martes, 1 de diciembre de 2015

La historia real de diciembre: Animales muertos

Este mes de diciembre se celebra una nueva cumbre sobre el cambio climático en París. Una vez más, volverán a ponerse soluciones sobre la mesa para afrontar este reto que asoma al ser humano al abismo, y (seguramente, una vez más) volverán a adoptarse vagas resoluciones  que no llevarán a ninguna parte. Pero el tiempo se nos acaba, las consecuencias del ascenso de la temperatura dan sus primeros signos de aviso, y los ecosistemas se alteran de manera en algunos casos irreversible, siendo quizás su más temprano reflejo la extinción de ciertas especies que en algunos casos ya bordean la leyenda y, en otros, nunca creíamos que íbamos a dejar de ver. Con el objetivo de concienciar acerca del tema, ofrecemos en este post un pequeño muestrario de alguno de los animales (las especies vegetales ocuparían seguramente una enciclopedia) que el hombre ha llevado a la extinción, desde los tiempos antiguos hasta ejemplo más modernos. ¿Volverán algún día a existir -como apuntan algunos proyectos de ingeniería genética-, o, en cambio, nos añadiremos también nosotros mismos a la lista de animales extintos? Quizás analizando cada ejemplo lo podamos dilucidar.

-Prehistoria: ¿mamuts y neardentales? Como casi todos los detalles previos a la existencia de registros históricos, el asunto no está claro. Parece que hay indicios de que la caza intensiva de mamuts pudo llevar a su desaparición, pero un cambio climático presente en aquella época (el fin de las eras glaciares) pudo ser también el causante, o al menos formar parte de la ecuación que llevó al desastre. En cuanto a los neardentales (o cualquiera de las especies de homínidos relacionadas con la nuestra -animales después de todo-), también existe el misterio sobre si la causa de su extinción fue el cambio de clima, la falta de adaptación a las nuevas condiciones reinantes, o la competición por el mismo espacio que los Homo sapiens sapiens. Sobre la famosa teoría de que humanos y neardentales pudieron tener descendencia conjunta, las últimas investigaciones parecen apuntar aunque, si bien hubo cruces, fueron bastante esporádicos (calculan que unos siete a lo largo de los miles de años de relación conjunta). Así que, si bien en escasa medida, sí que parece que en parte es verdad aquello de que tenemos algo de Neardental dentro de nosotros.

-El dodo. Simpática por su graciosa apariencia, este pájaro gordo y algo torpe no estaba sin embargo preparada para que a las islas Mauricio llegaran en el siglo XVII un montón de exploradores hambrientos a quienes las aves no consideraban sus enemigos a pesar de devorarlas a dos carrillos y comerse todos sus huevos. No está claro si su carne era especialmente sabrosa, pero la cuestión es que, en apenas un siglo, ya se habían extinguido todos los miembros de su especie. Ha sido quizás el primer caso de especie extinta por el hombre que fue conocido por el gran público, y quizás por eso la cultura general lo tiene muy presente: hasta Iker Jiménez divulgó unas más que dudosas imágenes de un supuesto dodo actual dando vueltas delante de una cámara. E, incluso, en este humilde blog, le hemos hecho también algún pequeño homenaje.

-El virus de la viruela. Parece extraño incluir (en una lista que pretende promover la conservación de la naturaleza) a un bicho letal que se ha cargado a tantísima gente, pero lo cierto es que su relevancia radica en ser la primera especie que fue extinguida a propósito. Si bien la vacuna ideada por Jenner hizo mucho por disminuir su avance, no fue hasta que la URSS -en un ataque de propaganda del régimen comunista- realizó una vacunación masiva a nivel mundial a mediados del siglo XX cuando pudo declararse oficialmente erradicada la enfermedad. Aún hoy, sin embargo, no se ha querido eliminar la totalidad de los especímenes existentes (la investigación sobre la viruela podría llevar a mejores tratamientos contra otras enfermedades virales) y quedan dos muestras en sendos laboratorios de máxima seguridad en Inglaterra y Estados Unidos. El de Inglaterra sufrió una fuga en los años setenta que condujo a la muerte de la abuela de la periodista que había acudido allí para realizar un reportaje, lo cual condujo al posterior suicidio del responsable de las instalaciones. Hoy en día, los últimos reservorios de la viruela parecen tranquilos, aunque hay mucho debate sobre si ese tipo de lugares pudieran ser objetivo de terrorismo biológico. En todo caso, y afortunadamente (a pesar de la insistencia de los antivacunas) parece que otras especies de patógenos dañinos para el hombre podrían incorporarse a esta lista, como el (ya mencionado en otro post) parásito Dracunculus medinensis

-El tigre de Tasmania. Conocido también como tilacino o lobo de Tasmania, sobre este animal hay un área de misticismo y leyenda. Injustamente acusado en ocasiones de diezmar el ganado (parece que incluso se trucaron fotografías para convencer al gran público de este hecho), su caza masiva provocó que en los años 30 se creyera completamente extinto aunque, desde entonces, avistamientos puntuales han provocado continuas dudas sobre si pudiera encontrarse escondido algún ejemplar en los intrincados bosques de Tasmania. El magnate de la televisión Ted Turner ofreció incluso una jugosa recompensa para aquel que demostrase su existencia (más tarde le imitaron otros), aunque el tiempo ha pasado y sigue sin haber evidencias claras más allá de alguna fotografía dudosa. Esta falta de certeza ha provocado que el cine y la literatura hayan quedado prendados por su figura en más de una ocasión: a mí me cautivó un libro infantil que trataba sobre el tema (todavía me sigue obsesionando), y la película The Hunter se ha atrevido a poner rostro, bajo efectos digitales, a un hipotético último tilacino aún vivo y perseguido hasta la extenuación. Mientras tanto (cosas de haberse extinguido en la época moderna) siempre nos quedará el inquietante, conmovedor e hipnótico vídeo del último ejemplar conocido en cautiverio. Aunque no es lo mismo que saber que anda por allí afuera, menos es nada: con buena parte de los animales extintos, la Tierra no nos ha dado esa oportunidad.

-Aves gigantes: Los moas, el emú negro y el pájaro elefante (criaturas más verosímiles en una película fantástica ambientada en la época prehistórica que como seres reales y vivientes) poblaron respectivamente Oceanía y la isla de Madagascar hasta que la caza indiscriminada por parte de las primeras poblaciones humanas en esas zonas las esquilmó. No obstante, sus compañeras más pequeñas también han sufrido estragos: es el caso de las palomas pasajeras (el ave más común en Norteamérica hasta hace 200 años, hasta que una campaña para obtener su barata carne con el objetivo de alimentar a pobres y esclavos llevó su población al límite), o incluso de algunas de las especies de gallinas que producen los clásicos huevos blancos, por la simple preferencia de los consumidores por las que ponen los huevos morenos, que hace que las primeras estén a punto de desaparecer.

-En Oceanía: La llegada de los europeos y de las especies invasoras que trajeron consigo (el zorro entre los máximos implicados) fueron la causa de la extinción de algunos animales que habitaban en este entorno aislado: es el caso, entre otros, del bilby, el Toolache Wallaby o el Norfolk Kaká. El chochín de la isla Stephens fue descubierto casi en el mismo momento de su extinción: la leyenda dice que un gato le fue trayendo a su dueño (un farero que tenía como afición la ornitología) sucesivos ejemplares hasta que éstos, un día, se agotaron. De creerla a pies juntillas, sería el primer caso conocido de una especie completa que fue extinguida por un único animal, el susodicho gato, traído a la isla por su dueño europeo. No obstante, el caso es mucho más complejo: parece que en otras islas cercanas también había miembros de esta especie antes de la llegada de los occidentales (en esta isla, los chochines se extinguieron por culpa de las ratas que viajaron junto con los primeros colonizadores polinesios) y, por otro lado, algún blog se ha encargado de recordar la responsabilidad de la dejadez humana en la desaparición del pobre bicho, culpabilidad de los naturalistas del siglo XIX incluida.

-En el mar: Lo que no se ve no se conoce y, por tanto, lo insondable de las profundidades marinas está evitando que podamos apreciar la enorme mortalidad que produce la acción de la pesca sin control. Conocido es el peligro que corren las ballenas por su captura directa (la ballena gris del Atlántico, de hecho, desapareció en el siglo XVII), y también el daño que determinados tipos de redes pueden ejercer al capturar tortugas y delfines que caen accidentalmente en sus trampas. Como ejemplos de extinción de mamíferos marinos de gran tamaño, tenemos al dugong de Steller (devorado en el mar de Bering en el siglo XVIII) o la foca monje del Caribe (también desaparecida por lo comestible de su carne; la foca monje del Mediterráneo, por contra, está casi en las últimas debido a la megalomanía constructora en la costa del Meditérraneo. En España han sido prácticamente expulsadas de su nicho ecológico). Pero los propios peces también están en peligro. Algunos de forma directa, como el atún rojo, u otros de manera sutil: un ejemplo muy bueno es el de este post de @aberron, que muestra cómo la pesca constante en un territorio puede provocar que, con el tiempo, las capturas sean más pequeñas y nos acostumbremos a una naturaleza cada vez más menguada (En este sentido, me acuerdo de las declaraciones de un periodista que afirmaba que, contrariamente a lo que parece en los documentales, las selvas, en comparación con lo que mostraban antaño, se encuentran estremecedoramente vacías).


-Grandes mamíferos: Muy dependientes en ocasiones de su medio ambiente, sin duda su desaparición es doblemente dolorosa por la admiración que nos despiertan esos animales, y por lo evidente que se hace su ausencia en el nuevo entorno. A las variedades de tigre que han ido desapareciendo en los últimos tiempos (en muchos casos por la caza con fines exclusivamente deportivos) se suman especies como el rinoceronte negro de África Occidental (víctima de la caza furtiva, entre otras razones por su cuerno) o el raro delfín de río chino, quien, después de algún avistamiento aislado, fue oficialmente declarado extinto en 2008, víctima de la industrialización alrededor de las cuencas fluviales chinas. Otros felinos y tipos de lobo también han desaparecido o están en peligro constante por la alteración de su hábitat o la presión de los cazadores. Ya de los grandes hervíboros, cazados por su carne, ni hablamos: el antílope azul en la sabana africana, el hipopótamo enano en Madagascar, o la casi desaparición del bisonte norteamericano son buenas muestras. Para los aficionados a la historia, les dolerá saber que la especie de elefante cartaginés que Aníbal se llevó a conquistar Roma acabó sus días luchando en el Coliseo romano. Un ejemplo muy paradigmático es el del quagga, una clase de cebra que se extinguió sin que nadie se diera cuenta por la habitual confusión con sus parientes cercanos, de modo que su desaparición (tanto para conseguir su carne y su piel como para evitar que compitiera por el pasto con el ganado) fue descubierta cuando ya era demasiado tarde como para evitarlo.


-Anfibios e insectos: Dicen que los anfibios, por esa particular dependencia del agua que poseen, son muy sensibles a las alteraciones del entorno, y esa fragilidad es la que los hace ser los más tempranos marcadores de la degradación de un ecosistema, pues son los primeros seres afectados. Numerosas especies están desapareciendo -a causa de la contaminación o desecación de los lugares donde habitan- a una velocidad que muchos científicos destacan como alarmante (de entre ellos, el sapo dorado es el más conocido). Más flagrante incluso es el caso de los insectos, ya que su difícil estudio hace que determinados actos de barbarie del hombre (la tala abusiva del Amazonas, por ejemplo) provoquen que se extingan un incontable número de especies sin que ni siquiera los taxónomos hayan podido catalogarlas.

-Extintos en el último año. Para que comprobemos que el ritmo de desaparición no es ni mucho menos una exageración de los científicos, unos cuantos ejemplos de especies declaradas extintas en 2014, en la mayor parte de los cuales el hombre tuvo algo que ver: el eslizón del bosque de la isla Navidad, cuyo único espécimen falleció este año en un zoológico (las especies invasoras minaron su supervivencia); la tijereta gigante de Santa Helena (además de depredadores invasores, la extracción de piedra por parte del hombre fue la causa de su desaparición); y también el Plectostoma sciaphilum, un tipo de caracol que habitaba en una zona de roca caliza en Malasia la cual fue volada por los aires por una compañía cementera, arrasando con todos los miembros existentes de la especie. Pero no creamos que sólo se han extinguido recientemente animales pequeños: en 2013, desapareció el leopardo nubloso de Formosa, cuyos huesos eran muy apreciados en el mercado negro. En España, en el año 2000 se extinguió el último bucardo, una especie de cabra montesa que había sufrido un terrible acoso por culpa de la caza. 

-En cola para ser los siguientes en engrosar la lista: La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza emitió un informe en 2013 que decía que el 25% de los mamíferos, el 13,25% de las aves y el 31% de los anfibios se encuentran amenazados. Como ejemplos concretos de especies a punto de desaparecer (tanto, que algunas podrían ser declaradas extintas incluso este 2015, o el próximo 2016) se encuentran el tigre siberiano, el leopardo Amour, el rinoceronte de Java, el gorila de montaña, el literario Nautilus... pero la lista es interminable. Aquí, en España, recientemente, se denunciaba la desaparición del urogallo en Galicia, con riesgo de que esta situación se extienda a todo el territorio nacional. ¿De qué depende que todas estas criaturas no queden borradas del mapa para siempre? De mejor y más aplicada legislación internacional, sin duda, pero también de nosotros mismos (menos contaminación, menos sobreexplotación del medio ambiente en el día a día), y de nuestra tolerancia como votantes y consumidores ante ciertos tipos de actitudes de gobiernos y empresarios (entre las compañías con acciones más controvertidas a nivel medioambiental se encuentran algunas tan extendidas como Nestlé, Shell, Bayer o Samsung; no pocos llaman al boicot a aquellas corporaciones que, por motivos sociales o ecológicos, se merecen la reprobación de sus clientes) Hace poco, Greenpeace realizó una campaña en la que se le advertía a los políticos: "que el niño que fuiste no se avergüence del adulto que eres" (al respecto, os dejo el enlace al programa del partido que creo que puede afrontar mejor este problema, aparte de otras cuestiones sociales -de vez en cuando, en la vida, hay que mojarse-). ¿Nos pasará a nosotros lo mismo, y nuestro niño interior nos lo afeará? Quizá la supervivencia de estas especies depende de que nos quede claro el mensaje.

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