Sobre
el amor digital
“Ninguna lágrima emborronará un móvil”, decía Saramago,
pero la lloró tanto que se podía intuir el vaho en el interior de la pantalla,
y llenó tanto los huecos del teclado de agua que de ellos surgió un vergel que
inundó todo el cuarto de un exuberante crecimiento vegetal. Y así, entre
plantas, estas penas eran menos penas.
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