lunes, 25 de agosto de 2025

El relato de agosto: "Final alterado" (primera versión)

 “Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una.”

                                               George R. R. Martin. Danza de dragones

 

Basado en una idea original de @agmayan.bsky.social

 

                Todo empezó como suelen comenzar tantas cosas: de manera inadvertida, a la manera de anécdota. Dos amigos discutiendo sobre las diferentes interpretaciones del final de un libro: la discusión va subiendo de nivel, hasta un momento en que se vuelve hasta agresiva. De repente, el grupo de compañeros (un poco harto de aquella situación, porque el plan original era irse a comer unos helados) interviene y alguien pregunta:

                -Pero a ver, exactamente, ¿cuál es el final?

                Uno de los interlocutores de la discusión se lo explica. El otro replica, furibundo:

                -¡Pero no!¡Así-no-es!-pronuncia de manera muy destacada cada palabra.

                Los dos debatientes vuelven esa tarde a sus casas para recuperar el ejemplar del libro que alojan en sus respectivas bibliotecas. Al día siguiente, los dos aparecen en la reunión grupal mostrando los ejemplares que les dan la razón… a ambos.

                Como eso no es posible, los amigos miran la última página de sendos libros: y, en efecto, no se trata del mismo final.

                -¿Pero esto qué es?¿Una errata?-pregunta una chica.

                -No sé si una errata puede consistir en varios párrafos -argumenta otra.

                -Me está empezando a recordar a la historia de “La naranja mecánica”. Eso de que el libro original tenía un último capítulo adicional que el editor borró y que, según el autor, cambiaba todo el sentido de la historia. De hecho, Kubrick hizo la película a raíz de esa versión amputada, de la que el escritor siempre renegó.

                -A ver, no nos desviemos del tema. ¿Cuál es el libro “de verdad”?-intervino uno de los contendientes en la discusión-. O dicho de otra manera, ¿cuál es la versión “buena”?

                -Esto ¿dónde se mira?¿En Internet o…?

                -En Internet te puedes encontrar cualquier cosa. Le preguntas a ChatGPT y te da dos finales alternativos. Mejor vamos a una biblioteca.

                Pero ahí es cuando llegó la sorpresa mayor: porque encontraron las dos versiones del mismo libro. Aparentemente la misma edición, misma portada, todo igual… salvo el final modificado.

                -Gente, esto sí que hay que subirlo a Internet. Debe de haber más gente que lo haya visto. Y, si no, esto tienen que saberlo.

                La cuestión es que, cuando la verdad emergió (a través de redes sociales primeros, y luego foros, tertulias, programas de televisión), se dieron cuenta de que no se trataba exclusivamente de ese libro o de aquella edición. Afectaba a un gran número de textos: volúmenes que habían empezado a aparecer y que tenían versiones duplicadas, donde la única diferencia era el final. Las editoriales decían desconocer el origen de aquel fallo, si se trataba de un error de impresión o de una modificación intencionada. En algunos casos, era difícil discernir a qué textos afectaba aquel fenómeno, porque, con mucha frecuencia, la gente tardaba horas en darse cuenta de que aquellas dos narraciones tan distintas que estaban comparando eran, en realidad, el mismo libro, sólo que con una conclusión tan reformada que parecían dos historias diferentes.

                En otras ocasiones, en cambio, eran los propios autores los que contribuían a la confusión, ya que, al ser interrogados por el asunto (que solía iniciarse con la pregunta: “¿cuál es el final de verdad?”), los escritores contrarreplicaban -incluso con cierto cálculo-: “¿Cuál te ha gustado más a ti?”. De hecho, no era raro que editores y agentes jugaran al despiste, sabiendo que la gente iba a comprar el doble de libros, tratando de desentrañar cuál era el punto y final auténtico. Aquello fue particularmente caótico en el caso de ciertas sagas con un fandom muy acusado, pues buena parte de las discusiones se centraron en cuál era el final oficial que debería incluirse en el canon de los libros, o si esas discrepancias (en ocasiones sutiles, en otras de calibre más grueso) iban a influir a la hora de plantear las secuelas de las diversas tramas.

                Aquello empezó a afectar no sólo a los libros modernos, sino también a los clásicos; en algunas circunstancias (con libros muy desconocidos de los que pocos eruditos recordaban los detalles), tuvo que recurrirse a expertos en literatura de variados campos para tratar, al menos, de fijar un texto definitivo que pudieran seguir los estudiantes. En otras ocasiones, como con el último párrafo del Quijote, hubo arduas discusiones -sobre todo entre la escuela europea y la americana- sobre si el nuevo era o no mejor final. Con el tiempo, llegó a haber versiones duplicadas de las páginas relativas a las sucesivas obras, en enciclopedias físicas o digitales. Durante meses, se extendió el temor a que esto afectara también a los productos audiovisuales, y de repente se duplicaran películas y series, modificando completamente el sentido de los spoilers, y abriendo divergencias infinitas e irreconciliables entre los fans

                Sin embargo, con lo que más se terminó de volver loco todo el mundo fue con la declaración, desde una organización desconocida (y hasta entonces secreta) que proclamó que la culpa de las variaciones entre los libros era cosa suya y que aquello, lejos de ir a menos, iba a continuar.

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