En una entrada anterior, estuvimos hablando de algunas obras de arte perdidas a lo largo del tiempo. En este nuevo post, originalmente hilvanado como un hilo de Twitter (aquí tiene algunas modificaciones y adaptaciones a un formato más largo), profundizamos en esta idea.
Esta historia la podemos titular UN VISTAZO A LAS MEJORES
OBRAS DE ARTE QUE NUNCA (JAMÁS) VERÁS.
O trabajos artísticos que se han perdido para siempre y que
sólo podemos intuir cómo eran.
Dentro hilo :)
El arte es extremadamente frágil. Se puede perder por incendios, guerras, inundaciones, robos… En el mejor de los casos, se recupera. A veces, se conservan fotografías que nos permiten contemplarlas en el pasado.
Aparte de que muchas de esas fotografías sean en blanco y
negro, no es tan distinto a verlas por Internet, sólo que nunca podrás aspirar
a contemplarlas en un museo. Por ejemplo, este “El pintor camino del trabajo”
de Van Gogh, irremisiblemente desaparecido.
En el peor escenario, se pierde todo rastro de él. Un caso, por ejemplo: la estatua de Julio II esculpida por Miguel Ángel, abatida y fragmentada por una turba enfurecida. Obras que los propios artistas quemaron en la hoguera de las vanidades, o que ardieron en el incendio del Alcázar en Madrid (de ello hablaba un capítulo del Ministerio del Tiempo)
Hay un punto intermedio: cuando se reconstruye a partir de
lo que sabemos, o cuando quedan copias. Si acaso, bocetos del original. Como
ocurre con estos planos de un caballo de terracota construido por Leonardo da
Vinci. Tenemos entonces una cierta imagen de cómo debió de ser.
Para ilustrarlo mejor: seguro que sabéis que, salvo las Pirámides de Egipto, el
resto de las Maravillas del Mundo Antiguo han desaparecido. Hasta las pirámides
tenían un aspecto distinto
Un caso es la estatua de Zeus en Olimpia. Sobrevivió al intento de Calígula de decapitarla y colocar su efigie (una risa procedente de la estatua, dicen, asustó a los obreros), pero no a un incendio en Constantinopla, adonde se había trasladado.
Por cierto, aunque no es una maravilla del mundo antiguo,
todos habréis oído hablar de la Biblioteca de Alejandría, la primera gran
biblioteca pública de la historia. Si alguien no sabe lo que es después del
éxito editorial de El infinito en un junco, de @irenevallejo, es que vive
debajo de una piedra. Pero su estructura no está muy clara. Se sabe que era un
anejo al Museo, el auténtico centro de investigación. Pero poco más se conoce.
Ésta es la imagen que podría tener, según Alejandro Amenábar, en la película
Ágora.
Cuando Egipto quiso reconstruir la biblioteca, ya en época
contemporánea, no tenían ningún plano en el que basarse. Pero tampoco les
importó. Querían hacer una biblioteca moderna y funcional, y lograron una de
las más luminosas y diáfanas de la actualidad.
Es complicado reconstruir cualquier edificio antiguo. En el caso de no tener planos (o de disponer de unos detallados), la elección es más sencilla: lo reconstruyes tal cual o no haces nada. Pero si la cosa está a medias, hay dudas. En el siglo XIX los arqueólogos tenían más libertad. Arthur Evans (que no era arqueólogo profesional), en Creta, colocó columnas de hormigón para reproducir lo que él creía que era el aspecto del palacio del rey Minos. O lo que quedaba mejor
Por poner otro ejemplo, Viollet-le-Duc hizo lo que quiso en
la reconstrucción de Carcasonne, mostrando una imagen idealizada de la Edad
Media que encandila a los turistas pero que, según muchos historiadores, no era
respetuosa con lo que se sabía de la arquitectura real.
Los criterios para las reconstrucciones van cambiando con el tiempo. A veces los arqueólogos prefieren marcar claramente qué es original y qué es reconstruido. Si hay dudas, el criterio actual es dejarlo mejor como está. A veces se llega a soluciones intermedias que no siempre satisfacen a todos.
Pero no quería meterme excesivamente en arquitectura. No he
conseguido encontrar muchos ejemplos de edificios de los que se supiera muy
poco y que hayan tratado de reconstruirse. Quizás La Brasa Torrijos tenga un
estupendo hilo al respecto, o tal vez nos quiera deleitar redactando uno.
En todo caso, volvemos a las obras de arte. Aquí, la Atenea
Lemnia, una de las mejores obras de Fidias. Al menos, Pausanias decía que era
la mejor. ¿Auténtica? Qué va, reconstrucción moderna. Salvo por el brazo,
claro.
Volvemos a Fidias: ésta es la Atenea Pártenos, la famosa que
Fidias montó en varias partes para que no pudieran acusarle de desfalcar el
tesoro público mintiendo en las cantidades gastadas de oro y de plata. Se
perdió probablemente en el mismo trance que el Zeus de Olimpia.
La Afrodita de Cnido también tiene historia. Con una copia vestida en Cos, los habitantes de Cnido (que escogieron la versión desnuda) recibían numerosos visitantes gracias a ella, tanto que no quisieron desprenderse de la misma a pesar de las fortunas que les ofrecieron.
Dicen que el modelo en el que se basaron fue la hetaira Friné. Tiberio Graco tiene un muy buen hilo donde explica cómo ésta se salvó de un juicio gracias a su belleza. Pero hay toda clase de leyendas. Hasta de Afrodita viéndola y preguntádose cuándo la han contemplado desnuda.
Salgamos de los griegos, y metámonos de nuevo en los pintores. Aquí vemos cómo un cuadro de Van Eyck puede salvarse gracias a que otro pintor incluye la obra como parte de una pintura propia.
A veces hay suerte y un contemporáneo realiza una copia a
partir directamente del original, como ocurre con “Leda y el Cisne” de
Leonardo.
Sobre Leonardo, una historia curiosa que contamos en una entrada de mi blog. En Florencia, una misma sala debía ser decorada con una pintura de Miguel Ángel a un lado y otra de Leonardo a otro. El contrato lo firma Maquiavelo, para rematarlo. Las dos quedaron inacabadas y se perdieron, de una manera u otra. Aunque esa historia se ha puesto recientemente en duda a raíz de ciertas investigaciones.
La cosa es que, de la obra de Leonardo, queda una presunta escena del cuadro, que fue copiada por Rubens (imagen de arriba). De la obra de Miguel Ángel, Bastiano da Sangallo fue capaz de rescatar la sección central.
De Miguel Ángel hay varias obras perdidas, incluyendo
pinturas, un Cupido que falseó para hacerlo pasar por una antigüedad (entonces
no era tan raro), y una escultura de Hércules de la que Rubens hizo un dibujo.
Rubens copió muchas de las obras de Tiziano de las que
disponían los reyes españoles para así mejorar su técnica de pintura. A veces tienes el gozo de ver original y copia
justo al lado, pero otras no.
Aunque sabemos que no siempre las pintaba con fidelidad (les imprimía su propio estilo), en algunas ocasiones es lo más cercano que poseemos a las pinturas originales. Aquí, un retrato de Carlos I y su mujer se conserva en el Palacio de Liria
Las pérdidas no entienden de género, como le pasó a ésta de Sofonisba de Anguissola copiada por Pantoja de la Cruz…
… ni de nacionalidades o estilos únicos. Aquí una segunda
versión del Lacoonte del Greco que, suponemos, se parecía al original. Aunque
igual no sería, claro.
Tenemos Caravaggios destruidos por terremotos…
Riberas que han ardido entre las llamas (aquí el boceto
final por parte del propio artista: menos da una piedra)
Murillos expoliados en la guerra de la Independencia
… o primero expoliados y luego incendiados.
Afectados por revoluciones, como este Ingres…
Un Klimt afectado por la Segunda Guerra Mundial del que sólo
queda un fragmento reproducido en su época
Y tantas y tantas obras… De algunas, ni siquiera hemos
llegado a saber jamás su existencia. Se han desvanecido en la noche de los
tiempos
En algunos casos es el propio artista quien reconstruye la
obra, como cuando Diego Rivera reconstruyó su mural en el Palacio de Bellas
Artes de México después de que fuera vandalizado por razones ideológicas (el
pecado fue sacar retratado a Lenin)
Una gota de esperanza. Porque
todo parece muy catastrófico, ¿no? Sin embargo, existe otra cara más positiva:
algunas obras se recuperan.
Enterradas bajo la tierra (de este rescate fue testigo Miguel Ángel,
quien hasta adivinó qué sección de la escultura faltaba para que ésta se
hallara equilibrada; más tarde se localizó la parte predicha por el florentino)…
Colgadas de un monasterio, sin
que nadie les prestara atención…
Recuperadas cuando trataban de
venderlas…
O por la labor de los cuerpos
policiales nacionales e internacionales
Algunos guardaban los cuadros en
su casa tranquilamente como recuerdo de una guerra. Sabedores -o no- de su
valor.
Hay muchísimas más obras que podríamos mencionar, pero en algún momento esto ha de tener un fin. Si te ha gustado la historia, dale a FAV, retuitea (es la mejor forma de dar difusión a estar historia) o píntame un cuadro.
Si te interesa profundizar más, hay muchas más maravillas perdidas sobre las que puedes documentarte. A lo mejor, quién sabe, te encuentras con que una de esas obras de arte perdidas está en tu viejo desván. Si es así, no dudes en llamar a un experto en arte… ¡y también contádmelo!
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