"Me encontré tres personajes en el metro realmente curiosos.
El primero me lo encontré
en las escaleras mecánicas, bailando. Literalmente. Subiendo, bajando por las
escaleras mecánicas, daba igual el sentido que tuvieran, hacia arriba o hacia
abajo. Llevaba una camiseta en la que ponía “Elvis”, una gorra con la visera
hacia atrás donde ponía lo mismo, y llevaba el volumen de su walkman tan alto
que se escuchaba por todo el metro, y cuando digo por todo el metro, es por
todo el metro. Y mientras bailaba, iba cantando “So special!”, con el mismo
tono de barítono que un gato siendo aplastado por la rueda de un camión. Yo me
dirigí hacia mi andén. Él, en cambio, siguió bailando.
Luego, llegué al andén.
Como al poco tiempo llegó mi amigo, el stereospecial (así acordé conmigo misma llamarle a él), busqué refugio en un banco para que no se sentara a mi lado, y
por eso, me coloqué al lado de un ejecutivo. Sin embargo, nada más me senté en
el banco, me di cuenta de que algo extraño sucedía. Era el olor. Un olor
terrible, nauseabundo. Entonces, giré la cabeza, y me di cuenta de que el
ejecutivo era en realidad un vagabundo disfrazado de ejecutivo. ¿Que en qué se
le notaba? En casi nada. Leía el Financial Times, el nudo de la corbata estaba
perfecta, la diferencia quizá estribaba, aparte de en el olor, en que sus
zapatos no tenían suelas, ni tampoco tenían cordones. El tercer personaje
extraño de aquel día fue un borracho que daba tumbos en el andén, cada vez que
intentaba sentarse, montaba su particular espectáculo de equilibrismo. Vaya cosas
que se encuentra una por Madrid, medité.
Cuando me subí en el
vagón, quise ver cuál de los tres se subía conmigo. El borracho no lo hizo:
estaba demasiado ocupado tratando de sentarse. El ejecutivo-vagabundo, tampoco.
Andaba entretenido con una columna del Financial Times. Y en cuento al
stereospecial, bailando, tampoco subió.
Para qué iba a subir, si
todavía no había terminado su número".
Este mes ha sido un poco anómalo en cuanto a los temas habituales de las entradas, y me ha quedado pendiente de ofreceros una recomendación literaria y una historia real (aunque esta del metro sea verídica); no os preocupéis, ya las recuperaremos. Un saludo.
Este mes ha sido un poco anómalo en cuanto a los temas habituales de las entradas, y me ha quedado pendiente de ofreceros una recomendación literaria y una historia real (aunque esta del metro sea verídica); no os preocupéis, ya las recuperaremos. Un saludo.
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