lunes, 23 de enero de 2023

Las películas del mes: unos cuantos films sobre cocina

Si en posts anteriores hablamos acerca de libros y películas relacionados con el mundo de la gastronomía, colgamos aquí una nueva entrada acerca de films, series y programas televisivos donde el gusto, el aroma y el sabor juegan un papel fundamental, y donde ha colaborado Cris Kitchen a la hora de aportar recetas que mariden bien con la programación audiovisual. Un picadito de historias, que esperemos que hagan las delicias de la mayoría y, sobre todo, os despierten el apetito suficiente como para solicitarlas en el menú:

Esto es lo que entiende Dall-E como una receta de cine. ¿Qué os parece?¿Os inspira alguna película concreta?¿Os da hambre? Y, sobre todo, ¿qué narices creéis que es?

-Los franceses siempre le han dado mucha importancia al arte del buen comer, y no es raro que hoy muchas de las recomendaciones que servimos hoy sean de procedencia gala. Delicioso realiza una especulación (a partir de hechos históricos distorsionados) sobre el origen de los primeros restaurantes, y reflexiona sobre las diferencias entre clases que, en la vida real, motivaron la aparición de los mismos. Resulta tan gustosa como sofisticada. Vatel, por otra parte, pretende recrear el ambiente de los grandes banquetes de la aristocracia y monarquía pre-revolucionarias a partir de la figura del mítico cocinero Vatel, a cuya tormentosa historia dan una vuelta -casi se diría que una excusa-. Aunque se trata sobre todo de un espectáculo para la vista, no deja mal sabor de boca. La cocinera del presidente también se basa en hechos verídicos, en concreto en las vivencias de quien fue la cocinera a cargo de las papilas gustativas de François Miterrand, una pesada responsabilidad que la protagonista se toma con absoluta seriedad y dedicación. El chef, la receta de la felicidad, en contraste, se trata de una comedia sencilla y sin demasiada capas acerca de qué aspectos de nuestra existencia definimos como prioritarios. No es para tirar cohetes pero sus actores (entre otros Jean Reno) le insuflan una cierta vida. Finalmente, La brigada de la cocina abandona los fogones de los restaurantes más exclusivos y extrae una lección social a cuenta de los MENAs que probablemente los franceses, tal y como está la cosa, necesiten como el comer.

    Para ver algunas de estas películas, sugerimos preparar antes un sabroso hachis parmentier elaborado con confit de pato que (experiencia personal) sabe de rechupete.

-A mí Pig me ha sorprendido. Te cuentan que la historia se centra en cómo a Nicholas Cage le han robado su cerda trufera y va en busca de los raptores, y te imaginas cualquier cosa. No obstante, la película te sorprende, y no sólo porque no sea la matanza que prometía (tiene un par de escenas duras, pero literalmente un par, y no demasiado terribles). Se trata ante todo de un relato frágil, delicado, cuidadosa y esmeradamente emplatado para que ahondemos en por qué es tan importante la comida y qué relación tiene con la parte más valiosa de nuestras vidas. Y probablemente, además, atesora la mejor interpretación de Cage en los últimos años. Yo, sinceramente, me atrevería a degustarla.

    Para acompañar esta película, recomendamos un plato bien cargado de trufa. Sí, sabemos que la trufa está cara en el mercado (si os interesa, os podemos recomendar gente que la trabaja), y además os decimos que ha de ser fresca (congelada pierde completamente el aroma, el cual constituye el valor diferencial de este alimento; otros métodos de conservación pueden servir, pero no igualan ni mucho menos al producto recogido unos pocos días antes. Por cierto, ya no se emplean cerdos: un perro -en realidad, perra- funciona mucho mejor). Lo ideal es mantener la trufa en un recipiente cerrado durante unos cuantos días con un producto con alto contenido en grasas, el cual absorba su aroma: lo clásico es hacerlo con huevos. Tras 2-3 días, preparar los huevos al gusto (se aconsejan fritos, y rayando trufa al gusto por encima). Para amantes de los olores sofisticados.

-Las series también han tocado el mundo de la restauración. Para paladares acostumbrados a sabores fuertes, Hannibal es toda una experiencia culinaria (tratándose de un psiquiatra caníbal, podéis imaginar que abundan los platos que dicen mucho; si habéis sido capaces de sobrevivir a eso, también os recomendaría que os paseéis por la película Estómago). Para comensales más sensibles, yo recomiendo especialmente Midnight Tokyo Stories, una serie de Netflix centrada en uno de esos pequeños locales de comida sencilla tan abundantes en Tokyo, donde el cocinero protagonista promete prepararte el plato que quieras siempre y cuando tenga los ingredientes. Punto de partida que sirve de base para una serie de historias entrecruzadas que contemplan los aspectos más íntimos y personales los entrañables parroquianos de este bar. Prometo bocados dulces, tiernos, que te dejarán con una sonrisa en los labios, y ganas de pedir más.

    No somos expertos en cocina japonesa (menos aún en el canibalismo). ¡Más bien al contrario, agradeceremos sugerencias (sobre el canibalismo no, claro)! De hecho, nos encantaría viajar a Japón en los próximos años... y alguna recomendación culinaria no nos vendría nada mal. ¡Aregato ya por adelantado!

-Somebody feed Phil. No soy muy de programas de televisión relacionados con el mundo de la cocina, pero en este caso, la figura de Phil Rosenthal (productor de "Todo el mundo quiere a Raymond"), un individuo bonachón, adorable, al que has de querer casi por decreto, paseándose por medio mundo mientras ruega que le den de comer, y poniendo cara de exaltación cada vez que prueba un bocado, es para enamorar a cualquiera. Además, el programa sirve de excusa para reflexionar sobre el lado geográfico, histórico, social (y por supuesto culinario) de cada uno de los lugares que visita. Os recomiendo especialmente el programa sobre Madrid, donde el equipo de Phil descubrió que la riqueza gastronómica de un país no tiene por qué residir en un restaurante cinco estrellas, sino simplemente en un bar aleatorio donde un sencillo plato de gambas al ajillo te puede dejar muerto en el sitio.

    Cuando Phil viaja por el mundo, suele visitar a chefs de renombre; pero en cambio, cuando lo hace por Estados Unidos, suele acudir a lugares de toda la vida, quizá porque conoce mejor a los cocineros y el producto que está degustando. En ese sentido, pocas combinaciones de especialidades locales nos parecen más apetitosas que las de Nueva Orleans. El restaurante Gumbo, ubicado en Madrid (os podéis fiar de él: van norteamericanos auténticos), no sólo nos ha deleitado con estupendos platos, sino que, además, gracias a que de vez en cuando publican sus recetas, nos permitió construir nuestra versión particular de la sabrosa sopa denominado gumbo (aunque da la impresión de que las instrucciones de este plato en particular han desaparecido de la web, que no del restaurante; en todo caso, recomendamos ir igualmente, porque mejor versión que ellos no la vais a cocinar).

-Si os gustan los concursostengo la satisfacción de mencionar un programa de cocina poco conocido en España, aunque sí que nos ha llegado su emisión (no sé si ahora mismo se podrá encontrar por Internet; espero por vuestro bien que sí). Se trata de Sabotaje en la cocina, una competición televisiva estadounidense donde los protagonistas son obligados a cocinar recetas -en apariencia sencillas- bajo condiciones imposibles, como trabajar en cocinas diminutas, carecer de los más elementales ingredientes, o tener que sortear toda clase de imprevistos en mitad del proceso. No tiene nada que ver con ninguna de las historias que hemos comentado antes pero, al disfrutarlo, cabría pensarse que escritores y guionistas como Tarantino, Agatha Christie o George R.R. Martin forman parte del elenco del show.

    No os vamos a sugerir ningún plato especial con esta recomendación porque ya bastante complicado está cocinar por culpa de la inflación y el precio de algunos productos esenciales: eso sí, pensad que una tortilla de patatas, aunque salga mal, siempre puede convertirse en unos excelentes huevos rotos. Incluso aunque haya que sacrificar la cebolla (a muchos no les supone un problema) si sospechamos que la receta va a terminar en desastre.

Bonus (a modo de postre): La comida de Big Bang Theory. ¿Os habéis fijado en que -a pesar de que no es una serie que trate primordialmente ese tema- buena parte de las escenas de la serie “Big Bang Theory” transcurren durante almuerzos o cenas y, sin embargo, casi ninguno de los personajes pega bocado? Sea por no interrumpir los diálogos, o porque queda mal ver a alguien en primer plano con un trozo de espinaca entre los dientes, lo cierto es que alguna vez nos hemos preguntado si las viandas que les ponen a los protagonistas son de plástico (como sí que ocurre, por ejemplo, en las películas de Harry Potter, ya que, por lo visto, la multitud de repeticiones convertía el olor a comida en un infierno). Aunque, al observar algún mordisco aislado, uno empieza a pensar que más les vale que no.

lunes, 16 de enero de 2023

Las historias reales de enero: más hilos, ahora también en Mastodon

Os ofrezco una serie de hilos alrededor de sucesos tan reales como sorprendentes, publicados tanto en Twitter como en Mastodon: en ellos hablamos sobre un beso aparentemente anecdótico e intrascendente que trastocó varias vidas de manera irreversible; revisamos también la historia de los refugios de la guerra civil en Almería, y cómo consiguieron conservar la luz en medio de tanta oscuridad; aquí comentamos la curiosa epopeya de los zabbaleen, un pueblo que ha hecho de la basura su forma de vida, y que gracias a ella ha construido un glorioso templo y una lección para el mundo; y en este enlace ampliamos detalles sobre algunas jugosas anécdotas que ya narramos en su día acerca de "El tercer hombre" (en un hilo, por cierto, que tuve la ocasión de comentar en una emisora de radio venezolana). Espero que los disfrutéis y os hagan entrar con fuerza este año. Un saludo.

lunes, 9 de enero de 2023

La historia corta (rescatada) de enero: "Refugio"

Refugio

                Un chico indigente pidiendo refugio en un albergue:

            -Lo siento –le responden-. No puedes entrar. Nos faltan plazas, y tú no tienes prioridad. Eres demasiado joven.

            El joven se queda extrañado, y pregunta:

            -Y mañana, ¿también seré demasiado joven?

            -También.

            -¿Y dentro de un año, también seré demasiado joven?

            -Sí.

            -Entonces, ¿nunca voy a poder entrar?

            -No...

            Se corrige.

            -Quiero decir, sí, cuando llegues a viejo.

            -No llegaré a viejo.

            Sobre todo, si no me dejas entrar.

domingo, 1 de enero de 2023

El relato ampliado de enero: "Cambio de tono"

Una versión primigenia de este relato (sensiblemente más corta, para adaptarla a las necesidades editoriales del momento) fue publicada en el segundo ejemplar del fanzine Fragmentos de tinta. Ahora os lo presento tal y como estaba concebido en su génesis original. Por cierto, como muchos sabéis, ya no sacamos nuevas entregas del fanzine, pero podéis consultar los viejos ejemplares en este enlace, así como algunas narraciones, críticas y ensayos sueltos en el formato blog que adquirió en los últimos tiempos. Mis relatos (más cortos o más largos), por otra parte, he ido incorporándolos al blog a lo largo de los últimos meses, para que tengáis a mano todas las opciones. El lugar físico o virtual que ocupen las historias, como suele decirse, es lo de menos: el hueco que ocupan en nuestra mente, por el contrario, ya es otro cantar.

Cambio de tono

      Para explicar esta anécdota tengo que aclarar un poco el contexto: hace bastantes años tuve un accidente y, aunque ahora prácticamente no se me nota, me quedan aún algunas secuelas. Una de ellas es que tengo una oreja de plástico. A decir verdad, tengo varias orejas de repuesto, y voy cambiándolas según la época del año, para así ajustarlas a la coloración del resto de mi piel. Esta historia ocurrió precisamente durante una época en la que estaba pasando unos días en casa de mi hermana en la playa, y percibí que mi tez había quedado tostada por el sol. En ese momento, quise sustituir mi oreja de aquel entonces por un repuesto de un tono algo más moreno, y me metí en mi cuarto para llevar a cabo esta acción con cierta privacidad. Pero hete aquí que mi sobrino, que es un terremoto, quiso darme una sorpresa y entró de improviso en mi cuarto, sin avisar. Del susto (a causa del grito que el niño me soltó casi al lado de mi cabeza) solté un respingo y entonces constaté su cara de terror. No me di cuenta hasta unos segundos más tarde: en medio del caos, mi oreja se había caído delante del tierno infante, y ahora hallaba en el suelo, allí plantada, como si nos estuviera contemplando amenazadoramente.

                Yo no sabía muy bien cómo explicárselo a mi sobrino, quien no conocía nada acerca del accidente, pero la actitud que adoptó me facilitó mucho las cosas: salió corriendo como alma que lleva el diablo, y durante el resto de la tarde no tuve ocasión de verle ni un solo segundo.

                Con el paso de los días, sin embargo, el contacto fue inevitable, aunque yo me di cuenta de que mi sobrino me rehuía, contemplándome desde lejos con una mezcla de recelo y temor. Comprendí qué era lo que ocurría cuando sorprendí al niño un día, revelándole a su madre una confidencia: “Mamá, creo que le he roto la oreja al tío Javi”, se atrevió a confesar, en tono de disculpa, muy apesadumbrado. Intenté aplacar su angustia al cabo de unos minutos.

                -Miguelín, he de contarte una cosa: en realidad, soy un espía. Por eso, tengo una oreja electrónica, que permite escuchar las conversaciones a distancia. Es una oreja muy útil. De hecho, creo que voy a ponerla de vez en cuando en tu cuarto, para saber si estás haciendo alguna maldad.

                Claro que no estoy muy seguro de haberlo arreglado. Mi hermana me dice ahora que, cada vez que va a darle su beso de buenas noches, nota a su hijo intranquilo:

                -Me parece que se pasa un rato con los ojos abiertos después de apagar las luces -confesó-. Como si en su cuarto se hubiera metido alguien y quisiera averiguar dónde está…