En 2014 se estrenó la película "Autómata", dirigida por Gabe Ibáñez y protagonizada por Antonio Banderas, y las críticas no resultaron muy favorables. Algunos la calificaban como una copia imperfecta de "Blade Runner", otros se quejaban de que, a ciertas alturas de la película, ésta perdía ritmo, y el hecho de que un director español se atreviera a desarrollar una película de ciencia ficción que (a pesar de llevar a cabo una más que digna producción) no podía competir con los recursos de Hollywood, pesó probablemente en la valoración de algunos críticos y espectadores. Sin embargo, ha sido un film que me ha llamado poderosamente la atención, y por eso escribo este post, para que los que la han visto reconsideren un cierto punto de vista y para que, los que no, se animen a echarle un visionado.
"Autómata" parte de un futuro distópico en el cual la raza humana se encuentra en una progresiva decadencia. Desertificación, cambio climático, altísimos niveles de radiactividad y un deterioro progresivo de la civilización que hace que cada individuo concreto se plantee emigrar a otros lugares quizás en mejores circunstancias o se cuestione si es conveniente tener hijos. En este mundo destrozado, los autómatas creados por el hombre le sirven como mano de obra de acuerdo a dos protocolos esenciales (que, efectivamente, beben en parte de las tres leyes de la robótica de Asimov): el primero, no dañar a ningún ser humano, y el segundo, no repararse a sí mismos o modificar a otros robots. La agencia de seguros a la que pertenece el personaje de Antonio Banderas acude siempre que hay algún problema relacionado con los robots para solucionarlo, y la misión que nuestro protagonista tiene encomendada parece que va a ser una más. Pero, pronto, el protagonista se va a encontrar con un dilema que va más allá de su comprensión y que pone en jaque todo el futuro de la raza humana. Y que no está muy seguro de que pueda o deba parar.
Es verdad que la primera parte de la película tiene un tono visual muy urbanita y oscuro que recuerda mucho a Blade Runner, pero, posteriormente, la historia va por otros derroteros, aunque sí que tiene muchas similitudes en cuanto a reflexiones filosóficas sobre el futuro de la humanidad y la posibilidad de nuevas formas de vida que vengan a sustituirnos. En ese sentido, es sorprendente la carga de profundidad de la película, que seguramente habrá echado atrás a muchos: explicarnos que es posible que en el futuro los robots tomen sus propias decisiones de manera autónoma, y adopten una forma de organización y de crecimiento radicalmente distintas a la humana, será sin duda algo que no será fácil de comprender ni asimilar para ninguno de nosotros. Tampoco será fácilmente asumible el hecho de que es posible que en el futuro dejemos de ser la "especie elegida" que siempre hemos creído, y que surgirán otras mejor adaptadas a los nuevos ambientes, incluso contraviniendo las leyes naturales que nosotros creíamos permanentes. La película discurre a un ritmo en muchas ocasiones pausado pero siempre rica en contenidos, reflexiva y al mismo tiempo muy trabajada desde el punto de vista visual y conceptual. No he tenido la ocasión de ver la cinta en su versión original, con lo cual no puedo hablar demasiado de los actores; es verdad que Banderas no es un experto en doblarse a sí mismo y se le nota, pero aún así diría que consigue sacar adelante este sufrido papel con buen oficio. Otros actores no destacan tanto (el mayor peso, en realidad, recae sobre los autómatas), aunque también sorprende una Melanie Griffith en un papel poco habitual en ella (como científica que trata sobre algunas de las cuestiones más innovadoras del ramo), pero con el que construye un personaje muy interesante y hasta diría que brillante, a pesar de que la cantidad de botox en la cara de Melanie no ayude a hacerlo demasiado creíble. No hay mucho que reprocharle a la película: tiene una bien cuidada fotografía, un guión bien hilado y, si acaso, efectivamente, algunos momentos algo más difusos, aunque éstos dejan lugar después a pasajes más sugerentes. En conjunto, diría te deja una curiosa visión sobre la naturaleza del hombre y nuestro devenir tal vez demasiado cercano al que yo creo que merece la pena echarle un vistazo.
"Autómata" toma prestadas viejas cuestiones de la ciencia ficción a partir de obras clásicas del género que sin duda le han influido (y de hecho no me resultaría extraño leer que Stanislaw Lem es uno de los autores de referencia del director), y les da una interesante vuelta de tuerca para plantearnos un nuevo punto de vista. Y, una vez más, con en otras obras también clásicas, nos hace preguntarnos si realmente somos los buenos en esta historia que vivimos. Una pregunta que, últimamente, a diario, no tenemos más remedio que plantearnos. Y pensar que es fácil que un día la respuesta sea por fin "no".
"Autómata" parte de un futuro distópico en el cual la raza humana se encuentra en una progresiva decadencia. Desertificación, cambio climático, altísimos niveles de radiactividad y un deterioro progresivo de la civilización que hace que cada individuo concreto se plantee emigrar a otros lugares quizás en mejores circunstancias o se cuestione si es conveniente tener hijos. En este mundo destrozado, los autómatas creados por el hombre le sirven como mano de obra de acuerdo a dos protocolos esenciales (que, efectivamente, beben en parte de las tres leyes de la robótica de Asimov): el primero, no dañar a ningún ser humano, y el segundo, no repararse a sí mismos o modificar a otros robots. La agencia de seguros a la que pertenece el personaje de Antonio Banderas acude siempre que hay algún problema relacionado con los robots para solucionarlo, y la misión que nuestro protagonista tiene encomendada parece que va a ser una más. Pero, pronto, el protagonista se va a encontrar con un dilema que va más allá de su comprensión y que pone en jaque todo el futuro de la raza humana. Y que no está muy seguro de que pueda o deba parar.
Es verdad que la primera parte de la película tiene un tono visual muy urbanita y oscuro que recuerda mucho a Blade Runner, pero, posteriormente, la historia va por otros derroteros, aunque sí que tiene muchas similitudes en cuanto a reflexiones filosóficas sobre el futuro de la humanidad y la posibilidad de nuevas formas de vida que vengan a sustituirnos. En ese sentido, es sorprendente la carga de profundidad de la película, que seguramente habrá echado atrás a muchos: explicarnos que es posible que en el futuro los robots tomen sus propias decisiones de manera autónoma, y adopten una forma de organización y de crecimiento radicalmente distintas a la humana, será sin duda algo que no será fácil de comprender ni asimilar para ninguno de nosotros. Tampoco será fácilmente asumible el hecho de que es posible que en el futuro dejemos de ser la "especie elegida" que siempre hemos creído, y que surgirán otras mejor adaptadas a los nuevos ambientes, incluso contraviniendo las leyes naturales que nosotros creíamos permanentes. La película discurre a un ritmo en muchas ocasiones pausado pero siempre rica en contenidos, reflexiva y al mismo tiempo muy trabajada desde el punto de vista visual y conceptual. No he tenido la ocasión de ver la cinta en su versión original, con lo cual no puedo hablar demasiado de los actores; es verdad que Banderas no es un experto en doblarse a sí mismo y se le nota, pero aún así diría que consigue sacar adelante este sufrido papel con buen oficio. Otros actores no destacan tanto (el mayor peso, en realidad, recae sobre los autómatas), aunque también sorprende una Melanie Griffith en un papel poco habitual en ella (como científica que trata sobre algunas de las cuestiones más innovadoras del ramo), pero con el que construye un personaje muy interesante y hasta diría que brillante, a pesar de que la cantidad de botox en la cara de Melanie no ayude a hacerlo demasiado creíble. No hay mucho que reprocharle a la película: tiene una bien cuidada fotografía, un guión bien hilado y, si acaso, efectivamente, algunos momentos algo más difusos, aunque éstos dejan lugar después a pasajes más sugerentes. En conjunto, diría te deja una curiosa visión sobre la naturaleza del hombre y nuestro devenir tal vez demasiado cercano al que yo creo que merece la pena echarle un vistazo.
"Autómata" toma prestadas viejas cuestiones de la ciencia ficción a partir de obras clásicas del género que sin duda le han influido (y de hecho no me resultaría extraño leer que Stanislaw Lem es uno de los autores de referencia del director), y les da una interesante vuelta de tuerca para plantearnos un nuevo punto de vista. Y, una vez más, con en otras obras también clásicas, nos hace preguntarnos si realmente somos los buenos en esta historia que vivimos. Una pregunta que, últimamente, a diario, no tenemos más remedio que plantearnos. Y pensar que es fácil que un día la respuesta sea por fin "no".
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