lunes, 31 de octubre de 2022

El relato de Halloween: Made in "La Tierra"

 Made in “La Tierra”

 

Pleno de Sesiones del Congreso de los Diputados.

Ciudad de Jaén, Península Ibérica

29 de marzo de 2042

 

[Presidente]: Tiene la palabra el portavoz del Partido Nacionalista Ibérico.

[Portavoz]: Gracias, señor presidente.

               

Comparezco ante ustedes con una frase que no puedo proclamar con más satisfacción: nosotros ya lo sabíamos. Cuando lo decíamos, es decir, cuando afirmábamos que no había nada más magnífico y de lo que estar más orgulloso que de ser español (ahora matizaría: ibérico), recuerdo que había diputados, algunos de ellos presentes en esta sala, que se reían de nosotros. Decían que éramos unos racistas, que sólo se trataba de una simple cuestión aleatoria el hecho de nacer en tal o cual lugar, que nuestra soberbia era (cito palabras textuales) vacua, mezquina y retrógrada. Ese aluvión de descalificaciones tuvo que detenerse cuando el tiempo, finalmente, nos dio la razón: sí, en efecto, amigos míos, me refiero al momento de la llegada de los extraterrestres.

                Todos recordamos aquel día, así que no hace falta que me extienda en el hecho que trastocó la civilización humana de manera irreversible e implacable. Sin embargo, sí que me gustaría resaltar algunos puntos: rememoro nuestra estupefacción absoluta cuando el primer OVNI aterrizó en una llanura cuasi desértica de Asia Central, habitada tan sólo por pastores y rebaños de cabras. Aquel primer contacto (cuya ubicación, según descubrimos más tarde, fue decidida de manera aleatoria en un mapa, pues nuestros distinguidos invitados nada sabían de nosotros salvo lo que podían observar desde el satélite) fue por supuesto accidentado y, una vez que se estableció una primitiva comunicación, los visitantes se dieron cuenta de que no habían entablado amistad con el país adecuado. En los compases iniciales, por supuesto, hubo mucha discusión sobre qué país llevaría la voz cantante en su interacción con esos nuevos actores políticos; estadounidenses y chinos, por supuesto, pretendían destacar como nación preferente, frente a otros países que abogaban por el liderazgo de instituciones supranacionales como la ONU. No obstante, una vez se superaron aquellos primigenios incidentes, y tras unas cuantas cumbres en las que los alienígenas alternaron reuniones entre Bruselas, Washington, Pekín, la OTAN y el Consejo de Seguridad de la ONU, los extraterrestres se dieron cuenta de que con quien debían tratar era con nosotros, los españoles, porque, como ahora todo el mundo sabe, conteníamos la materia prima más indispensable para nuestros ahora amigos y colaboradores: las excepcionales, únicas en el espacio interestelar, maravillosas y, por qué no decirlo, deliciosas aceitunas.

Sí, amigos, lo diremos una y mil veces: que ser español constituye un supremo privilegio del universo queda demostrado por un aspecto tan sencillo como que las aceitunas son el alimento que más salida tiene a nivel comercial a lo largo de toda la galaxia. Pronto, los asombrados habitantes de la Península Ibérica (en particular los andaluces, entre los que tengo el honor de contarme) descubrimos que no sólo la civilización que había contactado con nosotros, los ya famosos Glorp, eran fanáticos de las aceitunas, sino que buena parte de los planetas del borde exterior de la Vía Láctea están dispuestos a pagar ingentes cantidades de dinero por esas perlas verdes, negras, y de cualquier color conocido, que tanto les entusiasman. Es verdad que otros países productores de olivas también se vieron favorecidos por las atenciones de nuestros amigos los alienígenas y, fruto de ese interés mutuo, nació la Organización de Productores y Exportadores de Aceitunas y Aceite de Oliva, pues descubrimos también que este oro líquido era esencial como combustible para buena parte de los motores construidos en una amplia proporción de los sistemas estelares habitados. Aquel increíble descubrimiento representó para nosotros una nueva era: un inesperado, pero merecido amanecer, para la sección más valiosa de la humanidad.

Desde entonces, como ustedes sabrán, muchas cosas han cambiado: como sin duda hasta los más críticos tendrán que reconocer, nos hemos convertido en los socios preferenciales de nuestros ahora aliados los Glorp. Otros países, como Italia, Grecia o algunas naciones árabes, también se han visto beneficiados por su amistad, pero ninguno ha salido tan bien parado como nosotros. Por supuesto, esto implicó cambios políticos a nivel interno: gracias a los extraterrestres pudo culminarse el ansiado y diferido proyecto de la Unión Ibérica, y es obvio que tuvieron que producirse algunas modificaciones en el régimen político, una vez los Glorp entendieron que los componentes del Partido Nacionalista Ibérico, como yo mismo, eran los mejores interlocutores posibles con los que negociar. Pero, a cambio de esas modificaciones, que he de reconocer que en su día causaron una cierta polémica, la prosperidad obtenida por nuestra nación durante el proceso ha resultado más que provechosa: desde entonces, nos hemos convertido en el país más poderoso de la Tierra. Gracias a la colaboración militar de los extraterrestres, hemos recuperado Hispanoamérica, nuestras colonias en África, Filipinas, ¡Gibraltar!, y hasta conseguido derrotar, en aguas internacionales, a las en su día invulnerables naciones china y nortemericana. Es verdad que hemos sufrido momentos de crisis, como cuando australianos, estadounidenses y sudafricanos intentaron competir con nosotros en el mercado aceitunero, pero, gracias a nuestras hábiles gestiones, conseguimos que nuestros colaboradores extraterrícolas aniquilaran a la competencia a cambio de un mayor incremento en la producción. Sin duda, hemos tenido que hacer ciertos sacrificios, pero no podemos negar que la alta elevación del nivel de vida conseguida en los últimos tiempos compensa de so…

[Una mujer atraviesa el hemiciclo y asciende a la tarima del orador, entre bisbiseos generales. La mujer se inclina hacia la oreja del hombre].

[Portavoz]: ¿Seguro?

[Ella asiente. El hombre coge su teléfono móvil]

[Portavoz]: Un momento, por favor… Creo que esto es importante… [Espera comunicación con el teléfono]. Oye, sí, es que Marta me ha dicho… Sí… Sí… [Largo silencio]. Ajá. Lo entiendo. Un momento. [Sigue hablando a la concurrencia, aunque sin despegar el teléfono de la oreja]. E… ejem; me acaban de comunicar que, por lo visto, los Glorp han descubierto la manera de cultivar olivares en su planeta de origen, y fabricar por su cuenta su propio aceite de oliva. Eso quiere decir que, salvo unos pocos elegidos, el resto de los habitantes del país serán convertidos en mano de obra esclava, la cual será deportada y enviada al planeta… ¿Qué? [Vuelve a hablar con su interlocutor en el teléfono]. ¿Cómo que no estoy incluido entre el grupo de elegi…?¡José Luis, me cago en tu pa…!

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