jueves, 31 de mayo de 2012

La película de junio. "Gigante"

Esta entrada fue originalmente publicada en Globedia, narrando mis propias sensaciones nada mas salir del cine. Por tanto, no os lo tomeis como que podeis ir esta misma tarde a verla, pero sin duda podreis encontrarla rebuscando un poco por ahi.
Una pequeña película protagonizada por un hombre grande
Esta película he tenido la ocasión de verla prácticamente por casualidad. Este viernes por la noche, hemos salido al cine, y las calles estaban repletas de gente. Tanta, que he me he perdido en la madrileña plaza del Callao en su parte central (que para que se hagan una idea de los que no la conozcan, tiene menos tamaño que el salón normal de una casa). ¿Por qué había salido todo el mundo a la calle?¿Aprovechaban uno de los pocos viernes con el tiempo más o menos bueno que quedan hasta que termine el año, o es que se estaban preparando para celebrar que Madrid era olímpico, y cuando la votación de Copenhague han salido rana, han decidido salir de todos modos? Total, qué narices, se dirían, que nos quiten lo bailado. Bueno, la cuestión es que no había posibilidad de ver ni "Si la cosa funciona" -que era el plan inicial-, ni "El secreto de sus ojos", ni "Malditos bastardos", ni siquiera "Los límites del control", con la que estábamos dispuestos a arriesgarnos. Así que casi por casualidad, cayó "Gigante". Y la verdad es que me llevé una agradable sorpresa.
El argumento de esta película uruguaya-argentina es muy sencillo, casi minimalista. Partamos del protagonista, el hombre de la foto, Jara. Mide metro noventa, es un armario de ancho, pesará más de cien kilos, trabaja de guardia de seguridad y le gusta el heavy metal. No, no os marchéis todavía: no le pega ningún golpe a nadie. Todo lo contrario, es un océano de tranquilidad. Ni un gesto por encima de otro, un tipo tranquilón, manso, un gigante bonachón, como The Iron Giant o algún otro que seguro retenéis en vuestra memoria. Es un tipo con una rutina muy sólida: trabaja de guardia de seguridad nocturno en un supermercado, controlando las cámaras de vigilancia. El trabajo es aburrido, con pocos entretenimientos. Los fines de semana combina un trabajo de segurata en una discoteca (una vez más, un tipo sereno, que no se altera por nada) con las visitas ocasionales de su sobrino. Pero un día, en las cámaras de seguridad, se fija en una chica, una limpiadora del supermercado, que le llama la atención. A partir de entonces, se pasará el tiempo contemplando a la chica a través de la cámara de vigilancia, e incluso siguiéndola a través de las calles de Montevideo. Así comienza esta atípica historia de amor.
Es un relato tierno, curioso, una pequeña joya. Contiene dos curiosas contradicciones: a pesar de ser una película la cual la mayor parte del tiempo puede decirse que no pasa nada, lo cierto es que ocurren cosas constantemente (lo cual indica que detrás hay un cuidadosamente preparado y muy esmerado guión, desarrollado sobre todo desde los pequeños detalles en silencio). Y segundo, no había visto en mucho tiempo un personaje (el protagonista) que sin decir nada y con una cara tan seria durante toda la película, fuera capaz de inducirnos tanta ternura y tanto humor juntos. Es un personaje que, sin duda, se hace querer, sobre todo cuando vemos contemplar desde lejos a la persona de la que está empezando a enamorarse, siempre tímido y apocado, a este gigantón fan de Metallica -interpretado espléndidamente por Horacio Camandule-, que parece que pudiera partir a cualquiera de un solo golpe, y que sin embargo se pone nervioso cada vez que su chica le pasa medianamente cerca.
Una cosa muy lograda de esta película (en palabras de su director, Adrian Biniez) es que describe perfectamente ese estado en que hemos estado todos alguna vez, en mayor o menor grado: el enamoramiento primero. La mirada en las nubes, el caminar de zombie, la cabeza ida, todo alrededor de una persona de la que no sabemos nada, pero que precisamente cuanto menos sabes, mayor es la obsesión. El ánimo se te vuelve raro, los amigos no te entienden, en definitiva, y como decía aquél, "ah, el amor..." El pobre protagonista sufre no ya los problemas de una relación, sino de, como dice Biniez, "todo lo que precede a una relación". Por cierto que no revelaré el final, pero lo que sí adelanto es que Biniez ha decidido ahorrarnos ese tipo de conclusión que se ha vuelto tan típica de las películas de amor que ya hasta da grima volverlo a ver, y que no tiene prácticamente ningún sentido (vamos, que el final es el que tiene que ser: ya lo descubriréis vosotros solos).
En definitiva, una película pequeña, pero emocionante, que destila candor y una honesta sonrisa a partes iguales, y que se concentra en pequeños aspectos de la vida cotidiana de los distintos personajes con los que se va cruzando. Una muestra más de un últimamente muy floreciente cine argentino. Para disfrutarla el día que queráis huir de grandes tumultos y de elecciones multitudinarias de ciudades olímpicas, y queráis descubrir una pequeña historia que puede estar pasando en vuestro supermercado.

lunes, 21 de mayo de 2012

El libro de mayo. "Señora de rojo sobre fondo gris", de Miguel Delibes.


Mi historia con Delibes es muy personal. Antes simplemente era alguien -como muchos de nosotros- que había leído un par de libros suyos (El camino, Las ratas), y le habían gustado. Entonces conocí a una persona que era tan fan de Delibes que había sido capaz de adivinar casi toda su biografía -cuántos hijos tenía, dónde había estado durante la Guerra Civil- sólo a partir de la lectura de sus libros. Decía que se los había leído casi todos -salvo los de caza- pero que no quería leérselos todos, porque dado que ya ha dejado de escribir, sería como asumir que ya no va a volver a disfrutar nada nuevo suyo. Sería como si te prohibieran volver comer para siempre tu postre favorito. Hace un par de años, esa persona y yo leímos conjuntamente una entrevista a Delibes, en la cual se lamentaba de su enfermedad, que le impedía realizar sus dos mayores aficiones: la escritura y la caza. Conmovidos por esta entrevista, le enviamos una carta a él por mediación de su hijo Miguel Delibes de Castro, un reputado biológo que realiza sus investigaciones en Doñana, y que además escribió junto su padre un libro (La tierra herida) que suponía un alegato en favor de la naturaleza. El hijo fue muy amable, nos respondió de manera muy cariñosa, y le entregó la carta a su padre. Claro, escribirle una carta a uno de tus escritores favoritos es complicado, ¿cómo expresas con palabras tu admiración por un tipo que te podría reescribir cualquier cosas mil veces mejor que tú? Por eso, y como Delibes (una de las pocas personas en el mundo que es capaz de escribir cosas muy simples de manera simple, y que quede fantástico), decidimos no liarnos demasiado. La carta decía: "Estimado señor Delibes: De todo corazón, muchas gracias. Un abrazo", y nuestros nombres. Miguel Delibes padre nos repondió poco tiempo después, en una carta escrita a mano que desde entonces ha sido guardado como oro en paño. Curioso escritor: modesto, honrado (se negó a aceptar que le "regalaran" un premio Planeta), ha sido postulado muchas veces para el Nobel, pero él siempre ha rechazado esta posibilidad diciendo que "ni yo me merezco el Nobel, ni el Nobel me merece a mí". Quizá por eso el libro que más me gusta de Delibes no trata ni sobre el pueblo, ni sobre el campo, ni sobre la vieja Castilla. Sino sobre él.
"Señora de rojo sobre fondo gris" parte de un hecho real: la esposa de Delibes murió. Él quedó destrozado. Durante unos cuantos años, permaneció en silencio. Y entonces escribió este libro. En él se cuenta un retazo de la vida de un pintor, casado y con hijos. El pintor es famoso, hace exposiciones por el mundo, pero entonces ocurre algo: un colega suyo ha conseguido pintar un retrato de su mujer, como él nunca fue capaz. Ese retrato no tiene un rostro definido, ni unas facciones claras, pero para todos es evidente que es ella: una mujer vestida de rojo, sobre un fondo gris. Y el pintor se da cuenta de que por muchos cuadros que haya pintado, nunca ha sido capaz de pintar a su mujer como lo ha hecho el otro.
Para mí, lo que mejor puede haceros entender el libro es contaros cómo se vive el final: en la última parte, da la sensación de que Delibes ya no está pensando que este libro es una novela. Le da igual si lo que escribe es feo o bonito, si te gusta o no, si lo está leyendo alguien o se perderá para siempre en la nada: te está abriendo su corazón, tal como es, sin reglas ni estilos, sin medios caminos, y te está contando lo que siente, importándole un pito lo que tú puedas pensar de ello. Y es de esa manera como te conquista. Una historia contundente porque está dicha desde la verdad, desde el sentimiento. Simple, como todas sus obras, sin necesidad de aspavientos, sin artificios. Como sólo un escritor tan grande como Delibes podía contar.¿Podría sonar autobiográfico? Tiene toda la pinta, sobre todo porque después de los primeros compases, de contarte problemas de sus hijos con la justicia como consecuencias de manifestaciones (resuenan acordes de la última parte de la dictadura de Franco) y del relato de la crisis creativa del pintor, comienza a relatarse la enfermedad que sufre la esposa del mismo. Y a partir de ese relato cotidiano, personal e intransferible, Delibes traza, una vez más, una gran obra maestra. Una historia sencilla pero honesta, pequeña pero impactante, esperanzadora y terrible a la vez. El personaje de la mujer nos conmueve, nos llama la atención, nos hace vibrar con su jovialidad y su original forma de ser (si el relato corresponde con la mujer de Delibes, no me extraña su tristeza: debía ser maravillosa), con su forma de entender la vida que esparce magia a su alrededor, y que hace que el pintor se sienta tremendamente desolado al darse cuenta de que puede perderla para siempre.
Esta crítica literaria fue originalmente publicada en Globedia. Miguel Delibes fallecio recientemente, recibiendo elogios unanimes por su vida y su obra.

martes, 15 de mayo de 2012

La historia real de mayo. Cuentos chinos.

Una de cal, y otra de arena. Si a principios de este mes este blog se ponía extraordinariamente optimista, y una semana despues se mostraba algo cascarrabias y misántropo, hoy toca volver a ver el vaso medio lleno. Y hoy, de una región de la que no siempre llegan buenas referencias, al menos en nuestro entorno: los chinos. 

La globalización es lo que tiene: todo el mundo se mueve a todas partes Dicen que aproximadamente un tercio de la población quiere cambiar de país: el problema es por que te quieres ir un lugar de donde -de media- probablemente se quiera escapar un tercio. Eso ya son cuestiones filosóficas discutibles: en todo caso, una de las ventajas o inconvenientes de la inmigración es que tuvo de particular poner de relieve un hecho que hasta entonces a muchos se les había pasado desapercibido, y es que un quinto de la población mundial es china. "No", me replicarán algunos estupefactos, "eso es imposible". Porque claro, imaginarte que de cada veinte personas que te encuentras por la calle en la España cañí de hoy, tus amigos Francisco, Manolo y Pedro van a ser chinos, aparte del quiosquero que te vende la revista mensual en tu calle, es algo que traumatiza a cualquiera. Y es un hecho que, querámoslo o no, acaba generando todo tipo de recelos, generalizaciones, e incluso algun diminuto embuste en forma de leyenda urbana que circula por ahí. También es verdad que el crecimiento tan desaforado de China en los ultimos tiempos no ayuda: y menos, cómo el gobierno chino ha afrontado ese crecimiento. Su gobierno comunista ha proclamado que "enriquecerse es honroso": por tanto, no os avergonceis. Esto ha hecho que la sociedad china haya perdido -según muchos- muchos de sus valores mas modélicos y envidiables, y rebatir esta visión no lo favorecen ni ciertos ejemplos (que los medios occidentales tienden a repetir hasta la saciedad) ni tampoco imágenes como la de una conocida modelo china hablando sobre su hombre ideal, y argumentando que prefiere llorar sobre el asiento de un Mercedes que a reír sobre una bicicleta. Pero precisamente para evitar generalizaciones (al fin y al cabo, son mas de mil millones) y oponernos a este reflejo a veces simplista de un país que inventó los juguetes, el papel, las cometas, la pasta -y, por supuesto, los palillos-, aquí van dos historias que demuestran que los chinos no solo trabajan o copian portaaviones, sino que también son capaces (mas que muchos de nosotros) de amar y tener compasión. He aquí los hechos:

 Esta historia real esta ambientada a mediados del siglo pasado, en que las convenciones sociales chinas (y también las de los países occidentales coetáneos) acerca de qué parejas debían juntarse y cuáles no eran bastante estrictas. Muchos matrimonios eran arreglados, y el hecho –como les ocurrió a nuestros protagonistas- de que un chico de 19 años se enamorara de una mujer 10 años mayor, encima madre y viuda, no encajaba nada en el esquema tradicional. Vista la oposicioó de la sociedad, ambos muchachos decidieron fugarse. Y nunca se volvio a saber de ellos.

Nunca, hasta que un excursionista casual descubrió, casi medio siglo mas tarde, unas zonas que parecían cultivadas, y luego, cerca de las mismas, una extraña escalera rudimentariamente tallada, y que ascendía 1500 metros por la montaña… hasta una cueva.

Allí era donde habían estado durante todo este tiempo Liu (pues así se llamaba el hombre) y su pareja Xu. Con los mínimos medios necesarios, subsistiendo precariamente, y sin electricidad, agua corriente ni comodidades modernas, salvo, acaso, alguna lampara de queroseno artesanal que, en palabras de uno de los hijos de la pareja (pues alli nació y se desarrollo su familia), “mi padre construía para iluminar nuestras vidas”.

La pareja lo aguantó todo, miserias y penalidades, con tal de conservar su amor. Xu a veces le preguntaba a Liu si no se arrepentía de la decisión tomada, pero este nunca manifestó descontento alguno, y mostro siempre una optimista visión del futuro. Incluso, para facilitar que su mujer descendiera la abrupta montaña y no se quedara sola mientras el hombre bajaba a buscar comida, fue Li el que tallo con sus propias manos, durante mas de 50 años, estas escaleras artificiales que, recordemos, superan un desnivel de 1.5 km de altura.

Cuando se conoció, este suceso sacudió a la sociedad china y, en 2006, fue elegida la mejor historia de amor por una publicación de este país. Estas “escaleras del amor”, maravilloso regalo que sirve de demostración como pocos de la abnegación de quienes se quieren, han sido preservadas y la cueva donde vivieron habilitada como museo, como ejemplo de lo que un ser humano puede llegar a hacer por otro, y cuán paciente y generoso esta dispuesto a llegar. Seguramente, mucho mas interesante de visitar que la Gran Muralla. Aunque probablemente, el mejor epilogo para la pareja sea precisamente el que ocurrió, el único que les importaba: siguieron juntos hasta la muerte de Liu, a muy avanzada edad y después un día normal de duro trabajo en el campo. Liu falleció en los brazos de la persona que siempre había amado, seguramente pensando que aquel era el mejor final que hubiera podido esperar.

          Y, como segundo relato, este video que publicaba el diario español La Vanguardia sobre unos niños de una clase en China los cuales, conmovidos por una compañera que sufría leucemia, se han rapado la cabeza para solidarizarse con ella.

          Si ejemplos como este cundieran, está claro que no habría naciones, y no nos importaría que el que atendiera el quiosco fuera Manolo o Chang. Y al reves.

            Hasta la semana (o cualquier periodo temporal y espacial que os plazca) que viene.

          Nota: Aprovechando que creo que esta es la segunda entrada del blog sobre China, me doy cuenta de que falta algo de internacionalización por este lado, y voy a tratar de preparar historias sobre lugares tan exóticos como Sudamérica, África, Suiza, o quizás Alpedrete. Con algun salto temporal probablemente también. Y que las disfrutéis.

lunes, 7 de mayo de 2012

La historia corta de mayo. "Si las historias de nuestra infancia se hubieran hecho en la actualidad..."


Si las historias de nuestra infancia se hubieran hecho en la actualidad...

En general, no me gusta colgar en este blog cosas excesivamente tristes: al fin y al cabo, y para eso, la realidad da bastante. Sin embargo, ante la creciente ola de respaldo (no se si a raiz de la evolucion de la sociedad post-moderna, a la influencia de la television o a ciertos personajes publicos) a lo politicamente incorrecto, la groseria sin sutileza, la aceptacion tacita de la legalidad con respecto a la justicia, el respaldo al fuerte (porque lo es, y no porque tenga razon o sea honesto) frente al debil, y al elogio de la sinceridad (real o no) frente a la prudencia y las buenas maneras, creo que esta entrada puede ser util. Suelo decir que los 80 fueron un tiempo irrepetible, entre otras cosas, porque no dejariamos que se repitiera: la inocencia que (no solo los que eramos tiernos infantes en esa epoca) nos imbuia y rezumaba a muchos por los poros, y la creencia en que ciertas cosas en el mundo eran posibles y no quimericas nos hacian factible suponer (entre otras cosas) conclusiones tan peregrinas como que los buenos vencerian siempre, que la gente a la que necesitabas en un momento de apuro se mostraria en todo momento colaborativa, o que el enemigo seria tan tonto como para, en lugar de matarte inmediatamente, dejarte encerrado en un garaje con material suficiente como para ensamblar una bomba atomica y luego darte el tiempo necesario para montarla -por poner un ejemplo-. Por eso, me supongo que muchos libros, peliculas y series de television de nuestra infancia nunca hubieran sido aceptados en la epoca actual, y se hubieran reescrito seguramente con toques mas propios de una nueva, cinica y descarnada humanidad. Estas podrian ser alguna de las alternativas:
1) E.T. hubiera sido procesado por inmigración ilegal e internado en Guantánamo.
2) A David el gnomo le hubieran talado el árbol donde vivía.
3) Hubieran desahuciado a Chanquete. Los niños de la playa le hubieran seguido en su exilio, corriendo detras de el mientras le tiraban piedras.
4) En mitad
del viaje, a Willy Fogg le hubieran detenido por llevar tantos visados de países extraños, y procesado por intento de terrorismo.
5) En "V", hubiéramos aceptado a los extraterrestres y su plan de dominación mundial, siempre y cuando invirtieran en deuda soberana.
6) MacGyver hubiera sido procesado por emplear piezas de productos de empresas en fabricar nuevos aparatos gratis sin el consentimiento de la misma, y desincentivar de esa manera el consumo.
7) El bosque de Mofli hubiera desaparecido bajo el clamor popular de que no se puede inhibir el crecimiento económico, y hubieran construido encima centros comerciales.
8) Oliver y Benji se pasarían el día anunciando geles fijadores para el pelo, y participarían en partidos amañados.
9) A Espinete le hubieran quitado los pinchos para hacer cepillos para el pelo.
10) El conde de Barrio Sésamo, en lugar de enseñar a contar, enseñaría economía creativa.
11) Peggy acabaría en filetes. ¿Cómo narices vas a ser amigo de un cerdo?
12) El señor Scrooge sería un hombre admirable, y el pequeño Timmy, un maldito irresponsable que no se hace cargo de sus pagos.
13) En "Érase una vez la vida", el cerebro estaría gobernado por administradores de Mac o Windows.
14) El Equipo A hubiera sido denunciado y entregado al ejército por atentar contra el libre comercio y los derechos de los terratenientes.
15) El coche fantástico, "Kit", se estropearía constantemente, y ante la imposibilidad de reparar las piezas, habría que cambiarlo por otro. Sin sentido del humor, a ser posible.
16) En "Regreso al futuro", Marty McFly hubiera comprado toneladas de pantalones de campana, sabiendo que se volverían a poner de moda.
17) Los curris hubieran comprado las cavernas a los Fraggle Rock, y les hubieran puesto a trabajar para ellos.
18) Las chicas de oro estarían todas en asilos.
19) El bar de Cheers hubiera sido comprado por J.R. y sustituido por un hotel.
20) El Imperio de Star Wars sería considerado una forma de gobierno mucho más estable que la República. Los rebeldes serían considerados terroristas fundamentalistas que creen en una extraña religión llamada "la fuerza".
21) Los fruitis estarían rodeados de una nube brillante de conservantes y productos para dar más brillo.
22) La historia interminable desaparecería porque Bastian prefirió bajarse la última aplicación de su iPad.
23) Los alumnos de "El club de los poetas muertos" abuchearían al profesor y se pondrían a estudiar para sus futuras carreras de economistas e ingenieros.
24) Ironside no tendría su silla de ruedas por falta de presupuesto de la policía: tendría que dormir en un portal, calentado por una gabardina que le habría prestado Colombo.
25) En "Érase una vez el hombre", al llegar a la parte del nacimiento de la democracia en Grecia, hubieran aparecido Merkel y Sarkozy para poner una cortinilla y explicárnoslo a su manera.

Nota 1: Esta entrada fue publicada originalmente en Facebook y en un blog previo:  (http://lalunatambiennosenvidia.blogspot.com/).
Nota 2: Como ya avise en Facebook, de momento no tenemos acentos por cambio de domicilio. Si, ya se que duele a la vista, pero que le vamos a hacer. Como dijo el (?), estamos trabajando en ello...