lunes, 14 de febrero de 2022

La historia corta de febrero: "La biblioteca de Alejandría"

 La biblioteca de Alejandría


La biblioteca de Alejandría yace enterrada bajo la tierra, el fuego, y el agua. ¿La biblioteca de Alejandría sigue viva? Discutible afirmación. No siguen vivos sus libros, desde luego; unos cuantos han sobrevivido, como copias de copias; otros, en cambio, se han perdido para siempre sin remisión. ¿El edificio sigue vivo? No, desde luego que no; por no saber, ni siquiera sabemos dónde descansan sus piedras. ¿Su idea sigue viva? Como noción, desde luego: ha alimentado la fascinación de generaciones a lo largo de milenios. ¿Su espíritu sigue vivo? Examinemos ese concepto: desde entonces, inspirados por su ejemplo, una miríada de escritores ha escrito cientos, miles de libros, tratando de llenar el vacío que nos producía su ausencia, hasta generar un volumen de manuscritos mucho mayor del que alguna vez contuvo esa biblioteca, hasta (quizás) plasmar por un camino alternativo todas y cada una de las argumentaciones que los antiguos expusieron sobre papiro. ¿La biblioteca sigue viva? Sigue vivo en quien la honra, la recuerda, la reescribe. La biblioteca soy yo. La biblioteca eres tú. La biblioteca es el niño que, arrebolado por la historia, decide redactar un libro para compensar uno que desapareció. Porque la fuerza de una muralla, como dijo el guerrero, depende estrictamente del valor de los individuos que la custodian.


La nueva biblioteca de Alejandría en Egipto, situada aproximadamente en la misma localización donde se emplazaba la antigua.


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