La literatura rusa y de sus países limítrofes ha dado descomunales (en ocasiones, tanto en valor como en número) y brillantísimas páginas: Dovstoievski, Tolstoi, los analíticos cuentos de Chéjov; en clave política y de denuncia, Pasternak y su "Doctor Zhivago" (y su estupenda adaptación cinematográfica), Vasili Grossman y su telúrico "Vida y destino", Solzhenitsyn y su estremecedor "Archipiélago Gulag" (de varios de estos autores tengo textos pendientes). En los escritores rusos se aprecia una profunda preocupación por las grandes cuestiones del mundo, así como un amor a la tierra que tanto les ha maltratado, y a la que sin embargo nunca -ni siquiera en el exilio- dejarán de extrañar. Sin embargo, el país más extenso del mundo ha cautivado al igual que repelido (tanto desde el imperio de los zares hasta la actualidad, pasando por la más extensa Unión Soviética, que abarcaba un buen número de países actuales) a multitud de individuos de toda clase de nacionalidad. Que se lo digan a los directores de cine norteamericanos de las películas de espías, que todavía no han encontrado un adversario mejor. En ese sentido, es curiosa la cantidad de autores de países extranjeros que se han atrevido a introducirse en el laberinto ruso, tratando de averiguar, de una manera o de otra, y tomando una expresión prestada, "cuando se jodió" Moscú. He aquí una pequeña e incompleta guía para aprender un poco más sobre la historia moderna de Rusia a partir de escritores foráneos, que tienen la ventaja de a veces contemplar los hechos desde una perspectiva más neutral, quizás más cercana a aquella de la que parten los neófitos sobre el tema o, en ocasiones, de una manera menos tendente a la metafísica, o que no dé tan por sentada la relación natural que parece haberse establecido como una aleación indisoluble entre el devenir de los acontecimientos de la historia y el idiosincrático carácter ruso. O puede que no. En todo caso, espero que os sirvan como recomendaciones literarias interesantes (entre otros, para aquellos a los que os haya llamado la historia de este país a partir de "Chernobyl" de la HBO). Empezamos:
-Mencionado en otra entrada, "10 días que conmovieron al mundo", de John Reed, sigue siendo la referencia básica para abordar la revolución rusa. Aunque Reed era un ferviente defensor de los derechos de los obreros y de muchas tendencias progresistas, en este caso se pone el traje de corresponsal y realiza un exhaustivo análisis de las noticias que sucedían y bullían en este periodo trascendental de la historia. En ese sentido, "Reds", una ciclópea película en la que participaba lo más granado de la izquierda hollywoodyense en los años 80, muestra a un Warren Beatty interpretando a un John Reed que aunque cree en el movimiento, acaba decepcionado con la forma en que los primitivos soviets lo llevan a cabo.
-Del periodista español Chaves Nogales ya hemos hablado alguna vez, y mencionamos de hecho "El maestro Juan Martínez que estaba allí", una visión de la revolución bolchevique desde el punto de vista de un artista español de los tablaos a quien la circunstancia histórica le pilla casi literalmente en medio del espectáculo. La frase: "Un cantaor de flamenco, ¿puede ser un proletario?", lo resume todo. Sinceridad, retrato de personajes y dramatismo se combinan en una narración que, de puro periodístico, a veces ofrece tintes surreales ante lo inverosímil de las situaciones.
-"Palos de ciego". El periodista y escritor David Torres combina dos sucesos impactantes en su vida: por un lado, la historia de un libro (el cual fue incapaz de escribir) acerca de la ejecución masiva de unos bardos ciegos tradicionales durante la época más oscura de las purgas estalinistas; y, por otro, el descubrimiento del fallecimiento por negligencia médica de su hermano (llamado también David, como él), de tan sólo un día de vida, en una de las clínicas que practicaron en su día en España el robo de bebés con el objeto de entregárselos a familias ligadas al franquismo. A partir de allí, construye un sobrecogedor y penetrante texto que trata sobre la infancia, la música, la historia (especialmente esa atroz etapa de los primeros años de la Unión Soviética), la literatura, la memoria, las bárbaras formas que tenemos de maltratarnos los humanos y, en especial, el imposible modo de exorcizar los propios demonios.
-Aunque no ambientada estrictamente en Rusia, "Enterrar a los muertos", de Ignacio Martínez de Pisón, narra un episodio que toca de manera profunda varios de estos temas. En este ensayo histórico, el autor sigue la estela de John Dos Passos, un prestigioso novelista norteamericano (reconocido por su izquierdismo así como por su amor por España, aunque escamado tras su primer viaje a la Rusia revolucionaria) que anda en busca de José Robles, su traductor al español, el cual ha desaparecido después de embarcarse, tras el estallido de la guerra civil, como voluntario en la causa de la República. La obra nos conducirá, entre otros lugares, a los oscuros tejemanejes de la Unión Soviética en España, así como la evolución de la guerra en el dividido bando encargado de defender de la democracia, o las desavenencias de Dos Passos con Hemingway (quien en ese momento trabajaba como corresponsal de guerra en Madrid, aunque las malas lenguas sisean con cierto fundamento que muchas de las batallas que narraba las vio desde el interior de su habitación en el Hotel Florida) a cuento de la desaparición de Robles. Un libro que trata sobre diversos aspectos tales como la amistad, las formas de sobrevivir en la contienda, la lucha entre los ideales y una realidad siempre ambigua, así como las consecuencias que tienen los grandes sucesos para las víctimas colaterales de la historia.
-Aunque no ambientada estrictamente en Rusia, "Enterrar a los muertos", de Ignacio Martínez de Pisón, narra un episodio que toca de manera profunda varios de estos temas. En este ensayo histórico, el autor sigue la estela de John Dos Passos, un prestigioso novelista norteamericano (reconocido por su izquierdismo así como por su amor por España, aunque escamado tras su primer viaje a la Rusia revolucionaria) que anda en busca de José Robles, su traductor al español, el cual ha desaparecido después de embarcarse, tras el estallido de la guerra civil, como voluntario en la causa de la República. La obra nos conducirá, entre otros lugares, a los oscuros tejemanejes de la Unión Soviética en España, así como la evolución de la guerra en el dividido bando encargado de defender de la democracia, o las desavenencias de Dos Passos con Hemingway (quien en ese momento trabajaba como corresponsal de guerra en Madrid, aunque las malas lenguas sisean con cierto fundamento que muchas de las batallas que narraba las vio desde el interior de su habitación en el Hotel Florida) a cuento de la desaparición de Robles. Un libro que trata sobre diversos aspectos tales como la amistad, las formas de sobrevivir en la contienda, la lucha entre los ideales y una realidad siempre ambigua, así como las consecuencias que tienen los grandes sucesos para las víctimas colaterales de la historia.
-"El niño 44". Best seller de Tom Rob Smith que también retrata el horror y la paranoia en la época de Stalin, introduciendo un suceso que sirve de desencadenante. ¿Qué ocurriría si, en el supuesto paraíso comunista, apareciera un asesino en serie? Thriller moderno y reflexión histórica a partes iguales.
-"Érase una vez la URSS". Dominique Lapierre, prestigioso periodista francés (autor, entre otros, de "Era medianoche en Bhopal") llega a la Unión Soviética en un momento de deshielo y -en un coche que parece incapaz de resistir un viaje de tantos kilómetros- se recorre un buen trecho de la Unión Soviética, narrando una perspectiva por supuesto subjetiva al proceder del otro lado del Telón de Acero. En todo caso, un curioso retrato de escenarios y un ameno libro de viajes.
-"Cicatriz", de Juan Gómez Jurado: un libro entretenido y adrenalínico, cargado de sentido del humor, que cuenta la historia de un inadaptado informático residente en Chicago el cual, sin comerlo ni beberlo, va a verse envuelto en una trama de mafias rusas que tiene ramificaciones con hechos acaecidos en Ucrania y durante la guerra de Afganistán. Con tantas dosis de cáustica ironía como sangre chorreando a borbotones, garantiza pasar un buen rato.
-Emmanuel Carrère es conocido por sus libros en los que entremezcla estilo literario con un profundo desmenuzamiento de la realidad. He leído (y me han gustado bastante) "El adversario" y "De vidas ajenas", con lo cual arremetí con gran ímpetu la biografía de "Limónov", un controvertido personaje cuya vida dibuja el nuevo panorama de Rusia tras la desintegración de la URSS. Abandoné el libro a medias -aunque no descarto retomarlo-, entre otras cosas, porque era fácil sentir tanto odio como ridículo por el protagonista. Sin embargo, hay que reconocer que, quitando el juicio que podamos hacer de Limónov, las peripecias que se narran acerca de él mismo y de los países en los que vive dan para pensar bastante. Una condición que podríamos adscribir a cualquiera de los libros en esta lista.
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