lunes, 7 de abril de 2025

El relato de abril: "Usted puede vivir una aventura".

 Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. (…) Durante un año de la luna, he sido declarado invisible: gritaba y no me respondían, robaba el pan y no me decapitaban. He conocido lo que ignoran los griegos: la incertidumbre.

Jorge Luis Borges. La lotería de Babilonia.

 

HECHO 1. @Tiberiograco.bsky.social publica un bluit en Bluesky con la frase: “¿En losaños 30 se jugaba al rol?”.

HECHO 2. Tiberio continúa con un hilo donde describe la noticia que había leído en: https://www.cinthyaalvarez.com/centro-de-imaginacion-y-vida-intensa/. Dicha noticia comenta que, en mayo de 1936, una empresa española ofrecía, a cambio de una cómoda cuota, que dos escritores diseñaran de manera personalizada unas emocionantes aventuras donde recibirías crípticos mensajes y te verías inmerso en alucinantes sucesos. Estos lances se reproducirían en el mundo real, de tal manera que creerías vivir un episodio auténtico, ya que no podrías dilucidar si lo que te ocurría era producto de personas auténticas y del azar del mundo, o de la intervención de actores y la planificación de la compañía.

HECHO 3. Tiberio nos recuerda que esta empresa (muy cercana a la idea de la película de “The game” y seguramente inspirada, como el film, en un relato de Chesterton) operaba en mayo de 1936 y que, un mes y medio después, todo saltaría por los aires en España, llevándose por delante esta buena idea, como tantas otras cosas (la Escuela Histológica de Cajal, los experimentos de Emilio Herrera, la literatura de Lorca y de las Sin Sombrero, el arte de Raquel Meller y Maruja Mallo, tantas vidas anónimas que merecían la pena y que quedarían irremisiblemente destrozadas) valiosas y bellas.

HECHO 4. Yo me imagino esta historia:

 

                El anciano se hallaba de pie, en bata, con las zapatillas de andar por casa y gafas oscuras para evitar el daño que le producían los rayos del sol. Pensaba que, desde fuera, tendría una pinta ridícula; pero le daba igual. Porque allí, en medio de su palacio, iluminado bajo la ambarina luz de la mañana que provocaba brillos titilantes en los acabados dorados del mobiliario de palacio, ¿a quién coño le importaba como vistiera el hombre más poderoso de España? Francisco Franco sonrió.

                Sin embargo, inmediatamente, su semblante se agrió cuando alguien entró de improviso a través de las grandes puertas de madera. Un invitado sin permiso. El hombre iba vestido de manera elegante pero informal; llevaba encima un pequeño cuaderno, del que no se desprendió en toda la entrevista, y donde iba realizado anotaciones de manera intermitente; sin embargo, lo más sorprendente era el aplomo y la seguridad con la que se desenvolvía, de tal modo que lo primero que Franco pensó fue: “¿pero dónde coño se ha metido el servicio secreto?”.

                -Señor Franco… No tengo confianza para denominarle Don Francisco, aunque puedo llamarle así si lo desea. Si me permite, tenemos qué hablar.

                -¿Quién demonios es usted? -Franco balbuceó. No le gustaba el sonido de su propia voz. Si antes tenía tono de pito, con el tiempo se había transformado en los gimoteos entrecortados e impotentes de un anciano. Odiaba eso. Era una sensación que ni siquiera la firma de varias sentencias de muerte le conseguía aplacar.

                -Mire, soy el representante de C.I.V.I. en su zona. He venido a hablar de las condiciones de finalización del servicio…

                -¿Pero de qué está usted hablando?¿Qué hace usted aquí?¿Sabe que en cualquier momento van a venir aquí mis hombres y le van a llevar a fusilar?

                -De eso precisamente querría hablarle, señor Franco. Verá, no sé si se acuerda de que rescindió los pagos al CIVI hace poco. Le mandamos una carta para que confirmara o negara el desistimiento, pero no nos respondió, lo cual asumimos como una terminación del contrato. Así que, a partir de ahora, deja de funcionar la ilusión que hemos creado para usted. Todo esto -señaló el entorno circundante- se acabó.

                -¿De qué está usted hablando? Yo no he contratado ningún… CIVI… ¿Qué diablos es eso?

                -Las siglas son por “Centro de Imaginación y Vida Intensa”. Nacimos en el verano de 1935. Ustedes nos contratan, y nosotros nos encargamos de crear una historia en la que se verán envueltos y aportará emoción y alegría a sus vidas. Sin duda vio en alguna ocasión uno de nuestros anuncios en el periódico, y por eso nos contrató. Muchos lo hicieron en su momento, sin darse cuenta de todas las implicaciones que ello conllevaba. Y, claro, como una parte clave del éxito de nuestra iniciativa se basa en que el protagonista no sepa que lo que le está ocurriendo es una fantasía, acaban olvidándose de que nos han contratado.

                -Yo… yo… -Franco estaba desconcertado. Aquello le parecía irreal, pero todavía no había llegado nadie del servicio secreto ni de su guardia personal, así que no tenía más remedio que tomárselo en serio. Recordaba que en los últimos tiempos había revisado ciertos recibos y dado de baja algunos que no había sido capaz de identificar. El nombre de CIVI le sonaba vagamente. Pero seguía sin saber…

                -El caso, señor Franco, es que hemos terminado su simulación. Y eso incluye todo. El golpe de estado. La guerra civil. Casi cuarenta años de dictadura. Todo eso ha concluido. Y ahora va a empezar la vida de verdad. Entendemos que será un poco chocante, por eso he venido yo personalmente, para que la transición sea más senci…

                -Pero ¿qué cojones dice?-Franco no se pudo reprimir-. ¡He mandado al garrote vil a gente por mucho menos!

                -Lo sabemos, señor Franco. Eso es lo que usted creyó haber hecho. Pero eran, como otras veces, personas que trabajaban para nosotros. O clientes que habían contratado nuestros servicios y deseaban vivir una aventura, y conseguimos entremezclar esta trama con la suya. Por supuesto, para ellos hubo una salvación en el último minuto que procuró un desenlace afortunado. Nuestras fantasías (o eso intentamos) siempre son complacientes para nuestros clientes. Igual que lo ha sido la suya, no lo podrá usted negar.

                -¿Pero qué estupidez está diciendo?¡Yo soy un rey; soy el jefe del estado! He construido pantanos; he comandado ejércitos; ¡se han manifestado multitudes delante de mí!

                -Ja, ja, ¿verdad que somos convincentes? Entre sus generales se cuentan algunos de nuestros mejores actores contratados. La verdad, nos sentimos orgullosos de haber aprovechado la inauguración de instalaciones públicas por parte de la República para haber consolidado su fantasía. Y en cuanto a las manifestaciones espontáneas en la Plaza de Oriente… Bueno, usted sabía que eran una representación, ¿verdad? Pues lo eran, en efecto. Había un montón de asistentes que, para usted, eran lo que denominamos PNJs, Personajes-No-Jugadores. Luego, ellos se iban muy contentos a casa. Muchas veces, no sabían ni qué significaban las consignas que estaban coreando…

                -¿La… República?¿Ha dicho usted República?

                -Claro que sí. Mire, sé que esto le va a chocar, pero le va a pasar más tarde o más temprano, así que mejor que se entere ahora. La República ha seguido adelante, ha superado sus problemas, y España se ha convertido en un estado democrático. ¿Creía de verdad que la gente iba a permitir que un grupo pequeño de personas se hiciera con todo el poder y cometiera las barbaridades que usted quería llevar a cabo con otros? Por Dios, eso hubiera sido demencial. Lo cierto es que durante mucho tiempo sospechamos que no se lo tragaría… Pero bueno, como la cosa funcionó, seguimos adelante. Ahora que ya ha llegado a su fin, no hay ninguna necesidad de seguir fingiendo nunca más.

                A Franco se le pasó una frase por la cabeza que creía haber insertado en la mente de muchos hombres en numerosas ocasiones, pero que nunca creyó que fuera a pensar jamás: “No puede ser. Esto no me puede estar ocurriendo a mí”.

                -¿Y entonces…?-le faltó decir “qué me va a pasar”.

                -Pues ahora tendrá usted que marchar de aquí e ir a su casa de verdad. Es un poco más modesta que la de aquí, para ser sinceros. Y a partir de ahora, ya no formará parte de nuestras simulaciones y juegos. Le advertimos que su mujer le acompañará porque, claro, el contrato la incluía a ella, al formar parte de su unidad familiar. En cambio, su yerno… Verá, él también contrató uno de nuestros paquetes, y sigue creyendo que está casando con su hija, así que su vida seguirá girando alrededor de este palacio. De hecho, él piensa que ahora mismo le están operando a usted a vida o muerte. Y, por supuesto, hemos de mantener la ficción, al menos hasta que deje de pagar, así que no lo verá usted durante como mínimo unos pocos meses.

                A Franco le temblaba el labio. De repente, llegaron dos hombres tan altos como anchos, fornidos como armarios. El antiguo dictador no les reconoció como parte de su séquito, ni miembros de su equipo de seguridad. En cambio, parecían trabajar para el hombre que había irrumpido en su vida. El cual les hizo un gesto clarificador:

                -Chicos, podéis llevároslo. Señor Franco, ¿tiene alguna pregunta más? A partir de ahora, no tendremos ningún contacto (al menos directo) con usted. Puede que acabe por formar parte de la historia de alguno de nuestros jugadores, pero, si hemos hecho bien nuestro trabajo, ni usted ni ellos mismos lo sabrán. Que le vaya bien.

                Los dos guardias eran bastante explícitos en su lenguaje corporal: tocaba irse. Sin embargo, Franco alzó la mano, por primera vez en mucho tiempo, en un gesto suplicante:

                -Mire, ¿y si decido renovar a mi suscripción? Es que… no quiero que esto cambie.

                El representante de CIVI sonrió.

                -Normalmente, señor Franco, aceptaríamos, si decidiera usted pagar de nuevo sus cuotas, volver a ponerlo todo en marcha, con una nueva epopeya o una de corte similar. Pero he de confesarle, don Francisco, si me permite, que me han mandado a mí porque el suyo es un caso especial… Cuando uno trata, digamos, con los sueños de la gente, y con sus reacciones frente a los mismos, al final acabas viendo cómo es de verdad esa persona: en ese sentido, la Junta de CIVI ha divisado el interior de alma. Y créame, señor Franco… no les ha gustado. De hecho, me han dado instrucciones irrevocables de no alcanzar ninguna clase de nuevo acuerdo con usted en el futuro. Lo lamento mucho: es política de empresa. Tenemos libertad de elegir a discreción nuestros clientes. Y, en fin, después de lo que hemos visto -chisteó con desaprobación mientras le dirigía una mirada condenatoria-, no puedo reprochárselo…

                Los dos musculosos hombres de acción hicieron un gesto que hubiera sido innecesario, pues Franco, desarmado, se dejó llevar tácticamente. El representante del CIVI se quedó en medio del palacio, con su cuaderno, echándole un vistazo general a todo mientras (como había ocurrido, sobre todo, a lo largo del último tercio de entrevista) anotaba crípticos mensajes en su cuaderno de manera frenética.

                -Este escenario, de verdad, va a ser increíble… Nos va a permitir hacer cosas impresionantes…

                Sus ojos le brillaban.

                -Va a ser magnífico. Increíble. Nos quedan tantas aventuras por explorar…

                Dirigió su mirada hacia el lector, apuntándole con el lápiz.

                -Y el protagonista… podrías ser tú…

martes, 1 de abril de 2025

Una obra de arte: "Inside In"

Esta pequeña obra de arte es un homenaje al cerebro humano, a todo lo que es capaz de hacer y crear, y a su funcionamiento. Contiene multitud de detalles que espero que os llamen la atención: ampliad la imagen haciendo "click" sobre la misma, y dadle al coco para descubrirlos. Saludos cerebrales.