martes, 30 de mayo de 2023

Relato de musa: Los viajes que compartimos

Un relato que me ha ofrecido mi musa y que yo os regalo. Para aquellos que piensan que los medios de transporte no sólo acercan lugares, sino también personas:


La extraña intimidad y el voyeurismo de un tren de pasajeros. La mirada normal sólo atisba retazos, fragmentos. Ves un hombro, la coronilla, una pena cruzada sobre la otra, la tapa trasera de un libro, tres cuartos de pantalla de una película que ya has visto, un fragmento de conversación familiar, de suave debate, sobre la preparación de la cena al llegar ("No hace falta que me hagas nada [...] Bueno, vale, pero sólo si no te supone mucho esfuerzo..."). Y ahí, al alcance de un giro de cuero, tienes la superficie tremendamente reflectante del maletero, que te da un acceso poco previsto a las vidas de otros, a una gran parte de esos pasajeros que te rodean, a un mayor fragmento del puzzle incompleto. Así ves lo que escribe el joven en un cuaderno, los gestos de impaciencia del que hasta ahora parecía un turista tranquilo, la mirada triste y perdida en la ventana de alguien que, de otra manera, ni sabrías jamás que compartió tren contigo.

miércoles, 24 de mayo de 2023

Las historias cortas de mayo. Dedicadas a Eduardo Galeano (XIX): "Locuras cotidianas"

En el salvapantallas de un ordenador:

<<¿¿¿POR QUÉ ME MIRAS, SI NO ME TOCAS????>>.

Tal vez por eso las pantallas de la televisión acumulan tanto polvo, para ver si de esa manera reciben aunque sólo sea un roce.

*

            Un día me desperté: no veía nada, me había vuelto ciega. Empecé a gritar, a patalear, a enredarme en las sábanas. Mi padre tuvo que agarrarme de las piernas para sacarme de la cama y rescatarme de allí. Me había quedado dormida boca abajo: creo que es el momento de la vida en que he sentido más empatía con una croqueta. 

lunes, 15 de mayo de 2023

Las películas de mayo: "Cinéfila-mente"

No sé si os acordáis que hace un tiempo di una charla acerca de cómo el cine ha tratado los temas relacionados con el cerebro y las enfermedades mentales. Ahora, he plasmado esa charla en un artículo, y lo he publicado gracias a "Ciencia para llevar", una iniciativa en forma de blog publicado en el diario "20 minutos" y promovida por @CSICdivulga, en la cual he tenido la suerte de participar en más de una ocasión. En este caso, tratamos el mismo tema, aunque aportamos información nueva y lo enfocamos bajo un prisma ligeramente distinto.

Por otra parte, he tenido la oportunidad de discutir acerca de este artículo y, en general, sobre cine y salud mental, con el periodista Paco de León, en el programa de Onda Cero "De cero al infinito", a través de una entrevista (a partir de la hora y casi cuatro minutos; dura unos 23 minutos) donde entramos en más profundidad en cada uno de esos puntos. Espero que os guste y no sólo aprendáis acerca del cerebro y las enfermedades mentales (un tema apasionante, y muy relevante a la hora de interaccionar con nuestro entorno), sino que saquéis buenas recomendaciones cinéfilas. Un saludo.

Carrie tiene poderes telequinéticos, pero ésa no es su principal aportación al debate sobre cómo el cine ha abordado el funcionamiento del cerebro y las enfermedades mentales. La ansiedad que sufre como consecuencia de una educación muy restrictiva, y los actos de acoso y bullying de sus compañeros, explican muchas cosas que ocurren en la película. Esta clase de perspectivas son las que explicamos en el artículo.

lunes, 8 de mayo de 2023

"El gato de Hubble" juega con la inteligencia artificial: 2º podcast de esta temporada

Imagen generada por el programa de inteligencia artificial Stable Difussion, a partir de la premisa (o prompt) de "el gato de Hubble juega con la inteligencia artificial"

Llega la segunda entrega de esta nueva temporada del podcast El Gato de Hubble, acerca de un tema que está tan de rabiosa actualidad que se va a quedar desfasado en menos que maúlla un gato (pero no os preocupéis, que discutimos cosas a 10 años vista): la inteligencia artificial, lo que ha demostrado hasta el momento, y lo que puede implicar de cara al futuro. Si en su día, en otros formatos, hemos hablado de lo que la inteligencia artificial es o será capaz de hacer por nosotros (sobre todo en el campo de la ciencia, donde ya hay varios ejemplos), en este podcast hemos conversado especialmente acerca de cómo funcionan estos programas por dentro, y las consecuencias económicas, sociales, médicas, comunicativas, artísticas y educativas que tendrá su utilización en el futuro. De hecho, hay profesiones en que se están replanteando muchas cosas, y, si bien quizá sea demasiado pronto para algunas aproximaciones, unos se preguntan si la vertiginosa velocidad de mejora cambiará esto o, en cambio, hay problemas que permanecerán siempre

Como os digo, el programa se grabó hace algunas semanas, pero sabíamos que era tan candente que ya habría noticias nuevas antes de publicarlo. Desde luego, esperamos que contribuya al debate general que sin duda va a haber, ése que unos ven muy necesario y otros en cambio creen que ralentiza los avances (cabría preguntarse: los avances para crear qué mundo; no obstante, ciertos detalles apuntan a que la IA podría ser un esfuerzo más colaborativo de lo que ahora mismo parece). Deseo, en cualquier caso, que os guste a todos, tanto a los humanos como a complicados sistemas de software que nos juzgarán dentro de, quizá, no demasiado. El enlace al programa lo podéis encontrar aquí. Un saludo.

Nuevo logo de El Gato de Hubble, el cual no ha necesitado de inteligencia artificial para su elaboración. Aunque estuvimos tentados.

lunes, 1 de mayo de 2023

El libro de mayo: "Enigma", de Jan Morris.

La biografía de Jan Morris es un tanto especial. Formó parte del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial y la complicada posguerra que vino después... como James Morris, porque él había nacido hombre, aunque, como explica en este ensayo autobiográfico denominado "Enigma", él se sentía una mujer desde muy temprana edad. Después, James Morris recorrió el mundo como periodista y como escritor de viajes: yo le conocí a partir de sus libros "Trieste" y "Manhattan '45", sobre estas ciudades homónimas, y muchos sin duda habrán explorado su literatura a partir de su famosa descripción de la urbe de "Venecia". Sin embargo, en este texto, Jan Morris aborda un reto muy distinto: el de narrar cómo James Morris, primero hombre, después soldado, más tarde marido y padre de familia, se convirtió en una mujer denominada Jan después de atravesar una operación de cambio de sexo, pues, como el mismo Morris cuenta, él siempre había sentido desde el principio que el género que le correspondía era el femenino. Desde ese punto de vista, hay que decir que, en medio del profundo debate que existe hoy en día en nuestra sociedad sobre los individuos que consideran que su género real es diferente al sexo con el que nacen, llama la atención encontrar una explicación no desde la mirada de psicólogos, médicos, políticos, o representantes de movimientos de ideología variada, sino directamente de parte de uno de los afectados. En una época, además, muy diferente de la actual.

Antes de nada, hay que decir que yo (hombre cis, español, nacido en 1981, de clase más o menos media) tampoco esperaba empatizar completamente con las motivaciones de Jan Morris (mujer trans, nacida en 1926 en Reino Unido, en un hogar de, sin duda, alto nivel cultural y adquisitivo), si es que en alguna medida es posible identificarse con las motivaciones de cualquier extraño. Pretendía, sobre todo, escucharlas, entender lo que ella sentía (y las razones que impulsaban sus actos) y, con un poco de suerte, comprenderla. En ese sentido, está claro que la perspectiva de Jan Morris ha de resultar muy distinta de la mayoría de nosotros. 

Para empezar, aparte de sus orígenes, a Jan Morris se le nota una exquisita sensibilidad, un cierto grado de frivolidad que ella misma confiesa, y una mentalidad que resulta producto sin duda de las convenciones de su tiempo, una época en que las diferencias de género eran más extremas. De hecho, algunas de las convicciones de Morris podrían entenderse hoy, en día, como un poco/bastante machistas -lo cual, después de todo, no es raro: ¿cuántas mujeres machistas nos solemos encontrar por ahí, sobre todo en gente de su procedencia en cuanto a clase social y edad?-. Eso sí, resulta curioso constatar que, mientras Morris se desplazaba como un invitado inesperado (un intruso oculto, suele comentar él; un espectador al que, si la gente conociera su condición, no se le permitiría estar allí) en el mundo de los hombres, ése en el que los individuos masculinos enarbolan grandes gestas y proyectos, el escritor defiende que, en efecto, éste es el universo propio de los varones, pero también que son las mujeres las que realmente están haciendo cosas importantes (según él, auténticamente reales) como sacar adelante a sus familias -o, entre otras cosas, lo que más ansiaba Morris: ser madres-, mientras que los actos de los hombres, en realidad, sólo consisten en vanidad, ruido y absurdo. De hecho, Morris -que no niega las muchas desventajas que tiene ser mujer- pasa a través de un complicado, duro e incomprendido proceso por el que cambia su nombre, su identidad y sus órganos sexuales (mediante una operación no disponible ni siquiera hoy en la mayoría de sus países) y en el que, como el propio Morris admite, tuvo suerte, pues muchos terminaron fatal o lo pasaron peor que él. Pero al cual, comenta, se había visto abocado de manera irreversible, y del que no se arrepentía en absoluto.

Jan Morris. Imagen extraída de aquí.

Jan Morris ha vivido para ver un tiempo en que las diferencias entre hombres y mujeres son menos marcadas, sobre todo en cuanto a derechos, roles y actitudes, pero se muestra escéptica respecto a que, algún día, lleguemos a superar por completo la barrera del género (que, según ella, es algo muy distinto del sexo biológico) en cuanto a cómo tratamos a una persona -o cómo interpreta las cosas esta última- según a qué colectivo se adscribe. Por otra parte, he encontrado opiniones de Morris diametralmente opuestas a las mías en cuanto a la cópula (ella la consideraba algo placentero pero trivial, y más fácil de obtener a partir de la belleza de los objetos que del acto físico en sí; también confiesa que muchas de sus ideas pueden estar influidas por el hecho de que no tenía un cuerpo con el que pudiera disfrutar a gusto) y otros aspectos de la vida. En ese sentido, coincidimos en muy poco: pero sí me transmite que existe una realidad distinta a la mía, que a mí me cuesta comprender del todo y que puedo considerar irrelevante, pero que para otras personas resulta tan fundamental como para emprender un camino tortuoso y lleno de espinas. En ese sentido, lo respeto, y mantengo que escuchar a los protagonistas de este complicado dilema debe constituir siempre una cuestión fundamental a la hora de abordarlo.

Por lo demás, el libro también desgrana una vida que no carece de interés en muchos detalles, pues Morris fue testigo de excepción de una época donde operaron numerosos cambios. Como él mismo dice, admiró Venecia casi sin turistas, fue testigo de los últimos estertores del Imperio Británico, cabalgó entre varias culturas (incluyendo la árabe), ascendió al Everest, y trabajó para periódicos tan distintos como el Times y The Guardian. Y ha podido observar cómo se trata (y, en muchos sentidos, se sienten) hombres, mujeres, y personas en el proceso de transición entre sexos. Yo creo que el texto, desde luego, sea cual sea tu opinión inicial sobre el tema, merece una lectura.