Mi hija tiene
de novio a un genio malvado.
Para ser concretos, me ha traído a
mi casa al diablo.
Y no me refiero al diablo, “ese tipo
es muy malo, muy malo”, no. Me refiero a Belcebú. A Lucifer. A Satanás. Con
cuernos, pezuñas y una cola que cada vez que pasa por el aparador amenaza con
tirar un jarrón. Me ha traído a mi casa al mismo demonio. Como se pueden
figurar, estoy consternado.
Cuando me enteré, yo le dije:
-Pero hija, ¿cómo puedes hacerme esto?¿Es que no sabe que en tu
casa hemos sido siempre católicos de toda la vida?¿Cómo puedes traernos a
ese... a ese ser repugnante a casa?
-Papá, no le llames ser repugnante, yo le quiero...
-Pero hija, ¿no te acuerdas de cuando, hace un par de años, Belcebú
trató de conquistar el mundo? Estuvo a punto de lograrlo, la ONU le declaró
persona non grata para el género humano, le acusaron de crímenes de guerra,
menos mal que al final desistió a tiempo antes de ocasionar una desgracia...
-Ay, papá, todo eso ya ha pasado. Luci ya es un chico común y
corriente, desde que me conoce ya no tiene más ambiciones que la vida familiar.
Por decirte que su afición más excitante es apoltronarse en el sillón los
domingos por la tarde, en lugar de contentar a su gatita...
-¡Dios mío, hija, ¿cómo puedes hablarme de esas cosas?!¿Cómo
puedes practicar el sexo con ese engendro tan terrible?¿Con qué te agarra, con
esas pezuñas, con esa cola...?
-Hombre, papá, Luci puede convertirse en un ángel caído de torso
musculoso y ricitos dorados en cuanto quiera... Pero a mí la versión que me
gusta más particularmente es cuando se disfraza de enano perverso y entonces...
-¡Calla, hija, calla!¡No quiero escucharlo!-protesto y salgo
rápidamente de la estancia con las orejas tapadas.
Cuando lo hablé con mi mujer, ésta, para mi sorpresa, tampoco
parecía darle excesiva importancia:
-¡Pero Marisa, es un ser demoníaco!
-Ay, Fernando, espera un poco antes de juzgar al muchacho... Vamos
a invitarle a cenar esta noche, a ver qué te parece.
-¿Invitarle?¿A cenar?¿Sentar a mi mesa a Azazel?¿Pero de qué estás
hablando?¿Qué quieres darle comer, un becerro ensangrentado?
-Patricia me ha dicho que prefiere bastante más las ensaladitas...
-¡Me niego a compartir mantel con un ser del averno!
-Pues como quieras, querido, pero esta noche te había preparado tu
plato preferido...
-¡No cederé a ese chantaje!
-... claro que a lo mejor es un plato demasiado pesado, teniendo
en cuenta que hoy corres el riesgo de dormir en el sofá... No siempre es cómodo
para según qué digestiones.
Al final me dejé convencer. Después de todo, sólo durante la cena
podía tratar de encontrarle algún punto flaco a aquel tentador de Cristos para
así convencer a las mujeres de mi casa que aquel noviazgo era una locura.
Cuando entró en mi casa, desde luego, he de confesarlo, se
comportó de manera encantadora. Exhibió excelentes modales, no expulsó fuego
por la boca, e incluso se había recortado los extremos del bigote, dándole una
apariencia muy elegante, de no ser quizás por los cuernos... ¡Pero ése no es el
tema!
-Bueno, Lucifer... Si es que puedo llamarte así... ¿O prefieres
que te nombre como señor malvado del universo?
-No, no, con Lucifer está bien. En cuanto a tí, Fernando, si me lo
permites, ¿podría llamarte papá?
Me empezaba a hervir la sangre, y mi cara se ponía roja como la de
un pez de colores. Intenté provocarle un poco más.
-En esta casa rezamos siempre al inicio del almuerzo, Belcebú –le
espeté-. ¿Querrías leer algún fragmento de la Biblia para complacernos, o te
molesta demasiado? Porque claro, me figuro que no será santo de tu devoción, y
perdona la expresión.
-Uy, papá, si Luci se sabe toda la Biblia del derecho y del revés,
me aburre continuamente recitándome pasajes y pasajes... Estoy ya hasta las
narices de esto.
-A Patricia no le apasiona demasiado –aclaró el demonio-, pero yo
considero que es la mejor comedia de todos los tiempos. ¿Para cuándo sacan la
tercera parte?
Me agité incómodo en mi asiento. Planteé entonces otro tema de
conversación.
-¿Y qué planes tienes para el futuro?¿Qué es lo que vas a hacer en
estos... próximos milenios?
-Oh, nada muy espectacular, supongo. Seguir administrando las
almas que llegan al infierno. Asesorar a la Iglesia católica en un par de
puntos mensuales... La próxima semana pretendemos modificar el contrato tipo de
venta de almas, vamos a cambiar cosas basándonos en el sistema de las compañías
de móviles, funciona mucho mejor. En cuanto al Apocalipsis, nos lo planteamos a
algo más largo plazo...
-Yo pensaba que de eso se ocupaba Dios...
El diablo colocó una expresión de sorpresa y de cierto pudor en el
rostro.
-Ah, pero, ¿todavía seguís creyendo en esa superstición?...
Mi explosión en la cocina fue antológica.
-¡Marisa, tiene que marcharse!
-Espera al menos que se termine el postre...
-¿Pero has visto las cosas que estás diciendo?
-¿Y tú has visto qué bien me come?¡Nadie me había alabado tanto
mis platos!¡Ni siquiera tú, Fernando! Es un chico atento y considerado.
-¡No volverá a poner los pies en esta casa!
-Pues lo dudo mucho, querido, porque lo vas a tener de yerno, y yo
no quiero que Patricia deje de venir por aquí...
-¿Qué... de yer...?
-Todavía no saben si por la iglesia católica o por lo civil...
Patricia es más de hacerlo desnudos en una playa, pero Luci dice que la
tradición es la tradición...
-¿Luci?¿Luci?
Me encontraba desolado. El abrazo acogedor de Satán, no me
reconfortó ni lo más mínimo.
-¿Qué tal, suegro? Si quieres, puedo ofrecerte algún carguito.
Nada muy engorroso, no te preocupes, y bien pagado... Presidente de Estados
Unidos, del Fondo Monetario Internacional... Incluso director general de Ikea,
si prefieres algo de mayor responsabilidad...
Pero no, me dije a mí mismo, esto no puede continuar. Y por eso,
comencé a investigar los archivos para averiguar los motivos por los cuales Luci,
digo, Satanás, había renunciado a conquistar el mundo hace un par de años. Y
una vez los descubrí, recurrí entonces a lo único que me podría librar de este
Tártaro particular. Pero parecía que ni siquiera eso me iba a salvar: la boda
se iba a celebrar pronto, demasiado pronto.
La ceremonia –que fue financiada en exclusiva por el novio-, tuvo
más de mil invitados, incluyendo pintores atormentados, productores de cine aún
vivos, Jimi Hendrix se encontraba demasiado borracho para venir. El sacerdote,
un reputado Sumo Pontífice viejo amigo del novio, estaba a punto de declararles
marido y mujer... Las gotas de sudor se agolpaban sobre mi frente, pensaba que
me iba a dar una taquicardia allí mismo, menos mal que media plantilla del
Monte Sinaí se encontraba por allí. Pero en el último momento, una llamada
telefónica lo detuvo todo.
-Sí, perdón, perdón, es mi móvil, voy a ver quién es –se disculpó
Satán-. ¿Ah, eres tú?¿Qué pasa, qué querías?
Y la cara del demonio -a pesar de ser normalmente roja-, de la
lividez, se tornó de un rosado monísimo.
-¿Có... cómo?¿Pero...? Sí. Entiendo. Entiendo. Sí, claro, por
supuesto, comprendo. De acuerdo, si insistes.... Muy bien. Nos vemos entonces.
Colgó. Entonces, volvió la cabeza hacia Patricia, y le dijo:
-Lo siento, Patricia. No podemos casarnos.
Los ojos de Patricia se llenaron de lágrimas.
-Pero Luci... Luci, yo te quiero...
-Ya lo sé, cariño... Pero tengo que marcharme. Discúlpame, algún
día te lo explicaré todo...
Y se marchó corriendo, dejando a la concurrencia cuchicheando
incansable acerca del incidente. Mi mujer acudió consternada a auxiliar a mi
hija –y a ofrecerle pastitas a los diablos menores-, mientras que la abuela del
novio trató de manera insistente -más aún que durante la boda-, de meterme mano
en el paquete. Pero a mí no me importaba. Mis gestiones habían dado resultado.
La persona a la que había llamado, por fin me había hecho un favor.
Y era que mi futuro yerno no se había podido casar, por la misma
persona que le prohibió en su día conquistar el mundo, y que era la dueña
absoluta de sus acciones...
Porque lo que poca gente sospecha, y era lo que yo me había
intuido, es que el diablo, en tiempos pretéritos, le había vendido el alma a
Bill Gates.
Porque sabe el diablo más...