad, y de la pérdida de los sueños compartidos que los ausentes llevaban consigo, esas personas vuelven a recuperar la ruta, anhelantes, en cada ocasión que tropiezan, una vez más. También (a pesar una vez más del insoportable hedor), han sabido rodearse de una pequeña comunidad de viajeros, quienes se dirigen a lugares más o menos comunes, y entre los cuales se incluyen una pareja de niños, dos ladronzuelos, los cuales son su principal sustento para sobrevivir. Pese de la diferencia de edad, ese par de zagalillos se dedican a juguetear alegres con Nasiru: lo tratan como si fuera su muñeco, porque efectivamente, casi lo es, sosteniéndole, así, tan pequeñito entre las manos. Cuando Aminata los ve, agacha la cabeza y sonríe. Aprovecha esos momentos para lavarse la ropa. Quiere que cuando su hijo vuelva, la encuentre oliendo a rosas.

            Pero muchas veces, el sexo seco no se debe a una cuestión de intolerancia o de creencias religiosas, sino a un aún más primitivo y endémico mal: la ignorancia. Se da el caso de cierta monja que fue a predicar a un punto remoto del África subsahariana. Allí se encontró con que muchas de las mujeres que venían a consultarle mantenían una prácticamente nula relación con sus maridos, y que sus vidas eran apagadas, tristes y oscuras. Y probablemente aquello no era lo más ideal que se le podía pasar por la cabeza a una monja, pero a ésta se le ocurrió -por una extraña asociación de ideas-, que la idea con que las mujeres se veían a sí mismas en relación al acto conyugal se encontraba en estrecha relación con cómo se consideraban en el aspecto social, como entes pasivos, en lugar de activos y partícipes en sus propias vidas. Por eso, y aunque en un principio le daba cierto reparo (de acuerdo, era para una práctica dentro del matrimonio, pero Dios santo, ¡era “sexo”!), la monja se puso a leer más y más libros sobre sexualidad, y a proporcionarles a las mujeres a las que atendía algunos valiosos consejos, recién aprendidos, sobre este singular y muy estudiado tema. Los resultados, sorprendentes, no se hicieron esperar.

            Un día, los ladrones decidieron adentrarse en terreno peligroso. Llevaban varios jornadas sin comer, y aquella incursión era fundamental para la pitanza de esta noche. El premio: una jugosa y reluciente pierna de cordero, colgada de un garfio de la grasienta carnicería, custodiada por un terrible cancerbero de orondas carnes y un grandísimo cuchillo de cocina en las manos. La táctica era muy simple, digna del mejor estratega napoleónico: uno de los muchachos despistaría al carnicero, mientras que el otro agarraría la pata de cordero, y saldría corriendo. Un momento de tensión se sucedió en el ambiente, y también en los corazones y en los estómagos de la pandilla de desarrapados que seguían la batalla en directo desde detrás de un escondrijo. El muchacho cubrió con sus brazos el ansiado premio, y comenzó a escapar con toda la velocidad que le permitían sus piernas. El coloso carnicero corrió detrás de él, amenazándole desde lejos con el gigantesco cuchillo de cocina, asemejando que tenía la intención de arrojárselo a la cabeza en cualquier momento. La persecución se siguió frenética, implacable, a través de las estrechas callejuelas de los barrios, mientras el carnicero se iba poniendo más y más colorado, resollando con cada vez más enojo, parecía que en un momento iba a caerse redondo para no volverse a levantar. Finalmente, el muchacho encontró un hueco por debajo de una valla metálica, la cual constituía su vía de salvación: se introdujo debajo de la valla, pero se quedó encallado entre el suelo y ésta, el carnicero estaba más cerca, le iba a alcanzar, le iba a alcanzar, llegó incluso hasta a tocarle, pero en el último momento, el niño pasó, y el carnicero se quedó al otro lado, agotado, con un palmo de narices. Mientras tanto, en ese extremo de la frontera, y por las callejuelas anexas, los dos ladrones se reunieron, y con ellos todo su grupo de despechados, que los elevaron a hombros, mientras uno de ellos (el que había tenido el valor de correr), sostenía la pierna de cordero en lo alto, agarrada del hueso, mientras le daba la mano a su hermano. Para aquel niño negro, elevado por ese equipo de desahuciados humanos, elevar aquella pierna de cordero, sosteniéndola como un trofeo, como un cetro, era como levantar la Copa del Campeonato del Mundo.

            Y efectivamente, los resultados llegaron, de manera súbita, inesperada, y extraordinaria también. Las mujeres a las que ofrecía sus consejos volvían al centro social radiantes, con los ojos tintineando juguetones, elevadas en una nube de la que parecían no querer desprenderse, contándole a la religiosa lo mucho que habían mejorado sus relaciones sexuales desde que habían incorporado los preliminares, los susurros escondidos, nuevas posturas y variantes, y sobre todo, el dejar no como hecho principal -sino como último fin de fiesta-, el acto definitivo de la penetración. Estas mujeres les contaban sus experiencias a otras mujeres, y éstas a su vez a otras, de tal manera que el secreto de la monja sexóloga fue corriendo rápidamente por toda la aldea, y haciéndose cada vez más conocido. Pero lo que más le conmovió a la religiosa fue que, insospechadamente, también los varones vinieran a visitarla, agradeciéndole los consejos recibidos, y preguntándole si a la oficiante católica si ésta los practicaba muy a menudo. Y mientras tanto la mujer, avergonzada, sonreía y se ruborizaba, y no podía parar de pensar en que este descubrimiento de que las mujeres (aparte de vagina) eran pechos, labios, boca, palabras, podía significar al mismo tiempo para los hombres un nuevo renacer para la consideración del valor social de sus compañeras, y de su papel -además de como incubadoras de hijos-, como una parte más en el conjunto de la pareja. Ni brujas, ni esclavas. Simplemente, amigas. Sencillamente colaboradoras, en este difícil trance que nos impone cada día la vida, y con el que es muy complicado (si estamos solos) convivir...

            Y Aminata sigue caminando, cansada y sola por la playa iluminada por la luna, acompañada tan sólo de su hijo, el cual corretea, patitas pequeñas, andando tranquilo justo a su lado. Pero mientras Aminata continúa avanzando, comienza a detectar bajo su falda el inequívoco síntoma de la irritación causada entre sus muslos a causa de tanto orinar sin parar. Se detiene entonces a un lado, justo al borde de la orilla, para poder tomarse un descanso. Y entonces, Nasiru se acerca a ella, y medio dormido, la abraza. Aminata trata de apartarle de él.
            -Aléjate, hijo. Te abrazo, después, aléjate, hijo.
            Pero el niño niega mimoso con la cabeza.
            -Si no me abrazo junto a ti, no me puedo dormir... Necesito tu olor...
            Y la madre, frunciendo los labios, le pega un capón de ésos que duelen más después de un rato.
            -¡Ay!-grita dolorido el niño, pero la madre le reprende, No te rías de tu madre.
            -Si no me río, de verdad. Necesito tu olor para irme a la cama. Me huele muy bien. Si no me quedo dormido oliéndolo, tengo pesadillas todas las noches...
            Y la abrazó aún con más fuerza.
            -Es tu olor. Es mi olor. Es olor a mamá...
            Y es como en un juego infantil, gritar: “¡Casa!”, significa lugar seguro, refugio.
            Aminata le apretó muy de cerca, para que Nasiru no pudiera sentirle las lágrimas...
            Y mientras tanto, ambos siguen caminando, siguen desplazándose, en marcha sin pausa hacia un barco que quizás nunca jamás existió. Pero lo importante, bien lo sabe Aminata, no es el final del camino...

            Es tan sólo disfrutar.

            Nota: el barco que se menciona en la historia existe, y es real. Se llama Mercy Ship, y se dedica a bordear la costa africana realizando extirpaciones de tumores y operaciones aparentemente sencillas, pero que arreglan la vida a muchas personas. Otros dispensarios médicos en África contribuyen a reparar los daños físicos y sociales de la fístula vesico-vaginal.
            Los hechos narrados en este relato son reales, o basados en los mismos. Con sólo una excepción.
            La monja (gracias a Dios) no era una monja.

lunes, 9 de julio de 2012

La película de julio: Tocando el viento (1997)

Ahora precisamente que la marcha minera que está teniendo lugar en España está poniendo de relieve los problemas de las industrias obsoletas, la reconversión industrial, el drama de los trabajadores que pierden su puesto de trabajo porque se dice que su actividad ya no es útil y (en cierta medida) la deslocalización, conviene recordar esta película ambientada en un pequeño pueblo que vivía de la minería y que se vió abocado al paro generalizado tras las medidas que Margaret Thatcher adoptó en relación a la industria del carbón.

Aunque los carteles de esta película siempre tienden a destacar la historia romántica (protagonizada por un aún muy jovencito Ewan McGregor), ésta en realidad es una película coral que gira alrededor de la orquesta de la banda del pueblo, cuyos integrantes están cada vez menos interesados en la música debido a todos los problemas que arrastran, pero cuyo director (un Peter Postlethwaite que falleció recientemente dejándonos algunas de las mejores interpretaciones de secundarios en el cine), que piensa que la música está por encima de todo y representa el espíritu de la comunidad, les exhorta a seguir, mostrándose incluso aparentemente insensible frente a la tragedia del desempleo que está afectando a sus componentes.

La película navega a medio camino entre la comedia y el drama, consiguiendo un mensaje de denuncia social a la vez que una bien hilada historia de personajes. Algunas otras cintas que pueden servir de referencia son "Full Monty" o "Billy Elliot" (aunque ésta que nos ocupa no alberga ningún componente nudista, ni bailes), el cine social de Ken Loach (aunque ésta aporta bastantes más risas) o numerosas películas en las que el verdadero protagonista principal es el pueblo en sí mismo (a modo de ejemplo, "El inglés que subió una colina y bajó una montaña" o "La gran seducción"). Ensalzada por la crítica y las ceremonias de premios, pasó sin embargo sin demasiado renombre por nuestras carteleras, y yo de hecho la conocí a través de un amigo que me instó a verla -sabia elección-.

Conviene, además, verla ahora en contraste con la recientemente estrenada "La dama de hierro", que plantea los mismos problemas, pero desde la atalaya de Downing Street, donde se alojan los primeros ministros británicos. Esta vez, en cambio, podemos ver las cuestiones desde la primera línea de las personas a las que les afectan. Especialmente impactante es esta escena (siento no poder ponérosla con subtítulos, pero éste es el material que he encontrado) en el cual un miembro de la banda, vestido de payaso, se queja de que Dios se ha llevado a John Lennnon, se está tratando de llevar a su padre, y sin embargo, "Margaret Thatcher sigue viva":



En defintiva, de estas películas para hacer pensar, pero también para encontrar un poso de optimismo en cada sima. Espero que os guste. Un saludo.

martes, 3 de julio de 2012

La historia real de julio: Hijos del agua (o los habitantes del lago Titicaca)

En el lago Titicaca (situado en la frontera entre Perú y Bolivia -de hecho, el lago tiene aguas a ambos lados-, y el lago mas alto del mundo, a unos 3800 metros sobre el nivel del mar) empezó el mundo. Al menos, esto nos cuenta la leyenda (con un cierto sincretismo inca-cristiano) que cualquiera puede leer si uno accede a la Wikipedia:

"Cuenta que entre sus profundidades era un valle o paraíso terrenal hermoso, donde vivían en paz o armonía personas de nobles corazones donde no conocían la maldad y que solo reinaba la felicidad o la alegría y el amor. Los dioses se sentían también felices por estos seres por el buen corazón que tenían estas personas, además se les permitía garantizar su libertad solo tenían una condición "De no subir la cima de las montañas donde ardía el fuego sagrado" ya que durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses. Más adelante un ser maligno, el diablo o Satanás, el príncipe de las tinieblas condenado a vivir en la oscuridad, con crueldad y maldad se presentó en el lugar y provocó la tentación hacia los habitantes, al ver que no soportaba como vivían en esas condiciones las personas. El maligno se ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia, les pidió probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas. Estas personas al retar lo que el maligno les había dicho escalaron las montañas lo cual les hizo caer en el pecado, donde se generó la maldad. Más adelante los pecadores comprendieron que habían desobedecido a los dioses y decidieron exterminarlos. Miles de pumas salieron de las cavernas y se devoraron a estos seres que suplicaban al diablo que los ayudara a salvarlos de estos felinos, pero el maligno permanecía insensible a sus súplicas. El dios Inti o Viracocha, al ver que los habitantes habían cometido su primer pecado empezó a llorar y sus lágrimas con abundancia inundaron en cuarentena con diluvio el valle hasta formarse lo que actualmente es el famoso lago. Solo un hombre y una mujer llegaron a salvarse sobre una barca de junco, cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los pumas que estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra. Desde entonces el lago Titicaca, de acuerdo a esta leyenda es conocido como el lago de los pumas de piedra".

 Sin embargo, el Titicaca no solo es importante por su pasado, sino tambien por su presente. La más grande de las islas de este lago -en su lado peruano- es Amantani, y la segunda Taquile. Ahi tuve la oportunidad de celebrar mi aniversario (el más lejos que he pasado de casa, y tambien en de a más altura), y los habitantes de la isla procuraron que lo recordaran para toda la vida. Dada mi aficion desmedida por los sombreros originales, no podía dejar de poneros esta foto:
(Obviamente, el de la izquierda soy yo, a no ser que me consideréis habilidoso también con los disfraces).

Un detalle interesante de esta isla es que tienen como costumbre una forma de convivencia previa al matrimonio que dura 24 meses. Transcurrido ese tiempo, las parejas pueden seguir o separarse, y en el caso de haber tenido descendencia, los hijos viven con el padre para aprender sus oficios, y lo contrario con las hijas. Nos guste o no el sistema, lo cierto es que los amantanies atribuyen a él la baja tasa de divorcios en la isla.

Pero de lo que os queria hablar principalmente hoy es de las islas artificales de los uros, enclavadas, dentro del lago, específicamente en la Bahia de Puno:
Esta isla que véis aqui es eso: completamente artificial. Se construye a partir de una planta llamada totora, que sirve para muchas cosas (elaborar cuerdas, fabricar la propia isla y sus casas y, en caso de hambre, hasta comérsela: no es que tenga mucho sabor, pero...). Los uros, al fabricar la isla, calculan una buena profundidad y literalmente la anclan, con un peso. La isla, sin embargo, puede desplazarse si a los uros les apetece y de hecho, si varias familias de una misma isla se pelean (no son muy grandes, ahi suelen vivir del orden de 2-10 familias si la memoria no me falla), tienen la posibilidad de cortar la isla en dos y cada uno por su lado. Asi todos contentos.
¿De qué viven los uros? Pues como os podéis imaginar, sobre todo de la pesca, y también de vender a los turistas estas obras de artesanía que fabrican:

Como os podréis figurar también, la vida no es absolutamente idílica. El ambiente tan cargado de humedad hace que muchos fallezcan temprano por neumonía o enfermedades reumáticas. Y por supuesto, para ir a estudiar, los uros deben salir fuera de sus islas para separarse durante un tiempo del aislamiento en el que habitan la mayor parte de su vida. Algunos retornan, y otros no. Para muchos, es una alternativa. Para otros, un estilo de vida que han cultivado siempre y que no imaginarian cambiar.

Por ultimo, y si esto no fuera motivo suficiente para visitar Perú, un apunte mas: muchos os hablaran de Macchu Pichu, de los caminos del inca (ideales para senderistas), de Lima, de la jungla o las líneas de Nazca. Y todo eso, no cabe duda, está muy bien. Pero os dejo con estas imagenes de las islas Ballestas, en frente de Paracas:


Todos esos puntitos en la foto de arriba, son pájaros, de todo tipo de variedad y plumaje que al aficionado a la ornitología harán entrar en orgasmo (hasta pingüinos). Y entre los mamíferos, aparte de los leones y lobos marinos (aqui un harén en plena juerga a deshoras -para ellos era nuestro equivalente a la madrugada-), quizás tengáis suerte y podáis avistar unos delfines. Al lado del maravilloso espéctaculo de la vida (y una isla tan repleta de animales que parece Benidorm en un dia de lleno), las piedras (en mi modestísima opinión, y por mucha historia que reflejen, y con lo que a mí me gusta la historia) no se pueden comparar.

Seguiremos contando cosas de sitios exoticos. Desconozco como se dice en aimara (el idioma de los uros) o en quechua (el otro gran lenguaje nativo en Perú) que espero que os haya gustado -mi memoria para los idiomas no es demasiado brillante-. Pero en castellano os digo que nos volveremos a encontrar.

(Por cierto, agradezco enormemente a los dos amigos que tuvieron la deferencia de llevarme a Perú, así como a sus familias, todo lo que hicieron por mí en aquel viaje, y recalcar que sin ellos no podria haber escrito este post. No digo sus nombres porque son muy discretos, pero ellos saben que los llevo en mi corazón).