lunes, 11 de agosto de 2014

La película de agosto: "La mujer pantera", de Jacques Tourneur.

No hay más remedio: debemos rendirles honores periódicamente a nuestros predecesores. Y es porque sin ellos, no podríamos ser lo que somos ahora. Quizá por eso, en el año 2011, Martin Scorsese abordó un género que le era tan desconocido para rodar "La invención de Hugo". Y es que sólo de esta manera podía hacerle un sentido homenaje al director de cine francés Georges Méliês, autor, entre otros, de "Viaje a la luna".


Lo cierto es que los años 30 y 40 del siglo XX fueron fascinantes desde el punto de vista de una nueva técnica que acababa de nacer y a la cual los artistas trataban de sacarle todas las posibilidades. Se crearon los primeros recursos cinematográficos, se idearon los primeros géneros (la fantasía, el terror, la ciencia ficción nacen aquí), y la cosa se revolucionó más todavía con la llegada del cine sonoro, y de unos primitivos intentos (pintados a mano) de obtener imágenes en color. Fritz Lang, Wilhem Murnau, Jean Renoir, son algunos de los grandes nombres de este período. Pero quizás muchos nos quedamos fascinados con una película que a pesar del tiempo transcurrido aún colea: dirigida por Jacques Tornueur, "Cat People", en español, "La mujer pantera".

Leer los títulos de la filmografía de Jacques Tourneur es como dar un viaje alrededor del mundo metido en una máquina del tiempo (incluso aunque muchas bordaran cuando no se hundieran abruptamente en la serie B): "La ciudad sumergida", "La comedia de los horrores", "Tombuctú", "Cita en Honduras", "La mujer pirata", "El halcón y la flecha"... pero ninguna cautivó tanto el inconsciente colectivo como esta película, dirigida alrededor de los mitos del mal, los secretos antiguos, el misterioso atractivo de los felinos y, especialmente -y de manera genérica- la mujer. Creo que era Jean-Luc Goddard el que decía que para hacer una película sólo hacía falta una mujer y una pistola. Muchos hemos probado a llevar esta fórmula a cabo, ya sea en el cine o sobre el papel mediante letras. En el caso de Tourneur, ni siquiera le hizo falta la pistola para crear una obra que se convirtió en leyenda del siglo XX. ¿Y qué necesitó para ello? Prácticamente ningún efecto especial; nada más que sugerencia, insinuaciones, sombras, sentimientos instintivos que laten ocultos en el hombre, algo de mitología y dejar que la imaginación del público hiciera el resto. Fue un éxito de taquilla en su día, pero, poco reconocida por el cine oficial (no excesivamente amigo de los géneros), se convirtió en una película de culto. En 1982 realizaron un remake que aportó algunas variaciones interesantes a la historia (el foco, manteniéndose la ambientación en Estados Unidos, se mueve de Yugoslavia hacia África, y se nos abre la posibilidad de que la mujer pantera pueda tener familia) y, sobre todo, buenas actuaciones por parte de Malcolm McDowell y, especialmente, una hipnotica y seductora Natassja Kinski, que nos demostró una vez más que el mal podía ser tremendamente cautivador.

No obstante, remakes aparte, la influencia de Jacques Tourneur permanece. Quizás porque acertó en un punto particularmente oscuro (y por ello resistente a eliminarse con la civilización) como es nuestro lado animal. Y en concreto, a todos, hombres y mujeres, nos fascina la relación del género femenino con los felinos. Tal vez por eso a las brujas siempre les acompañe -negro o no-, casi siempre un gato. Tal vez por eso una secta casi secreta localizada en Asia (de índole entre mística y sexual y conformada en su inmensa mayoría por mujeres) tiene por nombre "tigresas blancas". Y quizá por eso, hace poco tiempo, leyendo un interesantísimo artículo de Jacinto Antón acerca de los tigres (una especie maravillosa, y desgraciadamente cada vez más en peligro) titulado "A la caza del devorador de hombres", me encontré con este absorbente párrafo: "La historia me hace pensar, y perdonen el excurso, en el baghnak,un arma india tipo puño de hierro (de la palabra hindi para garra de tigre) que imita una zarpa y que, inventado por Shivaji, el fundador del imperio Maratha, le sirvió a este para sacarle las entrañas al general Afzul Khan, al servicio del sultanato de Bijapu, cuando aparentaba abrazarle (!). Soy incapaz de dejarles de explicar que fue tradición armar a las chicas hindúes bengalíes con este instrumento para protegerlas durante los sangrientos enfrentamientos con los musulmanes en las revueltas de Calcuta de 1946. ¡Chicas tigre!, parece sacado de una película de Jacques Tourneur". La realidad, la ficción, y la leyenda, como casi siempre, nunca caminan demasiado separadas.

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