Aunque un poco tarde, el libro que os comento ha sido un feliz regalo de Reyes Magos. "100 lugares que nunca visitarás", de Dan Smith, sirve de contraste a los libros de viajes y guías turísticas ya que, como explica el mismo título, tratar acerc de sitios a los que probablemente, y por mucho que lo deseáramos, nunca podremos acceder. Subtitulado como "Las localizaciones más secretas del mundo", abarca 100 espacios físicos a los cuales, por distintos impedimentos, no se nos permite el paso. Algunos son edificios oficiales donde residen importantes personajes públicos (el Despacho Oval, el dormitorio de la reina en Buckingham Palace); otros constituyen el enclave central de reconocidos servicios de inteligencia o instituciones militares (la sede de la CIA, del Mossad, del MI-6, o varios campos de prisioneros, desde Guantánamo a otros no oficialmente reconocidos). También hay lugares pertenecientes a entidades financieras, empresas privadas o individuos particulares (el Rancho Skywalker, los reservorios centrales de datos de Google o Wikileaks), o incluso a criminales y grupos terroristas (puntos históricamente relevantes para Al Qaeda, los túneles de contrabando en Gaza o del narcotráfico en el norte de México). Existen rincones que son desaconsejados debido a su peligrosidad (la Isla de las Serpientes en Sudamérica, Chernobyl, algunas de las fronteras más peligrosas del mundo, o pueblos cercanos a las zonas de piratería en Somalia), y en cambio emplazamientos en los que no se sabe muy bien lo que hay debido a cierta dosis de misterio (como el área 51 o algunos enclaves de interés arqueológico). Lugares cuya existencia es negada oficialmente, cuya localización es ignorada por casi todos, incluso que no se saben para qué están allí (como por ejemplo, una misteriosa frecuencia radio que emite, desde hace décadas, desde algún punto ignoto de Rusia, un inquietante zumbido) o si ni tan siquiera han existido. De entre todas ellas, os quiero destacar especialmente unas pocas que tienen que ver con el ámbito científico:
-El acelerador de partículas del CERN en Ginebra, creado para resolver algunos de los enigmas más fascinantes de la física de partículas (incluyendo la parece que confirmada existencia del esquivo bosón de Higgs), y con el diminuto pero apreciable riesgo de crear un agujero negro que destruya nuestro planeta. Los científicos dicen que sería un agujero microscópico y que desaparecería por sí solo, así que no hay que darle mayor importancia (tenemos agujeros más grandes, podría argumentarse, como el aeropuerto de Castellón, y no parece que el mundo se haya acabado, por el momento).
-La gran isla de basura del Pacífico: como muchos ya conocéis, una inmensa masa de principalmente plásticos que, impulsada y reunida por las corrientes oceánicas, vaga por el océano Pacífico acumulando buena parte de los desechos que se vierten al mar diariamente. No sé si muy secreta, pero desde luego es asquerosa. Se dice que tiene un tamaño varias veces mayor de España. Un gran problema al que, por supuesto, ningún gobierno ha querido hacer frente.
-La gran reserva de semillas situadas en una de las zonas más boreales y frías de Noruega, con el propósito de conservarlas para el hipotético caso de que algún terrible evento hiciera desaparecer alguna de las especies actualmente existentes, y hubiera que repoblar total o parcialmente el planeta a partir de las mismas.
-La isla de Sentinel Norte: enclavada en la bahía de Bengala, contiene a la que se la ha denominado la población más xenófoba del planeta. Cada vez que un investigador o documentalista ha querido contactar con ellos, se ha llevado como poco una nube de flechas dirigida hacia su cuerpo. Claro que, teniendo en cuenta los antecedentes de contacto de civilizaciones primitivas con el mundo occidental (incluyendo algún caso concreto referente a la propia isla) no es de extrañar esa renuencia. Hasta donde se conoce, los contactos con los nativos han sido mínimos, y desde 1996 se ha desistido de ellos, ante el riesgo de que las nuevas enfermedades traídas desde fuera de la isla puedan diezmar la población de la misma.
-La isla de Sursey, cercana a Islandia, la cual emergió del océano en 1963, y la cual ha sido declarada de interés científico para averiguar cómo un territorio virgen puede comenzar a poblarse de vida. El acceso es muy restringido, y la entrada de cualquier rastro orgánico de origen humano estrictamente controlado, ya que cualquier accidente podrió dar al traste con el experimento (como por ejemplo, un investigador que se comió una ensalada y dejó caer sin querer semillas de tomate, creciendo una amenazadora tomatera; afortunadamente, el terrorista biológico fue neutralizado a tiempo).
El libro se toma un gran esfuerzo documental y de rigor, da material con el que fantasear a los más escépticos y conspipiranaoicos, aporta un abundante material fotográfico (sobre todo teniendo en cuenta que son lugares por los que cuesta pasarse y hacer una foto), y nos descubre a través de sus páginas retazos de nuestra historia y de nuestra geografía, así como de nuestras contradicciones como especie. Os he mencionado algunos de estos lugares, pero hasta 100, contad los que falta, y tened en cuenta que no he nombrado bastantes de los más interesantes.
Sin embargo, aún así, echo de menos algunos sitios que no aparecen en el libro, quizás porque su localización exacta es más que incierta (o, como suele decirse, el mejor crimen es el que no se conoce, o en este caso, el mejor escondite es aquel que no se piensa que esconda nada en particular). Por ejemplo, el rincón donde descansa en paz (se supone) el cadáver de Jimmy Hoffa. O el lugar donde habita "El retrato del Dr. Gachet", una de las pocas pinturas que Van Gogh vendió en vida, y que muchos dicen que su último propietario, un empresario japonés, se lo llevó consigo tras la muerte (hay que aclarar que fue incinerado). Y, ya puestos,
-El acelerador de partículas del CERN en Ginebra, creado para resolver algunos de los enigmas más fascinantes de la física de partículas (incluyendo la parece que confirmada existencia del esquivo bosón de Higgs), y con el diminuto pero apreciable riesgo de crear un agujero negro que destruya nuestro planeta. Los científicos dicen que sería un agujero microscópico y que desaparecería por sí solo, así que no hay que darle mayor importancia (tenemos agujeros más grandes, podría argumentarse, como el aeropuerto de Castellón, y no parece que el mundo se haya acabado, por el momento).
-La gran isla de basura del Pacífico: como muchos ya conocéis, una inmensa masa de principalmente plásticos que, impulsada y reunida por las corrientes oceánicas, vaga por el océano Pacífico acumulando buena parte de los desechos que se vierten al mar diariamente. No sé si muy secreta, pero desde luego es asquerosa. Se dice que tiene un tamaño varias veces mayor de España. Un gran problema al que, por supuesto, ningún gobierno ha querido hacer frente.
-La gran reserva de semillas situadas en una de las zonas más boreales y frías de Noruega, con el propósito de conservarlas para el hipotético caso de que algún terrible evento hiciera desaparecer alguna de las especies actualmente existentes, y hubiera que repoblar total o parcialmente el planeta a partir de las mismas.
-La isla de Sentinel Norte: enclavada en la bahía de Bengala, contiene a la que se la ha denominado la población más xenófoba del planeta. Cada vez que un investigador o documentalista ha querido contactar con ellos, se ha llevado como poco una nube de flechas dirigida hacia su cuerpo. Claro que, teniendo en cuenta los antecedentes de contacto de civilizaciones primitivas con el mundo occidental (incluyendo algún caso concreto referente a la propia isla) no es de extrañar esa renuencia. Hasta donde se conoce, los contactos con los nativos han sido mínimos, y desde 1996 se ha desistido de ellos, ante el riesgo de que las nuevas enfermedades traídas desde fuera de la isla puedan diezmar la población de la misma.
-La isla de Sursey, cercana a Islandia, la cual emergió del océano en 1963, y la cual ha sido declarada de interés científico para averiguar cómo un territorio virgen puede comenzar a poblarse de vida. El acceso es muy restringido, y la entrada de cualquier rastro orgánico de origen humano estrictamente controlado, ya que cualquier accidente podrió dar al traste con el experimento (como por ejemplo, un investigador que se comió una ensalada y dejó caer sin querer semillas de tomate, creciendo una amenazadora tomatera; afortunadamente, el terrorista biológico fue neutralizado a tiempo).
El libro se toma un gran esfuerzo documental y de rigor, da material con el que fantasear a los más escépticos y conspipiranaoicos, aporta un abundante material fotográfico (sobre todo teniendo en cuenta que son lugares por los que cuesta pasarse y hacer una foto), y nos descubre a través de sus páginas retazos de nuestra historia y de nuestra geografía, así como de nuestras contradicciones como especie. Os he mencionado algunos de estos lugares, pero hasta 100, contad los que falta, y tened en cuenta que no he nombrado bastantes de los más interesantes.
Sin embargo, aún así, echo de menos algunos sitios que no aparecen en el libro, quizás porque su localización exacta es más que incierta (o, como suele decirse, el mejor crimen es el que no se conoce, o en este caso, el mejor escondite es aquel que no se piensa que esconda nada en particular). Por ejemplo, el rincón donde descansa en paz (se supone) el cadáver de Jimmy Hoffa. O el lugar donde habita "El retrato del Dr. Gachet", una de las pocas pinturas que Van Gogh vendió en vida, y que muchos dicen que su último propietario, un empresario japonés, se lo llevó consigo tras la muerte (hay que aclarar que fue incinerado). Y, ya puestos,