martes, 11 de junio de 2013

La obra de teatro de junio: "La visita de la vieja dama", de Friedich Dürrenmatt

Esta obra tiene una especial significación para mí por dos motivos: primero, fue creada en un país con el que he mantenido una estrecha relación en los últimos tiempos, relación que va a terminar próximamente pero de la cual me llevaré muchas cosas positivas, como en toda experiencia. Y, segundo, si dicen que lo mejor para las obras de teatro no es leerlas sino verlas representadas, yo tuve el privilegio de tener a alguien muy especial que me la leyera en voz alta y la interpretara (además con bastante éxito), lo cual se acerca mucho más a lo que originariamente pretendía el autor, aparte de hacerme pasar un muy buen rato.

Volviendo a la obra en sí, la historia que relata nos lleva a todos a pensar en las relaciones particulares que se generan entre sociedad e individuo. En buena parte de las narraciones que llegan a nuestras manos, suele ocurrir que una persona (el villano de turno) intenta atentar contra la sociedad, o bien que un pequeño grupo de conspiradores trata -desde el poder o sus aledaños- de obtener algún beneficio. Sin embargo, como decía Hegel, cada tesis tiene su antítesis, y el punto de vista opuesto es cuando la sociedad conspira contra un solo individuo, el cual se ve ante un ataque masivo, que, ante la cortedad de sus fuerzas, no es capaz de repeler. Algunos ejemplos claros de este tipo particular de historia los podemos encontrar en el teatro, como en el caso de "El crisol" de Arthur Miller (que alude metafóricamente a la caza de brujas de McCarthy) o "Un enemigo del pueblo" de Ibsen, donde un médico se empeña en denunciar que las aguas del balneario del pueblo están contaminadas, pese a la oposición del resto de la villa, que teme que esta revelación amenace sus intereses económicos; sin embargo, también hemos podido encontrar ideas parecidas en novelas, como es el caso de la inacabada "El proceso" de Kafka. Todas ellas (salvo quizás la de Kafka, mucho más onírica e indefinida en ese sentido, aparte de referirse a una burocracia oscura y anónima en el contexto de una sociedad excesivamente grande, como podía ocurrir en el Imperio Austrohúngaro de aquella época) tienen en común que se tienden a desarrollar en comunidades cerradas, a ser posible pueblos pequeños, donde todo el mundo se conoce y por tanto la opresión se siente mucho más. Pero también me da la sensación de que es un tipo de relato que se da muy a menudo en la cultura centro y nor-europea y anglosajona. Quizás, en ese sentido, el mayor respecto que se siente por las autoridades en este tipo de países (entendiendo por autoridad a veces el conjunto de la sociedad, aunque esto pueda perjudicar a las minorías) haya hecho más evidentes determinados tipos de casos y, por tanto, los escritores se hayan visto obligados a exponer una serie de abusos: qué es lo que ocurre cuando un inocente es acusado por la sociedad. En el caso que nos ocupa, "La visita de la vieja dama", no es precisamente un hombre íntegro el que sufre el ataque por parte del pueblo, pero sí que se plantea un curioso dilema moral.

Esta obra, escrita en los años 50 por el dramaturgo suizo Friedich Dürrenmatt, cuenta una historia ambientada en el pueblo de Güllen, el cual ha sufrido un lento declive económico, encontrándose sus ciudadanos en una situación de miseria y casi desesperación. Pero todo cambia cuando se enteran de que una excéntrica millonaria, nacida y criada originariamente en el pueblo, va a venir a visitarlo, y todos se esmeran por conseguir en que la vieja ricachona actúe como benefactora y deje por tanto parte de sus riquezas a los conciudadanos del lugar que le vió crecer. Y sin embargo, la posible benefactora tiene ya un plan muy meditado para este pueblo: sí, puede ayudarle a recuperar su antiguo esplendor, pero a cambio de ese dinero, quiere comprar algo. Y ese algo es del tipo de cosas que "dicen" que no se pagan con dinero, pero la antigua ciudadana de Güllen lo está dispuesto a comprobar.

Representación trágica y cómica a partes iguales, presidida por un macabro humor negro, esta historia local trata conceptos tan universales como la relación con el pasado, la justicia, o qué estaríamos todos dispuestos a hacer a cambio de una buena posición económica. El problema que se plantea no es fácil, y el mismo autor confiesa que no está seguro de si no haría lo mismo que los personajes en esta ocasión (sea lo que sea lo que hagan, a vosotros os dejaremos la oportunidad de leerlo, o de adivinarlo). Contiene algunas ideas que adquieren particular relevancia en el contexto de crisis económica en que ahora nos encontramos, pero en realidad se trata de una narración intemporal, que podría valer para cualquier época y para prácticamente cualquier lugar del mundo. Quizás por eso, en su país de origen, esta obra se ha convertido ya en un clásico de culto, siendo una de estas historias que se leen en las escuelas (incluso a niños no lo suficientemente crecidos como para entender todas las implicaciones éticas del asunto; aunque es verdad que, tal vez a una edad mayor, el mensaje no sería capaz de surtir efecto).

En definitiva, obra que recomiendo leer (o que os lean) y de la que no quiero contar más para que así, como dice Saramago rememorando a Pessoa, "os desasoseguéis" un poco preguntándoos que pasa. Sin embargo, si alguien necesita conocer algo más del argumento y de la curiosa proposición de la anciana millonaria para convencerse de abordar el texto, quizás podamos discutir detalles en los comentarios. Así no interferimos con "spoilers" a los lectores que prefieren mantener el misterio hasta que lo tengan delante de sus ojos. Un saludo.

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