El informe Salmacis
Éste es el expediente donde queda reflejado, a modo de
sumario (un dossier más extenso se halla disponible bajo solicitud), el
análisis de la población aborigen contenida en el entorno natural denominado
<<Las Marismas>>.
En
adelante, en documentos sucesivos, se mencionará como <<informe
Salmacis>> o <<informe Hermafrodito-Salmacis>> (nombre sin
relación con el contenido del texto; para más detalle, léase el capítulo
correspondiente del informe B-3221, apartado 3/c, sección <<Mitología>>).
La memoria consta de tres áreas respecto a sus
conclusiones, además de una recomendación final:
1) ASPECTOS
ANTROPOLÓGICOS.
A los científicos, lo primero que les
llama la atención es la estructura de la sociedad Marisma. Los hombres conviven
junto con sus hijas. Las mujeres, en cambio, lo hacen con sus descendientes
masculinos. Los dos campamentos itinerantes de esta sociedad nómada no se
cruzan nunca. De hecho, los investigadores han sido incapaces de localizarlos
al mismo tiempo en ninguna de las campañas de estudio de esta cultura. Las
crónicas orales dicen que, una vez al año, hombres y mujeres en edad de
procrear marchan a una isla en mitad de las marismas naturales que les
proporcionan sustento y nombre, y se dedican a un frenesí salvaje de donde
surgirán sus vástagos. Se supone que, en función de la naturaleza de los mismos,
se les asigna el lugar donde crecerán y vivirán. No obstante, ninguno de los
Marismas consultados ha sido capaz de aclarar cómo se realiza el desplazamiento
(en el caso de que el hijo sea hembra) para que una niña acabe en el campamento
masculino, o para que individuos de ambos sexos, cuando cumplan la mayoría de
edad, migren al campamento contrario. La mayor parte de las veces, al
comentárselo, los interpelados rehúyen la cuestión. Algunos han afirmado que el
intercambio se produce de manera espontánea, como si la teleportación fuera
posible. Una nativa ha insinuado que los hombres Marisma también son capaces de
quedarse embarazados, pero que sólo darán a luz a mujeres. Cuando le
preguntamos si esto implica que las féminas Marisma únicamente engendran
varones, la mujer se niega a responder. Ciertos investigadores han esgrimido la
teoría de que, cuando los Marisma se hacen mayores, cambian de sexo para
adaptarse al entorno predominante entre los adultos. Aunque esta hipótesis se
desechó por inverosímil, lo cierto es que el aspecto andrógino de los
adolescentes Marisma no desincentiva su defensa. En torno a esta especulación
ha surgido la posibilidad de que la muerte de cada individuo Marisma goce de un
papel en el nacimiento de nuevos componentes de la tribu; no obstante, los
detalles sobre el proceso no se hallan ni mucho menos perfilados. En todo caso,
ninguno de los miembros de la comunidad ha sido capaz de señalar el emplazamiento
de esa isla casi mítica, la cual se supone que todos los Marisma visitan al
menos una vez en la vida para reproducirse. Según ellos, la isla es flotante, y
no sigue recorrido estable alguno. Su superficie va transitando de manera
aparentemente errática de un lugar a otro y, sólo cuando es necesaria su
presencia, la isla surge de entre las brumas que, por lo común, la ocultan y la
cubren. Pueblos colindantes con los Marisma, sin embargo, afirman que esta isla
en realidad no existe, y que sólo se trata de una invención de sus vecinos para
tomarles el pelo a los investigadores.
2) ASPECTOS
LINGÜÍSTICOS.
Una de las características que más confundió
a los expertos sobre el lenguaje Marisma es una curiosa propiedad que tardaron
mucho tiempo en desentrañar, generando toda clase de malentendidos. El género
gramatical de su idioma no se corresponde en absoluto con el sexo de los
componentes de la tribu. Los nombres de los varones se designan usando letras,
y los de las mujeres, mediante números. Al quedar, a través de dicha
nomenclatura (dada la idiosincrasia tan especial del grupo), despejado el sexo
y edad aproximada del individuo, se cree innecesario adscribir un género
gramatical a ningún miembro de la sociedad Marisma. Lo mismo se considera
respecto a los seres externos a la comunidad, ya sean vivos o inanimados. De
hecho, el género se emplea de una manera muy distinta a como lo hacen otras
variantes lingüísticas. Las palabras femeninas distinguen sujetos que
participan en acciones ambientadas en el futuro, mientras que las masculinas se
refieren a entes cuya importancia radica en los acontecimientos que vivieron en
el pasado. El tiempo verbal presente no se utiliza dado que, para los Marisma,
el presente, nada más aparece, se va; y, por tanto, en realidad, no existe*.
*Nota adicional: quizá por este mismo
motivo, los Marisma niegan la existencia de un género neutro, tanto en los
seres vivos como en las palabras. Pero el sentido y base de esa especulación se
comprenderá mejor más adelante.
3) ASPECTOS
ANTROPOLÓGICOS-LINGÜÍSTICOS.
No obstante, el fenómeno que más impactó
a los investigadores fue la creencia que tiene este colectivo de que el
lenguaje (en concreto, su lenguaje o, al menos, el modo en que ellos lo emplean)
modifica la realidad. De hecho, este pueblo no considera que, como el resto de
los indígenas del mundo, deba adaptar su estilo de vida al ambiente donde
reside. Los Marisma opinan que, por el contrario, mediante las palabras, la
tribu es capaz de alterar el medio que les rodea. Así que, por muy pútridas y
repugnantes que nos resulten esas ciénagas que ocupan, ellos aseguran que el
entorno del pantano lo han creado conscientemente. Quizá eso explique la
aparente naturalidad –la palabra <<felicidad>> no sería la más
apropiada– con la que se desenvuelven en él, como si supieran que constituye su
destino inequívoco. La narración se vuelve aún menos creíble al argumentar que
el uso del género gramatical como un sustituto de los tiempos verbales no es
arbitrario, sino que ambos conceptos se hallan íntimamente relacionados: al
hablar del futuro en femenino, y del pasado en masculino, lo que hacen es
transformar, respectivamente, el mañana y el ayer de los miembros de su tribu.
O, por decirlo de otra manera, la frase que hemos enunciado antes (“hablar del
futuro en femenino, y del pasado en masculino”) es incorrecta: más bien al
contrario, ellos mencionan a lo femenino en futuro, y de esa forma afectan al devenir
de las mujeres, y ellas (resulta importante esa distinción) nombran a lo
masculino en pasado, y de esa forma mutan la biografía previa de los hombres.
El mecanismo, por lo visto, es bidireccional, pero no funciona en sentido opuesto:
es decir, ningún sexo puede influir sobre sí mismo. Quedan por discernir las
consecuencias que este peculiar modo de ser las cosas tendría para las
generaciones más jóvenes. Desde luego, tanto hombres como mujeres atribuyen
mucho más enfáticamente este peculiar “poder” –por denominarlo de alguna manera–
a los adultos de la tribu, tanto en su capacidad para ejercerlo como para
sufrir sus secuelas. Es ahí donde los científicos aventuran la más radical de
sus hipótesis: aunque nunca lo confiesan abiertamente –quizás por miedo a lo
que ocurra cuando el mundo exterior lo descubra–, los Marisma dejan caer que sus
dos campamentos anidan en distintos momentos de la línea temporal. En teoría,
cabría esperar que los hombres habitaran el pasado y las mujeres el futuro,
pero, a efectos prácticos, da un poco lo mismo, ya que ninguno de ellos llega a
encontrarse (salvo que consideremos como plausible la teoría de que los descendientes
de un campamento son los progenitores de otro, en un diabólico ciclo cruzado;
sin embargo, esta hipótesis genera tantas y tan enconadas discusiones, aun
entre los antropólogos, que mejor olvidarse de ella). Pero nos estamos
desviando: lo importante es que los Marisma, por resumir la cuestión, defienden
abiertamente que sus palabras moldean la realidad física de sus congéneres, en
el otro extremo del tiempo y de la ciénaga. Es notable el contraste entre la
rotundidad de esta afirmación, y lo parcos que se muestran los integrantes de
la tribu a la hora de aportar más detalles. Por ejemplo, por más que los
investigadores han insistido, los hombres y mujeres Marisma se niegan a
responder a las clásicas preguntas sobre si el destino está ya fijado, o en
cambio se halla por escribir. Ante esta casi ofensiva indiferencia, ciertos
autores argumentan que es probable que dichas cuestiones (sobre las que han
cavilado tanto las diversas civilizaciones conocidas) sean inconcebibles en la
mente de los moradores de los pantanos del tiempo, para quienes nuestra
sorpresa se antoja tan extravagante como nos resultaría la del nómada
prehistórico que observa por vez primera el motor de explosión y solicita
airado explicaciones. Si aceptamos la argumentación de los Marisma como válida
-e insistimos en el condicional: “si aceptamos”-, los dos campamentos han
llegado a una especie de equilibrio por el que ambos ejercen una influencia
mutua que condiciona sus vidas, y seguramente es tal interdependencia la que ha
mantenido a los dos grupos a salvo desde tiempos inmemoriales. Ninguno de los
dos grupos refiere guerras “de lenguaje” entre ambas entidades, aunque no
descartamos que se hayan producido en algún momento, o que el estado actual de
las cosas haya siempre sido así.
RECOMENDACIONES FINALES:
En este informe no
entramos a valorar la verosimilitud de las aseveraciones Marisma, las cuales,
de ser ciertas, no sólo constituirían un descubrimiento asombroso para la
antropología, la sociología y la lingüística, sino también para la física, la
biología y, en general, un hito en la historia de la humanidad. Sus
implicaciones abarcan todas las ramas del saber establecido. Un misionero
católico que acudió a contemplar por sí mismo a los Marisma –y a hacer
proselitismo, al menos en un inicio- afirma que la religión de esta tribu se
basa en un protocristianismo primitivo (expresado de otra manera, el
cristianismo nació allí), y ha elaborado una tesis según la cual de este pueblo
deriva la frase de la Biblia: <<el Verbo se hizo carne>>, así como <<Y dijo Dios, hágase la luz, y la luz se hizo>>, llegando a
afirmar que fue un habitante Marisma, el cual salió de su hábitat natural,
quien, <<en un principio, fue el Verbo>>. Según el sacerdote, el
entorno Marisma es anterior a la Tierra, al universo y a todo lo demás, y los
hombres y mujeres de este mundo hemos sido creados a su imagen y semejanza. Ni
qué decir tiene que dicho religioso ha sido excomulgado, su tesis proscrita y
oculta en un archivo secreto de una inaccesible biblioteca, y la iglesia negado
todo conocimiento sobre la misma. A día de hoy, desconocemos el paradero de ese
misionero.
Este informe, de hecho,
surge a raíz de las dudas de las instituciones implicadas sobre cómo actuar
respecto al entorno y la sociedad Marisma. Por un lado, desde que se planteó
por primera vez la cuestión sobre sus especiales circunstancias, los artículos
académicos tienen prohibido indicar la ubicación exacta del territorio,
impidiendo que cualquier persona no autorizada acceda al mismo. Las
precauciones resultan tanto más esenciales al ignorarse el alcance que puede
tener –hipotéticamente- el lenguaje Marisma. Desconocemos si los Marisma serían
capaces de influenciar al resto del mundo invocando palabras desde esa adusta
ciénaga, o si habrían de desplazarse fuera de su hogar para conseguirlo. No
sabemos si esta “habilidad” sería transferible a otros lenguajes. Ni siquiera
tenemos claro si ese supuesto don funcionaría para miembros externos a la
sociedad Marisma (lo cual estaría de acuerdo con la hipótesis del sacerdote), o
si estos últimos podrían adquirirlo, tanto para padecerlo como para utilizarlo,
una vez aprendieran a fondo su idioma. Los efectos provocados por la
eventualidad de que, de alguna de estas preguntas, se obtengan respuestas que
atenten contra nuestro conocimiento científico previo resultan, cuanto menos,
imprevisibles y, por tanto, potencialmente peligrosos. Este informe, ante las
numerosas incógnitas, las cuales se hallan muy lejos de despejarse, no puede dictaminar
recomendación alguna. La única opción sensata, por el momento, es seguir
estudiando y analizando datos, a la espera de obtener más información, o de que
varíen las circunstancias.
La que
ocurra en la futuro, sobre todas nosotras, sólo la tiempo, y quizás nosotras
mismas, la podrá determinar.