lunes, 7 de octubre de 2024

Los libros de octubre: unas cuantas historias reales

Atlas de las futuras islas sumergidas, de Cristina Gerhardt. Hay un gran número de islas en el mundo cuya altitud media es de tan sólo un par de metros por encima del nivel del mar. Todas ellas están amenazadas por el cambio climático; algunas ya han exportado sus primeros refugiados climáticos: gente que necesita cambiar su ubicación o su modo de vida como consecuencia de la elevación del nivel de las aguas. La autora explora estas islas y archipiélagos a lo largo de los distintos mares y océanos y nos cuenta un poco sobre su historia, sus costumbres, el choque con el colonialismo, la dificultad de conjugar su tradición con el mundo moderno y, sobre todo, los riesgos futuros a los que se exponen. El libro viene ilustrado con mapas que exhiben el peligro que corren estos territorios, y acompañado de poemas locales que expresan las preocupaciones y angustias de sus habitantes. Muy recomendable para amantes de territorios remotos que quieren saber de ellos antes de que se extingan.

No es un deporte de riesgo. Ya hablamos de Nigel Barley cuando mencionamos su ensayo "El antropólogo inocente" y su continuación (sí, ya me lo he leído, y en efecto, no es tan gracioso como el primero, pero tiene su punto). En este caso, el antropólogo británico viaja hasta Indonesia, a la isla de Sulawesi, para aprender acerca de los toraja, un pueblo con unas sorprendentes casas, y unas creencias que derivan en unos aparatosos y absorbentes funerales. Si en el primer libro de Barley daba la sensación de que le timaban por todos lados, y en el segundo era un poco menos ingenuo pero no demasiado, en este tercero te da la sensación de que la elección del autor no es muy acertada, pues los toraja han tenido demasiado contacto con otras culturas como para que un antropólogo saque de ellos conclusiones novedosas. De hecho, en algunos momentos da la sensación de que Barley se ha acostumbrado a hacernos reír y fuerza un poco las anécdotas, por no decir que nos engaña. Pero, en todo caso, el tono de humor lo mantiene, y la lectura, si aceptas su palabra, se hace bastante amena. La parte más espectacular es cuando se trae a su país a un grupo de toraja para un evento en el Museo Británico y quedan palpables las diferencias entre ambas culturas, así como el fenómeno de que la extrañeza ante las costumbres ajenas es un fenómeno multidireccional.

-Más adelante, Barley publicaría un libro sobre las aproximaciones de diferentes civilizaciones humanas al fenómeno de la muerte, titulado "Bailando sobre la tumba", donde emplearía experiencias propias, bibliografía ajena y, sobre todo, la desapegada ironía a la que nos tiene acostumbrados. Aunque, por primera vez, una obra de este autor se parezca más a un texto de antropología que a una colección de anécdotas, quizá la mayor gracia de este volumen es cómo Barley -que había aprendido mucho sobre funerales, especialmente del contacto con los toraja- examina su propia cultura, la frontera que, según dicen, marca que un antropólogo lo es de verdad. Quién sabe: a pesar de protestar tanto sobre el trabajo de campo, parece que finalmente éste le valió a nuestro escritor de algo.

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