domingo, 28 de marzo de 2021

La obra del teatro de marzo: "El telón de Aquiles"


Conocí al grupo de teatro "La Fragua y la Luna", a través de una amiga, cuando todavía eran un colectivo amateur. Disfruté de sus representaciones de La venganza de Don Mendo y El método Grönholm, entre otras, y cuando me enteré de que tenían representación ahora mismo en Madrid, en la zona de La Latina, me apunté inmediatamente para averiguar con qué querían sorprendernos.

Su nueva obra, "El telón de Aquiles", posee una temática muy familiar, aunque hará las delicias tanto de niños como de mayores. Con guiños para todos los públicos, la obra se centra en un actor con bastantes inseguridades que se ve obligado a cerrar su teatro ante todos los problemas derivados del coronavirus. Sin embargo, el protagonista va a tener la suerte de encontrarse con una serie de mitos griegos los cuales, volviendo a las esencias fundamentales de la representación escénica, van a aleccionarle sobre lo que ha de hacer a partir de ahora. Y, de paso, nos van a regalar un buen rato a todos nosotros.

La obra contiene un guión que no sólo hila fino en bromas y recursos, sino que constituye todo un homenaje al teatro, a los clásicos griegos, y en general al arte de zarpar en busca de tus sueños. Y los cuatro actores participantes le echan desparpajo y oficio a partes iguales a la hora llevar a buen puerto este Argos, que volverá con un vellocino de oro triunfante entre manos.

Habrá más representaciones de "El telón de Aquiles" en marzo y abril, y las entradas pueden conseguirse a través de este enlace. El teatro cuenta con medidas de seguridad contra la COVID-19, que permite que que el riesgo, si no cero, se vuelva mínimo, con lo cual constituye en una actividad muy recomendable para los niños (y no tan niños) en tiempos de pandemia. Espero que la disfrutéis.

Y, ya sabéis lo que dicen del teatro: lleva 2000 años en crisis desde los griegos, y ahí sigue. Por algo será. Nos vemos en las tablas.

miércoles, 17 de marzo de 2021

La historia real de marzo. Semana del Cerebro: "Cariño, ¿dónde he metido el cerebro de Einstein?"

Esta tarde en Youtube hemos tenido una divertida charla donde hemos hablado de cerebros de famosos que desaparecieron o sufrieron toda clase de vicisitudes. Pero también comentamos qué podemos aprender (y qué no) a partir de la observación de esos cerebros, conversamos acerca de cómo funciona nuestro órgano más relevante, y desmontamos algunos bulos y pseudociencias. Si no tuvisteis la oportunidad de verla en directo, ahora podéis disfrutarla a través de este enlace, englobado en el canal de Youtube del Instituto Cajal. ¡Un saludo, y espero que os guste!

Fe de erratas: como aclaro en los comentarios del vídeo, el poeta al que le pasaron tantas vicisitudes con su cerebro (o no) fue Ruben Darío, y la frase de Cajal empieza con "Todo hombre...". Espero que no haya muchos más gazapos. ¡Un saludo!

lunes, 8 de marzo de 2021

El libro de marzo: "Cuando las sirenas no eran las nuestras", de Juan M. Domingo Toral


Hemos visto, leído, escuchado y rememorado toda clase de historias de la guerra civil. Sin embargo, a veces nos encontramos una perspectiva inédita y original, probablemente no relacionada con las grandes líneas de la contienda, sino con los pequeños trazos que afectaban a la vida cotidiana. En este sentido, "Cuando las sirenas no eran las nuestras", de Juan M. Redondo Toral, antiguo jefe del Archivo Histórico de los Bomberos de Madrid, puede llenar una página que, para muchos, permanecían en blanco hasta ahora. Quizás porque -a veces es más terrible eso- ni siquiera sabíamos que poseíamos ese hueco.

Recuerdo una película de James Bond donde, muy cerca de la hecatombe final que está a punto de avecinarse siempre en esta clase de films, el espía británico se deja guiar por un hombre que conduce el tráfico, un policía con el típico chaleco de emergencias fosforescente. En ese momento pensé algo que suelo decir con frecuencia desde entonces, y es que una sociedad avanzada es aquella en la que los individuos esenciales son los que visten un chaleco amarillo fosforescente. O tal vez una bata de médico, un uniforme de enfermero, una toga de juez, o la vestimenta propia de cualquier tipo de servidor público. Y, en vez de un Adonis apolíneo como James Bond, son más altos, más bajos, gorditos, tienen rostro de hombre y mujer, edades variadas, pero se caracterizan por una cosa: el sentido de cumplimiento de su deber y, si es posible, de abnegación a los demás. Parece que durante la epidemia de COVID hemos redescubierto de nuevo este concepto, que esperemos que nunca volvamos a olvidarlo.

Los bomberos de Madrid, desde el inicio de la contienda el 18 de julio del 36, tuvieron que afrontar toda clase de malos tragos: la incertidumbre, la desesperación, el miedo; la reacción de la turba desesperada cuando se dio cuenta de lo que se les venía encima; las dudas acerca de los propios compañeros, cuando llegaron los procesos de depuración interna -y más allá- por parte de un bando republicano que tenía miedo a los desafectos (y donde los extremistas o los aprovechados encontraron campo libre para sus desmanes); y, más adelante, cuando terminó la guerra, el equivalente proceso por parte del bando contrario, que no tuvo consideración de los vencidos.

Toral nos cuenta detalles con nombres y apellidos; personaliza vivencias que sufrieron muchos a través de unos pocos con los que podemos identificarnos con el día a día de Madrid, que tiene que lidiar con sus problemas normales (en cuanto a incendios, y a todo lo demás), y además los derivados de la guerra, especialmente de los bombardeos, que dejan arrasadas zonas enteras de la capital. Sentimos como propias la falta de personal y el exceso de trabajo extenuante. Y, al final, estamos tan cansados, que la última puntilla final está allí para rematarnos. Pero también encontramos ejemplos de solidaridad espontánea, de apoyo mutuo, voluntarios infatigables y, sobre todo, personas que mantienen su juramento, permaneciendo al pie del cañón cuando casi cualquier otro se hubiera dado la vuelta para salir corriendo. Esos héroes anónimos a los que pocas veces se les agradeció el esfuerzo. Para eso sirven esta clase de textos.

Un último apunte, ya desde el punto de vista editorial. El libro -escrito con sobriedad y humanidad- ha sido redactado a partir de un antiguo bombero con más de treinta años de experiencia, que ha tenido acceso de primera mano a los archivos históricos. Es el típico relato que, si yo fuera editor, intentaría atrapar antes de que me la arrebataran. Ha sido publicada por Libros.com (a la que, por cierto, pertenece el -esperemos- próximo gran éxito que saldrá de la pequeña factoría de la historias de la que forma parte este servidor), una editorial especialista en crowdfunding. Grandezas o miserias del mundo literario actual, han sido los lectores los que han decidido que este libro se publique, lo cual da para muchas reflexiones en toda clase de sentidos. Aunque, al final, son siempre después de todo los lectores quienes nos mantienen en pie. Sirva esta frase de agradecimiento a aquellos que nos sustentan a los que intentamos contar historias. Muchas gracias a todos.

lunes, 1 de marzo de 2021

La historia corta de marzo: "La elección de Aquiles"

Dicen que Aquiles estaba destinado a tener una vida efímera y heroica antes que una larga y reposada. Su madre trató de apartarle de la primera alternativa disfrazándole de la mujer cuando Ulises buscaba reclutas para la guerra de Troya, pero su elección por las armas, antes que por las joyas (en una estratagema que urdió el de Ítaca para identificarle), reveló a Ulises la argucia y obligó al héroe a partir a la ciudad donde se escondía Helena. Alguien dijo una vez que Aquiles, después de muerto, dejó de estar obsesionado por la fama imperecedora y se preocupó más por las cosas que había dejado atrás cuando estaba vivo: entre otras, la familia. Pero pocos recuerdan que, una vez, Aquiles estuvo a punto (y tuvo la posibilidad) de elegir. Durante el largo diálogo que se detalla en la Ilíada, Aquiles -encabritado aún por el desaire que le había infligido Agamenón, por el cual permanecía en su tienda, ajeno a la batalla- empieza a reflexionar sobre esa dicotomía a la que parecía circunscrita su vida desde el principio, y da a entender que quizás sea hora de apartarse, de abandonarlo todo, de tomar la vía pacífica que siempre pareció la segunda opción. Que, quizás, ésta sea una existencia más cómoda, con la que un futuro de felicidad se presume asegurado. Luego tiene lugar la muerte de Patroclo; entonces, los acontecimientos se precipitan, y tienen lugar por el único espacio que ha quedado libre, sin posibilidad de huida. ¿Deja la historia de Aquiles una conclusión? Nuestros destinos se hallan siempre abiertos hasta que traspasamos una encrucijada tras la que se hunde el camino, o tiene lugar un hecho que vuelve cualquier trayecto irreversible. Pero recordemos que, hasta ese último momento, incluso el épico Aquiles tenía capacidad de decisión. Así que, si él pudo elegir, ¿quién no?