Los que me conocéis sabéis que no suelo publicitar libros que podáis llegado a escuchar por otro lado. Prefiero, en cambio, hablaros de rara avis que difícilmente accederían a vuestros oídos por otro sitios, o textos que poseen una -para mí- inmerecida falta de reconocimiento. Sin embargo, a veces es conveniente señalar o matizar determinados volúmenes un poco más famosos. Entre ellos, éstos que os muestro a continuación, y que he leído recientemente.
-Un amor, de Sara Mesa. Presentado por algunas secciones culturales como el mejor libro del año pasado (al menos, en la categoría de ficción), siento decir que no me ha emocionado tanto como el "Cara de pan" que publicó anteriormente la autora. Aunque unidos ambos por el mismo estilo sencillo e intimista, y por una profunda sensibilidad que recorre transversalmente continente y contenido, me resulta mucho más fácil identificarme con los problemas de una adolescente atribulada y la amistad improbable que desarrolla en "Cara de pan", que con la protagonista de "Un amor", a quien puedes comprender en su dolor pero con quien mucho más difícilmente compartirás criterios, al menos en cuanto al sentido de sus decisiones (como ha dicho la propia autora, en este libro hay de todo, pero lo que es historia de amor, ni una pizca). No es que sea un mal libro, pero recomiendo mucho más fervientemente el anterior.
-Exhalación, de Ted Chiang. Incluso mejor conjunto de relatos que en el anterior "La historia de tu vida", el cual contenía el relato que sirvió de inspiración a la estupenda película "Arrival", Chiang lleva a los límites las posibilidades de la ciencia ficción, y lo hace en todas las dimensiones que tiene a mano. Si el autor, en ambos libros, exhibe relatos muy cerebrales que poseen un sentido muy filosófico, que penetran hasta el interior de lo que somos como individuos, y en los que explora a fondo una amplia y variada cantidad de ciencias, también se atreve a romper tabúes y barreras no escritas como escribir relatos de ciencia ficción ambientados en la antigua Babilonia, en las creencias cristianas, en teorías científicas desfasadas o en el mundo medieval árabe. Como siempre en un conjunto de cuentos, hay un poco de todo, y de hecho Chiang se atreve con relatos muy breves o con otros que necesitan desarrollarse hasta el punto de convertirse casi en novelas cortas, con lo cual vais a encontrar unos que os gusten más y, por supuesto, otros menos. Pero, en general, el nivel es muy alto. Las explicaciones que Chiang ofrece al final de los libros, y donde detalla la inspiración para sus relatos, son también muy sugerentes.
-El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. Esta hermosa carta de amor de un hijo a un padre, desde la admiración pero no la hagiografía, constituye la semblanza de un ser que tuvo luces mucho más poderosas que sombras y al que, después de haber leído las andanzas de su vida (maravilloso el retrato familiar del inicio), muchos querríamos haber conocido y con el que desde luego hubiéramos deseado conversar. Las andanzas del padre del autor, un médico, humanista y activista por los derechos sociales colombiano que en 1987 murió asesinado, constituyen una historia que muchos podríamos haber vivido pues están llenas de referencias a las siempre complejas relaciones familiares y a nuestras propias contradicciones. Fernando Trueba dijo de la obra que "hice la película porque tenía miedo de que hicieran una película de ella", y confirmo que es una obra difícil de adaptar. Sin embargo, el material de partida es tan sugerente que entiendo también que lo hayan intentado. Espero por el bien de todos que les haya salido bien: de momento, el Goya a la mejor película iberoamericana les avala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario