martes, 1 de enero de 2019

Los libros y la historia real de enero: los mitos alrededor de la "Hypnerotomachia Poliphili"

Ilustración de L'Hypteronomachia Poliphili, que en ocasiones se ha utilizado como portada del libro.

En 1499, se publica en Venecia L'Hypteronomachia Poliphili, la cual suele traducirse como "El sueño de Polífilo", aunque si vamos a la etimología de la primera palabra, ésta proviene de hypnos (sueño), eros (amor) y machia (batalla), con lo cual la forma más correcta sería, estrictamente "el combate amoroso en sueños". Si críptico nos parece el título de la novela, más aún lo es su contenido, constituyendo uno de los libros más enigmáticos conocidos, junto con el Manuscrito Voynich entre otros y, según dicen, uno de los más hermosos jamás impresos. Partamos de que no es un texto hecho para que lo entienda todo el mundo: está escrito mediante un lenguaje que combina varias lenguas conocidas (entre las que se incluyen el latín y sus derivadas, pero también el griego, el árabe y el hebreo), y su escritura resulta particularmente intricada e ignota para el lector no iniciado. Su autor es desconocido, contiene 170 litografías cargadas de obscuro simbolismo y, en teoría, narra una historia de amor, la que se da entre Polífilo y Polia (a la que algunos denominan Lucrezia). Según "Roma insólita y secreta" (de Lovatelli, Morabito y Gradozzi), un catálogo de localizaciones recónditas, misteriosas y apasionantes de la capital de Italia, cuya lectura recomiendo fervientemente -y que me sirvió de punto de partida y buena parte de documentación para este post-, el argumento podría estar basada en la infructuosa relación entre Lorenzo de Médici y Lucrezia Donati (¿casualidad en el nombre?; aquí nada es casualidad), un romance que habría servido también de inspiración para el poeta cercano a los Médici Francesco Cei para componer su Giulia e Romeo, del que Shakespeare bebería sin disimulo para redactar su "Romeo y Julieta". Sin embargo, probablemente las intenciones de este texto, más allá de lo que pudiera parecer en la superficie, van más allá.

La Hypteronomachia ha servido de referencia a numerosas obras literarias. Entre las más conocidas, Pérez Reverte la menciona brevemente en "El club Dumas", pero resulta más importante la labor de "El engima del cuatro", una apasionante novela de intriga histórica donde Ian Caldwell y Dustin Thomason proponen una solución a los misterios de la compleja obra. Pero resulta aún más fascinante comprobar cómo ha influido en el panorama artístico: se dice que sirvió de inspiración a los jardines de Bóboli en Florencia y a los de Versalles en Francia. Asimismo, iluminó de manera directa a Bernini en su famosa escultura del obelisco sobre el elefante, situada en la plaza Minerva (diosa de la sabiduría) en Roma, donde antes se levantaba un templo de Isis (como vemos, nada en esta historia da puntadas sin hilo). Bernini, como recordaremos, es aquel archiconocido escultor y arquitecto del barroco italiano, autor de obras tan emblemáticas como la Plaza de San Pedro del Vaticano, "El rapto de Proserpina", "David" o "Apolo y Dafne" (todas fantásticas esculturas situadas en la igualmente fascinante y ensalzada por Henry Miller "Villa Borghese") o la mayor parte de las estatuas emplazadas a ambos lados del Puente Sant'Angelo. Pues bien, Bernini atesoraba una copia de la Hypteronomachia, y también la tenía (con anotaciones manuscritas) el Papa que le hizo el encargo al escultor, Alejandro VII. De hecho, fue dicho Papa el que hizo inscribir en latín la frase en la base de la escultura, que viene decir que el elefante (el animal más fuerte) es el único capaz de cargar con el conocimiento procedente de la antigüedad (en este caso, del "sabio Egipto", representado por el obelisco) y, por tanto, "se necesita una robusta mente para sostener una sólida ciencia". La estatua de Bernini se basa directamente en un grabado de la Hypteronomachia, y alude (como era lógico, tratándose todas éstas de obras entrelazadas con simbolismos) también a la resurección de la carne y la vida eterna (el obelisco surge del elefante de la misma forma en que la planta brota de la semilla): sin embargo, la escultura constituye seguramente la mejor representación visual de lo que, escondido entre las páginas de la Hypteronomachia, era el mensaje que pretendía transmitir su autor.


A la izquierda, el grabado en la Hypteronomachia. A la derecha, fotografía de la escultura de Bernini, realizada por el autor. La plaza se encuentra a unos pocos pasos del Panteón de Agripa, localización que sin duda hubiera maravillado tanto al Papa como al emperador restaurador del Panteón, el hispano y helenófilo Adriano.


Bernini era un crack. Y a quien os diga lo contrario, le enseñáis esta imagen de la mano de Hades asiendo el muslo de Proserpina. ¿Ha habido momento más sublime en la historia de la escultura? Buonarroti, por supuesto, diría que unos cuantos, y Rodin o Claudel añadirían unos pocos. Aunque, claro, resulta tan difícil escoger...

Como hemos dicho, el nombre de quien redactó la Hypteronomachia no se conoce pero, hace unos años, la investigadora Emanuela Kretzulesco encontró que la primera letra de cada capítulo, combinadas, generaban la siguiente frase: "El hermano Francesco Colonna adoró a Polia". Francesco Colonna era un monje que vivía en Venecia y predicaba en la Basílica de San Marcos. Sin embargo, para atesorar una vasta cultura en aquel tiempo, era conveniente provenir de una familia nombre, y Francesco no era una excepción: la familia Colonna dio a luz a un sinnúmero de prohombres italianos. Su núcleo de influencia irradiaba desde el barrio de la ciudad de Roma que poseían casi en exclusiva, donde levantaron la monumental Galería Colonna (aunque el nombre de la familia se basa en teoría en la columna en la que azotaron a Jesucristo, resulta difícil creer que la presencia de la columna levantada por el emperador Marco Aurelio en aquel lugar no haya servido de inspiración a aquellos influyentes potentados). En aquella época, una serie de grandes familias dominaban las distintas áreas de la ciudad de Roma y se disputaban (con permiso del Papa, que normalmente pertenecía a una de ellas) el control de la ciudad, llegando a la batalla campal entre sus sicarios si era necesario. En este contexto se desarrolla el nacimiento de la obra. Eran tiempos de discusión en la iglesia: los papas Borgia habían llevado al límite la capacidad de la religión para abarcar poder político y económico. Calixto XIII, años antes, había practicado el nepotismo, pero fue su sobrino, el valenciano Rodrigo Borgia (conocido durante su papado como Alejandro VI), quien llevó al paroxismo el ansia de lucro, practicando las alianzas matrimoniales (mediante su hija Lucrecia quien, al contrario de lo que se piensa, fue un peón más durante aquella interminable partida), la traición o el asesinato cuando era menester, empleando para ello la ayuda del veneno o de su hijo, el también astuto César Borgia (uno de los inspiradores para "El Príncipe" de Maquiavelo, según dicen). Aún después de la caída de los Borgia -por lo visto, víctimas del por una vez acertado karma: el papa Alejandro VI falleció (y su hijo favorito quedó muy tocado) como consecuencia de un camarero novato que erró con la copa que contenía el veneno que iba destinado a los otros comensales-, la imagen de la iglesia romana había quedado muy depauperada, y el saber que era a ese tipo de fechorías en lo que se empleaba el dinero de las indulgencias provocó que Lutero clavara sobre la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg sus famosas 95 tesis... y así empezó el protestantismo, del que ya conocemos la historia. En oposición a esta forma de ver el papel de la iglesia, un grupo de pensadores, entre los que se incluiría Francesco Colonna y a su tío Próspero, pero también el papa Nicolás V (llamado "el papa de las luces", en oposición a los Borgia que vinieron más tarde), el papa Pío II y varios teólogos, creían que la iglesia debía concentrarse sobre todo en la preservación del conocimiento, destacando la relevancia de mezclar el saber religioso con el pagano, sin desdeñar las tradiciones religiosas antiguas, incluyendo la mitología griega y egipcia. La idea de este círculo de pensadores era que el aprendizaje de la naturaleza era la mejor forma de comprender la creación divina, y de aproximarse por tanto a Dios. Éste es el mensaje en clave que transmite la Hypternomachia, en la cual Polífilo pretende alcanzar la sabiduría divina, encarnada en la figura idealizada de Polia, símbolo del conocimiento y del amor por la filosofía.

Como era lógico, el año de la publicación de este libro (1499) era uno terrible para hacerlo, pues eran los Borgia quien dominaban, y ello hubiera supuesto un ataque directo a su pontificado y a todo lo que representaba. Como los papas Borgia no se tomaban muy bien las críticas (recordemos lo que hicieron con Savonarola), Colonna escondió su mensaje -tan necesario en aquellos tiempos oscuros- en un libro tan críptico que sólo un auténtico humanista podía entenderlo, proporcionando una tabla de salvación (o una luz en mitad de la tormenta) a aquellos filósofos que se consideraban perseguidos en aquella era tan prosaica y tan dolorosamente salvaje, para que supieran que no estaban solos y que, en un tiempo más temprano que tarde, cualquier noche saldría el sol. "El enigma del cuatro" ofrece otra resolución de la intriga histórica, muy acorde también con las circunstancias de aquel tiempo, y que podría relacionarse muy fácilmente con el supuesto secreto que Francesco Colonna probablemente quería transmitir en la vida real pero, la verdad, el mensaje auténtico me parece tan hermoso que creo que él sólo podría rellenar varios libros de misterio y obras de todo tipo. Aunque quizás, para dejar satisfecho a Francesco Colonna, sólo le sería necesario saber que su idea ha calado hondo en nuestros corazones. Un amante de la sabiduría no necesita más.

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