lunes, 18 de agosto de 2025

La historia corta de agosto: "La lectora de hospitales"

                Dicen que no tiene nombre, ni pasado, ni dueño: no se le conoce contrato alguno. Eso sí, aparece por los hospitales de vez en cuando. En concreto por las UCIs, por las UVIs, por las plantas donde descansan los enfermos que, desarmados y cautivos, no tienen ni fuerzas para coger el móvil porque no pueden levantar los brazos. No importa lo restringido que sea el acceso, a ella siempre la dejan pasar. A veces, incluso se la ve con un traje de protección biológica de esos que salen en las películas, y se pone al lado de la cama de un enfermo: eso sí, siempre con un libro en la mano. Su voz cálida y melodiosa narra toda clase de historias: desde obras infantiles (para niños, o adultos que, merced a la demencia, o simplemente a encontrarse en una situación vulnerable, han retornado a su niñez) a las más sesudas novelas decimonónicas. Se la ha visto leyendo ensayos, revistas del corazón, obras de Corín Tellado o incluso -sin aparente rubor en las mejillas- volúmenes de tapas blandas, provocadoras portadas, y frases subiditas de tono. No le hace ascos a nada, acepta las peticiones de los usuarios, y ninguna lectura hace que interrumpa su prosodia, ni provoca en su garganta el más mínimo temblor.

                Nadie sabe de dónde ha venido esa joven ni por qué lo hace. Pero los pacientes desean, en su fuero interno, “ojalá, en cuanto ella se halle en una circunstancia similar, tenga a alguien que le lea también…”

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