Morgana
Morgana
no tuvo otro remedio. Si Merlín no la amaba, y en estos mundos, el no-amor resulta
equivalente al odio y la muerte, ¿en quién podía refugiarse? Tuvo que confiar
en Cthulhu. Se resignó a abrir la puerta a un sinfín de criaturas alienantes, y
contemplar con dolor –incluso de lo que idolatraba- la destrucción y la muerte.
Pero Cthulhu tuvo una idea más interesante. Pensó que sería mucho mejor si
tomaba a Morgana, si la poseía, y de esta manera, desde dentro de la misma,
llevaba a cabo sus fines. Y así comenzó el juego, que aún perdura.
A
Morgana no le dejaron opciones. Fue una forma como cualquier otra de defensa. Nada
de esto hubiera ocurrido si le hubieran permitido simplemente amar y ser amada.
Morgana
pudo ser otra…