Historias del metro (17)
Un caballero
En el andén del metro de la estación de Pío XII, me encontré un hombre a mi lado, sentado. En circunstancias normales, no me hubiera fijado en él. Tenía aire de ejecutivo y leía El País. Pero para ojos observadores, siempre hay una segunda lectura.
Porque cuando me senté a su lado, me fijé en varias cosas. Su ropa, pese a ser muy elegante, fallaba de alguna manera extraña, quizás en la combinación, por ejemplo, una cosa tan sutil se supone que los calcetines tienen que ser una prolongación del zapato, y en este caso lo eran del pantalón. Además, el periódico era atrasado, de varios días. Y sobre todo, una cosa que sólo podías detectar si te sentabas al lado: un profundo y nauseabundo olor.
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