lunes, 7 de julio de 2025

El libro y las historias reales de julio: "Atlas novelado de los volcanes de Islandia"


Los volcanes son un fenómeno fascinante. En Islandia, forman parte no sólo del paisaje, sino también de la historia que ha ido modelando a la isla y a sus habitantes. No extraño entonces que, cuando Leonardo Piccione escribió este libro, decidido a dedicarle unas cuantas páginas a cada volcán mínimamente importante del país, haya condensado en ella buena parte de la evolución de la isla y de los acontecimientos más relevantes que ha vivido. Entre algunos de los extraordinarios hechos que el libro narra (relacionados de una manera más o menos tangencial con cada uno de los accidentes geográficos que menciona) se encuentran, por ejemplo:

-Los curiosos nombres de los volcanes, y los intrépidos intentos por escalarlos. Como resumen: la muerte en Islandia acecha a cada instante. También se habla de otras formas sorprendentes de morir o casi fallecer: desde gente que desaparece sin dejar rastro hasta un avión atrapado en el hielo. Eso sí, parece que eso no quita que muchos islandeses y extranjeros quieran acercarse a los volcanes más de lo conveniente.

-Los tsunamis de hielo, que ocurren cuando el magma de un volcán deshiela un glaciar y no sólo se producen inundaciones, sino que grandes icebergs pueden desprenderse para invadir carreteras y caminos.

-El día que les vendieron las auroras boreales a los suizos.

-El director de cine que le paró un penalti a Leo Messi.

-La creencia de los islandeses en los elfos, a pesar de que los volcanes fueron claves para pasar del paganismo a la religión cristiana. Además de leyendas sobre guerreros, criaturas mitológicas y brujas.

-El acto por el que los rorcuales se ponen en contra de las orcas para defender a los animales más débiles contra las que estas última se enfrentan. El porqué de este comportamiento aparentemente altruista no lo conocemos, y sólo existen atrevidas especulaciones. El libro también habla de otro tipo de ballenas, de caballos y de osos polares, y (por qué no) de microbios.

-La curiosa relación de los volcanes islandeses con los pintores prerrafaelitas, con Bobby Fischer, con Disney, con Hemingway y con Julio Verne; un italiano, incluso, llega más allá y cree que la Divina Comedia de Dante es parte de un mensaje secreto a través de los siglos que señala en dirección Islandia. Hay que decir que Islandia es tierra de escritores y, de los autores locales -y sus historias-, se habla también en el libro.

-Por supuesto, las llamativas sagas islandesas -e incluso hechos históricos confirmados, dignos de una saga-, que hablan de mitos ambientados en un entorno geográfico todavía reconocible, pues en él no han cambiado tantas cosas desde hace 12 siglos (Islandia fue la última parte del mundo en ser colonizada por el hombre, si descontamos la Antártida). Por supuesto, no faltan relatos de vikingos.

-La huelga de los trabajadores que se quejaban de que sólo comían salmón.

-El cura que rezó porque la lava no llegara a su iglesia... y la lava se paró. Por cierto, fue durante la erupción del Laki en 1783, que puso en peligro a la totalidad de la población islandesa, afectó a las cosechas de Europa y, según muchos, fue uno de los detonantes de la Revolución Francesa. Otras erupciones volcánicas tuvieron imprevisibles consecuencias en el resto del mundo (entre otras la creación del mito de Frankenstein o la invención de la bicicleta).

-Las alcas y su triste extinción.

-Qué ocurre cuando nace una isla nueva.

-La historia de la Pompeya del norte (que ya contamos aquí) y, muy cerca de la isla donde aconteció, la de un hombre que resistió al agua helada durante horas. Un milagro de la naturaleza, como también la importancia de las algas y cierto tipo de vegetación en el país.

-La historia de Alfred Wegener, un hombre de vida apasionante que no tuvo nada que ver con Islandia, aunque le hubiera venido bien.

-La historia de "el hombre que se robó a sí mismo": el primer islandés negro.

-La relación de Islandia con la exploración del espacio.

-Por supuesto, consecuencias de erupciones volcánicas, y la forma en que los islandeses se enfrentan a ellas. El libro parece muy bien documentado en la cuestión vulcanológica y en varias áreas científicas, aunque algún error he encontrado (por ejemplo, el de sacar a colación el famoso bulo de "la memoria del agua").

-Cómo el cambio climático puede influir en que la actividad volcánica se incremente en los próximos años (por culpa de la desaparición de los glaciares que los mantienen hasta cierto punto controlados).

El libro remata con un epílogo donde explica (también de manera bastante evocadora, y mezclando presente y pasado, como caracteriza el estilo de este texto y otros similares) lo que sabemos del vulcanismo desde las primeras divagaciones de los filósofos hasta nuestros días.

Como colofón, un apartado final no sólo señala bibliografía, sino que proporciona información adicional bastante jugosa, aunque dificulta un poco la lectura, pues obliga a retomar conceptos descritos bastantes páginas antes. Puede ser una buena excusa para hacer repaso del libro. Que, como véis, aporta bastante información, y da para releerlo un par de veces. Espero que os guste.

martes, 1 de julio de 2025

La historia corta de julio: "Cuando la Parca venga a buscarme"

                Cuando la Parca venga a buscarme, no la insultéis, ni le indiquéis mal el camino: a una señora mayor hay que invitarla a un sillón cómodo y ofrecerle un té, para que se sienta cómoda.

                Cuando la Parca me lleve, no quiero llantos ni miedos. Montad en cambio una fiesta: poned música, proyectad cine, traed libros. Comed como si fuera el último día, porque puede serlo; recomendaos series para los próximos seis meses, porque hay que aprovechar el tiempo.

                Gastaos poco dinero en mi funeral: invertidlo mejor en viajes. Si es posible, que mi ataúd sea biodegradable: no quiero robarle nada a la Tierra, ahora que vuelvo a ella. En la fiesta, poned contenedores para reciclaje: porque este planeta nos tiene que durar mucho, también para los que no estamos.

                Y esa noche, cuando gocéis del tiempo con vuestras parejas, o con un individuo desconocido que os guste, follad, follad muchísimo, y hacedlo a mi salud. Vuestra alegría es el mejor homenaje que podéis darme.

                Cuando la Parca venga a buscarme, recordad: la muerte no es un mal final, siempre que hayas vivido.


lunes, 23 de junio de 2025

Los libros de junio: una serie de obras concatenadas

Pocos saben que Robert Louis Stevenson, el escritor (autor del "Dr. Jekyll y Mr. Hyde" y "La isla del tesoro", entre otras) era desdendiente de una estirpe de ingenieros civiles especializados en la construcción de faros, como marcamos a continuación en este árbol familiar (extraído de la Wikipedia), donde podéis ver el recuadro que sañala al escritor, en la parte de abajo a la derecha:


De hecho, por lo visto, los padres de Robert Louis se sintieron muy decepcionados cuando su hijo dijo que no quería dedicarse a la saga familiar, y que prefería iluminar el mundo de otra forma. El caso es que los Stevenson ayudaron a construir numerosos faros. Algunos, en la cercanía de su tierra natal, en Escocia, como éste de "Butt of Lewis" ("culo de Lewis"), llamado así porque está situado en un extremo de la isla del mismo nombre (por cierto, un lugar muy chulo que visitar), adonde tuve la suerte de ir hace unos años.
Fotos del faro en el "Culo de Lewis", realizadas por el autor.

Esta es uno de los edificaciones que se describen en "Breve Atlas de los faros del fin del mundo", de José Luis González Macías (publicado por Ediciones Menguantes), un libro sobre algunos de los faros situados en las regiones más ignotas del mundo. Entre esas evocadoras construcciones se desgranan los detalles de varios faros construidos por los Stevenson. Otro lugar muy literario que también se menciona es el faro de San Juan de Salvamento, situado en las islas de los Estados en Argentina, en Tierra de Fuego, y uno de los más australes del planeta. Julio Verne ambientó en este lugar "El faro del fin mundo", una novela de aventuras que catapultó a la fama esta localización, y de la que por cierto hubo una entretenida adaptación cinematográfica con Kirk Douglas como protagonista.

Pero volvamos a los Stevenson. Si os fijáis en el árbol familiar, os daréis cuenta que hay un primo de Robert Louis llamado David Alan, y que también era ingeniero de faros. Pues bien, este hombre tuvo una hija a la que llamó Dorothy Emily, la cual acabó siendo escritora. No sabemos si el parentesco con Robert Louis jugó un papel (ya sabemos que los inicios son duros, y que cualquier ayuda cuenta: aquí hablámos el caso de la bisnieta de Charles Dickens, que tuvo que trabajar con sus propias manos antes de conseguir reconocimiento literario), pero el caso es que Dorothy Emily se convirtió en una escritora muy exitosa, gracias entre otras historias a "El libro de la señorita Buncle" (Editorial Rara Avis), un ingenioso divertimento que no tiene nada que ver con faros, sino con un prototipo muy británico: los habitantes de un pequeño pueblo, los cuales andan tan perdidos como un barco en día de galerna.
En esta novela, la señorita Buncle, acuciada por las necesidades económicas, decide escribir un libro sobre lo único que conoce: sus vecinos. Lo lleva a un editor, quien, convencido de su éxito, lo publica bajo un pseudónimo. Sin embargo, los habitantes del pueblo de la señorita Buncle no tardan en reconocer sus propias personalidades en el texto de su paisana y, furiosos, tratan de dilucidar quién ha sido el autor de ese escandaloso ultraje, para así tomar medidas contra él. El argumento juega con las consecuencias inesperadas y equívocos que genera tan escandaloso volumen, y de paso sirve para describir todas las miserias de esta diminuta villa, tan igual a tantas otras. En conjunto, el libro puede parecer demasiado costumbrista (es lo que tiene denunciar la mezquindad de determinados ambientes: debes meterte hasta el fondo dentro de ellos), pero tiene detalles de ingenio que arrancan unas cuantas sonrisas, y juega muy bien con la mezcla entre realidad y ficción. No es extraño que muchos lectores se sintieran identificados por alguna de las situaciones que trataba: de hecho, el libro debió de gustar bastante, pues dio lugar a una serie de secuelas. En conjunto, no es inolvidable, pero es breve, sencillo y divertido. De esta clase de narraciones (fue un elogio que le dedicaron a las novelas de D.E. Stevenson) donde sabes que todo va a acabar bien: y ése al fin y al cabo es el objetivo de los faros, ¿verdad?

lunes, 16 de junio de 2025

La historia corta de junio: "Me ha robado el corazón"

                En 2024, en Gales, un ladrón fue detenido porque irrumpió en una casa, se cocinó la comida, la sirvió con vino y, a continuación, empezó a hacer las labores domésticas. Entre otras cosas, tendió la ropa, vació un contenedor de reciclaje, fregó el suelo y reordenó ciertos elementos de la vivienda. Cuando se fue de la casa, dejó una nota que decía: “No te preocupes, sé feliz”. Había llevado a cabo un procedimiento muy parecido en otras moradas. Lo que sigue a continuación es una ficción.

 

                No voy a negárselo. Parte de mi motivación fue el dinero. O, mejor dicho, la carencia de él. Pero me repugna robar, y no me considero un ladrón. En efecto, yo entré en esa casa, me serví de sus útiles de cocina y tomé parte de sus alimentos, pero lo pagué con mi trabajo: si se da cuenta, realicé unas cuantas tareas del hogar. Vale que cuando me cuelo en una residencia y lavo la ropa, incluyo también la mía, pero le estoy ahorrando un rato de esfuerzo a los habitantes del sitio. Encima, les reorganicé el jardín, que lo tenían muy descuidado; guardé la compra, que habían dejado tirada por ahí; y reestructuré los armarios, que tenían hechos un desastre. Me apuesto lo que quiera a que no han cambiado la reordenación que le hice, porque les viene mejor. Hasta cabría decirse que les he hecho un favor.

                Además, todos los domicilios en los que he entrado tienen algo en común. Pasaba cerca de ellos con frecuencia en mi camino a buscar trabajo, y me daba la sensación de que los que allí vivían no aprovechaban plenamente sus vidas. Tenían buenas casas, trabajos acomodados, una existencia (sobre el papel) feliz, y nunca parecían tener tiempo para arreglar los pequeños desperfectos de su hogar, ni tampoco se sentían -aparentemente- a gusto. Me da la sensación de que nunca han valorado más lo que tenían dentro de sus viviendas hasta que no ha entrado alguien que les ha hecho sentir que podían perderlas. Yo, en cambio, he aprovechado hasta el tuétano todo lo que ellos habían despreciado. Las comodidades están para usarse; de no ser así, carecen de sentido.

                No sé, señor juez. Para mí sería ideal un intercambio de ese estilo: comida y un lugar donde reposar a cambio de trabajos. No es que me disguste ser un ladrón original: qué más quisiera yo que adoptar la fama de aquel a quien la policía pilló en una casa porque se había quedado a leer un libro tan interesante que se le fue el santo al cielo. Me gustó cuando en Twitter hicieron chistes de mí llamádome "el ladrón con el TOC de la limpieza" y comparándome con el anuncio de "Don Limpio". Pero sigo sin considerarme a mí mismo un criminal. No sé qué opina usted.

                El juez meditó.

                -¿Se pasa por mi residencia, mañana a las seis?-preguntó.

                El acusado asintió:

                -Deme la dirección, y acudiré encantado.

lunes, 9 de junio de 2025

La historial real de junio: más hilos en Bluesky

Seguimos con hilos de Bluesky. Reciclamos un hilo de Twitter que no pudimos colgar en otro formato acerca del hombre que pudo ser Hitler en lugar de ser Hitler; relacionado con eso, un minihilo sobre el final de Klaus Barbie ("el carnicero de Lyon", un torturador nazi implacable, responsable del asesinato y deportación de miles de personas). Además, y también en clave política, aunque con un giro totalmente diferente, tenéis éste sobre las piquiponadas, unos pequeños destellos de ingenio que son más de Rajoy que de Gómez de la Serna. Que los disfrutéis, todos ellos. Un saludo.

domingo, 1 de junio de 2025

El relato de junio: "La mula Francis en la corte del rey Trump"

 “Francis, la mula parlante” es un personaje de ficción que apareció en 1950 en un film estadounidense homónimo en el cual dicho animal hablaba y le daba consejos a un soldado no muy despierto, en contraste con el ingenio cáustico del equino. He querido imaginarme cómo sería la vida de la mula Francis si le diera por aparecer en estos tiempos tan bestias que vivimos.

 

ALGÚN LUGAR DE ESTADOS UNIDOS. AÑO 2023.

                Todo comenzó en el parque de caravanas donde J.D. Vance iba a pasar sus vacaciones. Allí, se sentaba en un taburete y leía el periódico en pantalones cortos, con los pies metidos dentro de una piscina hinchable de plástico rellena de agua, para así recordar cómo eran sus vacaciones de verano cuando era niño. Por suerte, ahora ni él ni su familia vivían allí, pero volvía de vez en cuando para recordar que, si le ponía mucho esfuerzo y el Partido Republicano trabajaba duro, era posible que, algún día, todos los norteamericanos tuvieran una infancia como la suya.

                Fue entonces cuando escuchó cómo alguien le hablaba a su espalda con una voz sonora y bien modulada:

                -Oiga, amigo, ¿ha visto lo que el idiota de Trump está haciendo?

                -Pues sí, es un cernícalo de marca mayor, y se lo digo yo, que he visto muchos. Aunque es verdad que le sigue mucha gente.

                -¿Y no cree, amigo, que alguien debería salir por la tele y decirle a la gente que ese hombre es un maldito ignorante? Y no me refiero adónde ha estudiado, sino que no para de decir sandeces.

                -En efecto, alguien debería hacerlo.

                -¿Y no ha pensado en que ese alguien sea usted?

                -¿Yo? Pues…

                El problema es que, cuando Vance se dio la vuelta para contestar no vio a nadie.

                -Oiga, ¿dónde está?

                -Aquí.

                -¿Cómo aquí? Aquí no hay nada salvo…

                -Yo.

                -¡Una mula!¡Una mula que habla!

                -Francis, para servirle.

                -¿Francis?¡Pero si eso es nombre de chico!

                -No entremos en la cuestión del género, ¿quiere? Qué obsesión tiene la gente por categorizar… Llámeme simplemente Francis, y con eso estaremos todos contentos.

                -Bueno, Francis, como usted quiera… Si a mí lo que me sorprendía era que una mula estuviera charlando conmigo. ¿Dónde ha aprendido usted mi idioma?

                -Que dónde he aprendido yo… Qué pregunta. En una escuela pública estadounidense no, desde luego. Con el poco dinero que invierten ustedes en ella, sería imposible.

                -Oiga, ¿se está metiendo con mi país?¡Porque América es una gran nación!

                -Luego discutiremos si su país se llama o no América, pero de momento, volvamos a lo importante: ¿no ha pensado usted en hacerme caso, e irse a protestar contra Trump en la televisión nacional, ahora que se ha hecho usted famoso con su libro y su película?

                -Ah, ¿las conoce usted?¿Qué tal, le han gustado?

                -Bueno, un poco autoindulgentes y con tendencia a la inacción, si quiere que le diga la verdad. Aunque he de decir que simpatizo con el hecho de que ponga el foco en las personas más desfavorecidas… Pero dejémonos de crítica literaria -zanjó la mula, antes de que Vance pudiera poner reparos-. Ahora, retornando al meollo de nuestro asunto: si conseguimos apartar a ese cretino de Trump de la carrera a las elecciones, y evitamos que salga elegido en 2024, es posible que el país haga algo decente por la gente que vive en los parques de caravanas, y les ayude a estar un poco mejor.

                -Hmm, bueno, eso estaría bien, la verdad.

                -Pues habrá que ir a Washington entonces.

-¿A Washington?¿El estado, o la capital?

-La capital, por supuesto. Ahí es donde se toman las decisiones importantes, y ahí es donde estarán las cámaras de televisión que necesitamos.

                -¿Cuándo dice “necesitamos”, se refiere a mí?¿Quiere ir usted… conmigo?

                -No, con Taylor Swift, no te fastidia… Pues claro que con usted: no se pensará que una mula parlante va a conseguir audiencia en la CNN. Y mira que a la Fox han acudido toda clase de criaturas, incluyendo sapos e invertebrados, pero creo que será más fácil si habla usted por mí. Aunque yo también habré de ir, que para algo la idea ha sido mía.

                -Ummm, en fin, reconozco que eso tiene toda la lógica del mundo.

                -Hala, pues venga, lléveme al Distrito Federal, que ya vamos tarde. Por cierto, le aconsejo que se compre una furgoneta: ¿sabe lo mal preparado que está el transporte público para desplazar mulas? Mira que estuve un tiempo en el ejército, y allí nos trataban mejor…

 

UNOS MESES DESPUÉS

 

                -Hola, Francis, ¿qué tal?¿Te tratan bien en este establo que te he buscado?¿Te dan de comer buena paja?

                -No está mal. Un poco sosa, quizá, pero, por lo demás, aceptable. Por cierto, sea lo que sea lo que ha negociado con el dueño, ya no hace falta que le pague. Le he dado un par de consejos sobre gestión financiera y, con lo que han incrementado sus beneficios, mi hospedaje está más que pagado. Mira que en este caso me ha venido bien, pero eso de Wall Street tiene últimamente más estiércol que este establo. En fin, hablemos de cosas serias: J.D., me encantó lo que dijiste contra Trump el otro día en las noticias. Creo que vamos por el buen camino.

                -¡Eso mismo iba yo a decirte! Mira, de hecho, a raíz de haber salido en la tele, mira quién ha venido.

                -Hola, buenas: me llamo Robert Kennedy Jr.

                -Buenas, encantado de conocerle. Perdone que no le dé la pata, la tengo un poco sucia.

                -Oh, no se preocupe. Últimamente todo está un poco sucio. Es porque la gente se mete toda clase de porquerías en el cuerpo: vacunas, por ejemplo. Así está la sociedad de mal.

                -Creo que no nos vamos a llevar del todo bien usted y yo -respondió la mula.

                -Uy, qué va. En mi familia siempre le hemos tenido simpatía a los burros. De hecho, mi padre anduvo con burros toda su vida.

                -Lo primero de todo, yo no soy un burro, soy una mula. Y, créame, uno puede andar con burros, con elefantes o con zarigüeyas, pero eso no obliga a nadie a convertirse en un asno.

                -Robert me ha contado que tiene grandes planes -intervino Vance-. Y creo que podemos jugar un papel muy interesante en ellos.

                -¿Podemos?-alzó una ceja Francis-. ¿Y quién me ha preguntado a mí?

                -Si le mostramos a la gente que hay una mula que habla -apuntó RFK Jr.-, podemos explicar que eso es una prueba inequívoca de cómo las vacunas están afectando hasta a los cuadrúpedos salvajes. Y por qué deberíamos empezar a consumir productos más naturales: leche cruda, pollo clorado, cocaína…

                -Oiga, señor mío, el hecho de que yo sea capaz de sostener una conversación no tiene nada que ver con las vacunas. No diga estupide…

                -Además -irrumpió Vance, entusiasta-, ¡a mí me han prometido un cargo de vicepresidente!

                -Ay, Dios -se lamentó Francis.

                -¿Puedo pasar?-irrumpió en la habitación alguien naranja con una gorra roja en la cabeza. Sorprendentemente, se escuchó un ruido apagado de aplausos enlatados de fondo, aunque nadie sabía de dónde procedían.

                -¡Hola, Donald! Entra, entra -le indicó RFK, sin pedirle permiso a nadie más-. Te quiero presentar a Frankie, el mulo que habla…

                -He dicho Fran… Buf, imposible -agitó la cabeza Francis, mientras bufaba con hartazgo-. Y ahora viene aquí éste.

                -Hola, Frank -saludó el candidato presidente-. ¿Qué tal?¿Eres un buen mulo americano?

                -Los animales no tienen nacionalidad, señor Trump; a nosotros no nos admiten en el registro electoral. En cambio, parece que el acceso a los documentos secretos se lo dan a cualquiera.

                -Ja, ja, qué gracioso -rio Trump-. Y además, tienes razón, ¡qué mal anda este país! Estas cosas en Rusia no pasan. Menos mal que estoy yo aquí para arreglarlo. Frank, ¿quieres que nos hagamos una foto? La puedo publicar en mi red social.

                -Eeehh… -vaciló Francis, arqueando mucho el belfo superior-. Bueno, si no les importa, pónganse ustedes del lado de mi grupa. Es que ése es mi perfil bueno.

                -Venga, chicos, vamos a hacerle caso. Sonreíd todos…

                Francis agitó la cabeza y miró al cielo como si fuera una cámara imaginaria con la que pudiera comunicarse con el resto del mundo.

                -Vaya añitos nos esperan… Bueno, al menos tenemos una ventaja: no saben distinguir un culo de una cara. Aunque sean tozudos como mulas… algo podremos hacer. Habrá que…

                -¡Oh, Dios mío!, ¿qué es ese olor?

                -Creo que viene del… de detrás de la cola del mulo, señor.

                -… usar bien nuestras armas, incluso las que son un poco pestilentes. Como mínimo, nos echaremos unas risas. Y, quizá, logremos algo más -guiñó Francis el ojo, acompañando el gesto con una sonrisa-. ¡Amigos, iremos hablando!

¿CONTINUARÁ?

lunes, 26 de mayo de 2025

Las historias cortas de mayo: cada diálogo, una historia (I)

Diálogos cortos que constituyen relatos en sí mismo. Como por ejemplo (1, 2, 3, responda otra vez)...


-¿Vas a participar en el sorteo del Día del Padre?

-No creo; el padre que tengo me gusta, y no me quiero arriesgar a que me toque uno peor.


-¿Por qué tecleas tan fuerte?

-Es para que en el escrito se oiga mejor.


-Le condujiste al lado oscuro.

-No. Sólo le ayudé a lidiar con los demonios.


-Aunque tú no me reconozcas, yo a ti te conozco, y eso que no sabes lo que has cambiado físicamente desde entonces.

-Entonces ya sabes por qué llevamos sin vernos tanto tiempo ;)


-Calle “Virgen de la Oliva”. ¿Tú crees que la virgen cabe en una aceituna?

-¿Por qué no? Si Dios es omnipresente, ¿la virgen no puede ser olivo-presente?