Caminar por una ciudad, en muchos casos, es similar a deambular a través de las páginas de un libro. Vas admirando los escaparates que se te presentan a un lado y a otro, recorriendo lugares nuevos, repitiendo por otros ya transitados, perdiéndote y volviéndote a encontrar. Por eso, una de las mejores maneras de visitar una ciudad (ya sea como preparación previa, o durante el viaje) es llevarte algún libro ambientado en dicha urbe, o que trate acerca de la misma. Así que, aprovechando un reciente periplo, os paso alguna de las lecturas por las que he vagabundeado para conocer ese enclave tan inabarcable que se llama Nueva York. Espero que os llene este pedazo de Gran Manzana:
Nueva York tiene toda clase de localizaciones interesantes para los amantes de toda clase de artes y espacios.
-"New York, New York", de Javier Reverte. No es el ambiente en el que más a gusto se desenvuelve este cronista de viajes, al menos en el terreno literario, en comparación con otros textos que le han salido más redondos (como sus ya míticos libros sobre África). Quizás sea porque Reverte, en lugar de explorar la urbe, más bien ha habitado en ella durante unos meses, y al final la costumbre saca, como casi siempre, lo mejor y lo peor de nosotros. De todos modos, su método habitual (entrecruzar vivencias personales con toneladas de literatura e historia al respecto) aporta suficientes datos interesantes sobre la ciudad que merece ser nombrada dos veces para echarle un vistazo al menos en una ocasión.
-Un esquema parecido articula Paolo Cognetti en "Nueva York es una ciudad sin cortinas", con unas cuantas salvedades: su recorrido, como él mismo dice, será no sólo incompleto (imposible devorar la fruta prohibida en un solo bocado), sino sesgado, personal, y bajo la óptica de un extranjero; además, enmarca los capítulos por barrios, a semejanza de los paseos que realiza por la ciudad que nunca duerme. Cognetti se centra mucho en la figura de los escritores que han relatado Nueva York (quizás la urbe más retratada del mundo, bajo diferentes ópticas) y de los habitantes más pobres de la urbe -con frecuencia los inmigrantes-. Y, aunque se le nota un exceso fervor en la búsqueda de la autenticidad -esa cosa que sólo existe cuando no te preocupas de ella-, qué duda cabe de que entre tantas páginas te descubre unas cuantas más que atrayentes, y que de hecho incitarán a nuevas lecturas.
-"Nueva York, insólita y secreta". Soy un asiduo a esta categoría de guías de la editorial Jonglez que, bajo el epígrafe, "insólita y secreta", te descubren una serie de hitos (quizá no muy secretos, casi siempre fascinantes) acerca de la ciudad que planeas visitar. Ideal para encontrarse curiosidades urbanas que en bastantes casos no se hallan en las guías de viaje: incluyendo algunas que a las que no peregrinarías expresamente, aunque, si se encuentran en tu camino, sin duda pasarás a echarles un vistazo.
-"Barrios, bloques y basura", como dice Julia Wertz en el subtítulo, es una historia ilustrada y poco convencional de Nueva York. Ilustrada porque la autora, una experta en estas lides, no sólo se vale del formato cómic para contar sus anécdotas, sino que realiza dibujos pormenorizados de determinadas esquinas de Nueva York, comparando cómo eran ayer con cómo lucen hoy. Poco convencional, en parte, por los temas: habla de librerías, de estancos, de bares, de paradas de metro, de negocios desaparecidos, de zonas llenas de basura, de asesinos, de videoclubs y tiendas de música. E irreverente también por el estilo: la autora lo mismo te lanza una soflama tildando de "gilipollas" a medio bicho viviente, como se abre en canal para relatarte sus vivencias sobre cómo habitó en un piso en Nueva York y luego fue desahuciada inmisericordemente de él (en muchos sentidos, es el diario de una exiliada, con un amor que sólo los desterrados pueden manifestar por el lugar que les expulsó). El libro es un mamotreto en cuanto al tamaño, pero se devora a mucha velocidad.
-"Poeta en Nueva York". El libro de poemas de Lorca exhibe la perenne ambivalencia de la ciudad. POr un lado, Lorca, en un estilo surrealista (andaba un poco mohíno el granadino porque le habían reprochado abandonar esta corriente en su "Romancero Gitano"), se queja de la inmensidad de la urbe y de su falta de humanidad. Por otro, sabemos que Nueva York le acogió favorablemente y que tuvo una vivencia personal más que aceptable. Ideal para quienes quieran revivir el mito del literato en tierras norteñas.
Por cierto, para que también tengáis vuestra propia guía de Nueva York, ésta que os traigo aquí es la que mi chica y yo elaboramos no sólo con lugares que visitar, sino con referencias cinéfilas, gastronómicas o de lugares donde gastaros los cuartos (ello incluye un par de librerías). Está centrada sobre todo en Manhattan, pero si rastreáis por vuestra cuenta podéis encontrar otras localizaciones chulas (como la famosa escalera y la casa del Joker en el Bronx, la vista del puente de Queensboro de la película de Woody Allen "Manhattan", o la maqueta gigante de la ciudad en Queens). Espero que os sirva para planear futuros viajes: aquí el enlace. Un saludo y felices destinos.
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