lunes, 15 de mayo de 2017

La historia corta de mayo: "El ojo del muerto"

Los niños del pueblo pagaban unos cuantos centavos por el permiso de escudriñar el fondo de aquel ojo ausente de la vieja de la feria. No lo hacían sólo por espíritu morboso, como cabía esperarse, ni tampoco para averiguar –como decía el anuncio- su futuro en los ojos de la bruja. Lo hacían para palpar con delicadeza aquellas innobles cicatrices, sintiendo en las puntas de sus dedos la contradicción entre su frágil juventud y la muerte, como si por ello pudieran anticipar cómo su lozano espíritu se troncharía un día, al igual que -bajo el influjo de un dedo- lo hace una delicada brizna de hierba… Lo hacían, sobre todo, para desentrañar todas las formas posibles en que podía rondarles la Parca y, de esa manera, exprimir hasta el límite su cuerpo de superhéroes hasta que éste ya no pudiera más y se partiera. Lo hacían para sentirse más vivos y, de esa manera, sin apreciar cuán efímero era aquel preciado equilibrio que tenían entre manos, correr presurosos hacia su autodestrucción. Y la función de la bruja era, precisamente, ayudarles en su cometido…

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