domingo, 27 de noviembre de 2016

Homenaje a Gloria Fuertes

En el aniversario del fallecimiento de Gloria Fuertes, unos pocos poemas suyos (completos o en fragmentos; "uy, qué raro, me ha salido un pareado" XD). Los dos primeros, "Plumilindo" y "La momia tiene catarro" son muestras representativas de la imagen que todos conservamos de Gloria Fuertes como poetisa infantil, y han hecho las delicias de los lectores más jóvenes -cada uno tenía su favorito- durante ya varias generaciones. Los cuatro siguientes nos recuerdan que Gloria Fuertes no se dedicó sólo a escribir para niños y no tan niños, sino que fue también una destacada poetisa para adultos, destacando en ella un profundo compromiso social y antibelicista. Finalmente, un poema que me han regalado hace poco, dedicado a la letra "eñe", y que quizás merezca una explicación, Muchos de vosotros habéis sentido -cuando tratáis de mandar un correo electrónico o escribir un texto en un ordenador extranjero-, cómo, en el teclado que manejabais, la letra "eñe", ésa tan genuinamente castellana, se encontraba ausente, teniendo que recurrir a recursos externos, subterfugios, sinónimos, o incluso a variantes fonológicas extranjeras (la "nh" portuguesa o la "gn" francesa) para haceros entender. A mí también me ha ocurrido, pero quizás vosotros no habéis tenido la suerte de, al otro lado de la conversación, tratar con alguien que le saca punta a este contexto, haciéndote hablar de núes y de nandúes, de años y rebaños, o de añojos de gusto añejo. Afortunadamente para mi equilibrio mental, hace tiempo que puedo usar la "ñ" con libertad, pero echo de menos esas conversaciones, igual que entonces echaba de menos la "ñ" (la cual, quieras que no, está contenida en ese trocito de tierra que tantos han tenido que extrañar por razones ajenas a ellos mismos, y que ha venido en llamarse España), y también está contenida en esa palabra, "añoranza", que sirve para expresar tan bien cuando queremos volver a sentir algo de nuevo. Por eso, creo que ahora es apropiado decir: te añoramos, Gloria Fuertes.

Plumilindo
(El cisne que sería ser pato)
(Fragmento)


Este es Plumilindo.
Por decorativo y elegante
le tenían aparte en el estanque.
Desde su estanque particular
veía a los vulgares patitos disfrutar.
Todos los patos admiraban su belleza
y las patas, por él, perdían la cabeza.
Plumilindo siempre solo,
y más helado que un polo.
-¡Qué mala pata tengo!
¿Por qué no seré un pato mareado y corriente
en vez de triste cisne de pluma transparente?
¡Triste es mi vida! ¡Qué vida llevo!
¿Por qué no me habrán frito cuando era huevo?
(El cisne, así se lamentaba
y el agua del estanque aumentaba,
porque Plumilindo lloraba como un grifo.)
¿Qué me importa que me saluden las flores,
que me pinten los pintores,
que hagan fotos a mi cabeza divina
si estoy SOLO en la piscina?
(Plumilindo lloraba como un descosido,
bajo el sauce escondido.)
Se acercó una pata muy coqueta
y le hizo cosquillas con la aleta.

La momia tiene catarro
(Fragmento)

En un lugar desierto del Desierto, se empezaron a oír unos ruidos extraños, que no era el lamento del viento.


 Alrededor no había nada,


 ni palmeras, ni animales,


 por eso los ruidos,


 no eran naturales...

... De donde únicamente podían salir los extraños sonidos era de la pirámide cercana; pero dentro de la pirámide no había nada. Mejor dicho, había una «cosa», ¡la momia! -porque una pirámide sin momia es como un fantasma sin castillo-.
Así que los lejanos vecinos de las pequeñas casas apiñadas como hojaldres estaban -no precisamente encantados por la pirámide encantada-, estaban ¡aterrorizados!
De la abandonada pirámide seguían saliendo ruiditos misteriosos día y noche (de noche daban más miedo).
Los antiguos nómadas, hoy sedentarios, tranquilos (e intranquilos) habitantes de las casas y tiendas de alrededor dispusieron sus dromedarios y sus camellas e iniciaron la caravana hasta el próximo poblado «civilizado » y... ¡raptaron al médico!
Bien raptado y maniatado, llevaron al doctor hasta la pirámide y, colocándole junto a una de las piedras que -según los más viejos- era la antigua entrada al picudo monumento, empezaron los trabajos.
A fuerza de cánticos, conjuros, palanquetas y, sobre todo, a fuerza de fuerza, cedió la puerta -que no era puerta, sino un enorme pedrusco.
El doctor dijo con miedo: Pa, pa, papa, pasen...
-Usted primero, doctor.
-No, por favor, ustedes primero... Yo... Yo no tengo nada que hacer aquí... A mí me llaman para que no se mueran los vivos, no para que resuciten los muertos... Lo mío es curar vivos, no sé nada de muertos, no entiendo de momias... Soy puericultor...
-¡Hemos dicho que pase, doctor!
Y le dieron tal empujón que fue a parar a los pies del sarcófago... Después entró el cortejo de asustados cortesanos. Un silencio, bastante sepulcral, reinaba en la ante-tumba. Tumbada, quieta y vendada yacía la momia . La momia, estaba momia, que era lo suyo, momia y callada. Imposible que de su boquita vendada saliera el más leve susurro.
De pronto, se deshizo el hechizo, el silencio bastante sepulcral del que antes hablaba se vino abajo cuando... unos estornudos estruendosos retumbaban contra el eco del salón piramidal.
-¡Achís, achis!
Después, silencio de nuevo. Después, tímidos pasos. Los pasos aumentaban de sonido. No cabe duda, los pasos se acercaban.
En la semioscuridad de la nave apareció una cosa larga, que brillaba canosa.
¡Apareció una barba! ¡Qué cosa!
Una bárbara barba, brillante y frondosa,que llegaba hasta el suelo y barría las baldosas. La barba habló: ¡No asustaros!
Era una barba con hombre. Era un hombre dentro de una barba, y no habló más... Se abalanzó sobre el doctor y le estrujó en un abrazo.

Barba y doctor temblorosos.


¡Qué susto más horroroso!



Yo como
comes
El come
Nosotros comemos
Vosotros coméis
¡Ellos no!
(Extraído de Mujer de verso en pecho, 1996).


Siempre con los colores a cuestas

No olvido cuando rojos y negros
corríamos delante de los grises
poniéndoles verdes.
Cuando rojos y verdes
temblábamos bajo los azules (de camisa)
bordada en rojo ayer.
Asco color marrón
que siempre huele a pólvora.
Páginas amarillas leo hoy
para encontrar a un fontanero
que no me clave.
Siempre con los colores a cuestas.
Siempre con los colores en la cara
por la vergüenza de ser honesta.
Siempre con los colores en danza.
Azul contra rojo
negro contra marrón
como si uno fuera Dalí o Miró.

HAY QUE DECIR LO QUE HAY QUE DECIR


Hay que decir lo que hay que decir pronto,
de pronto,
visceral
del tronco;
con las menos palabras posibles
que sean posibles los imposibles.
Hay que hablar poco y decir mucho
hay que hacer mucho
y que nos parezca poco:
Arrancar el gatillo a las armas,
por ejemplo.


Ya ves qué tontería
Ya ves qué tontería,
me gusta escribir tu nombre,
llenar papeles con tu nombre,
llenar el aire con tu nombre;
decir a los niños tu nombre,
escribir a mi padre muerto
y contarle que te llamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes.
Me creo que da buena suerte.
Voy por las calles tan contenta
y no llevo encima más que tu nombre.



Poema a la eñe

Todo tiene eñe en España,

¡hasta España!

Eñe, el coño o la cigüeña que nos trae,

eñe la cizaña o la guadaña que nos lleva,

eñe la niña que nos enfría,
eñe la leña que nos calienta.
Eñe la caña con que pescamos,
eñe del paño que nos alienta,
eñe de moño que aún baila jota,
eñe de maña que maña ostenta,
eñe de uña que nos araña,
eñe extremeña.
Eñe de caño de fuente,
eñe de cuña que injerta,
eñe de añicos,
eñe de mierda
o eñe de niño, que somos todos,
los que aún latimos con un poema.

Éstos y otros poemas de Gloria Fuertes podéis encontrarlos en su página de Cervantes Virtual, y también en blogs, recopilatorios, homenajes y, por supuesto, vuestra librería o biblioteca favorita.

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