miércoles, 1 de enero de 2025

Los libros de enero: contra la opresión y el fascismo

 -La guerra de los pobres, de Éric Vuillard. El autor nos narra, en este ensayo corto, agudo como el filo de un hacha, y contundente como cada uno de los golpes de este instrumento, la historia de Thomas Müntzer, un reformador y teólogo alemán que, inspirado por figuras como Lutero o Jan Hus, pidió un evangelio que retornara a las esencias y a la protección de los más pobres, y de ahí pasó a la abierta rebeldía contra las figuras de los nobles alemanes y la desigual distribución de riqueza de su entorno, llamando incluso a la revolución violenta de los campesinos contra sus señores. Una lectura intensa acerca de los revolucionarios que parten de los principios más básicos, y se atreven a enfrentarse a fuerzas que se hallan muy por encima de su capacidad.
Imagen de Monticello, la casa de Jefferson en Charlottesville (Virginia), hecha cuando estuve por allí.

-Mi Monticello, de Jocelyn Nicole Johnson. Para entender esta novela hay que comprender primero el lugar donde está ambientada. Charlottesville es un pequeño pueblo en Virginia donde vivía Thomas Jefferson (el tercer presidente de EEUU, y autor de la Declaración de Independencia), cuya casa, denominada Monticello, fue y sigue siendo un modelo de referencia para toda la arquitectura norteamericana posterior. En esta historia, la protagonista, mujer, negra, descendiente de una esclava que tuvo hijos con Jefferson -este episodio histórico es real- vive en un futuro no demasiado lejano donde la civilización ha empezado a derrumbarse, y gente muy parecida a los seguidores de Trump merodean, con sus camionetas, sus armas y sus actitudes nazis, asolando todo a su paso. Un grupo de refugiados, incluyendo nuestra protagonista, deciden esconderse en Monticello, a la espera del siguiente paso. La novela está escrita desde la sensibilidad interior del personaje principal (de hecho, a ratos da la sensación de que tiene poca intención de seguir una narrativa estructurada, o de explicar ciertas cuestiones de manera concreta), y desde luego lo que mejor logra es la atmósfera de sociedad derrotada, pero cuyos miembros se cuidan mutuamente mientras sea posible. En muchos sentidos, recuerda mucho a La parábola del sembrador, de Octavia E. Butler, autora (también mujer y negra) la cual consiguió crear en los años noventa una distopía tan cercana a la visión actual que tenemos del futuro -con su cambio climático, una sociedad que colapsa, y una sensación continua de "sálvese quien pueda"- que da un poco de miedo, y más cuando la adolescente protagonista cree que fundar una nueva religión es la única manera de formar un colectivo que haga frente a la nueva situación. "La parábola del sembrador" es la primera de las novelas de una saga que quedó inacabada con la muerte del autora, pero se ha convertido en una referencia de la novela postapocalíptica de todos los tiempos.

Y aquí viene uno de los motivos por los cuales "Mi Monticello" me ha llamado tanto la atención. Charlottesville es un oasis en el lugar donde está localizado -un sur mayoritariamente blanco donde es habitual encontrar pueblos pequeños en cuyo bar principal hay una bandera confederada adornando la pared-. Es una ciudad universitaria, cosmopolita, repleta de extranjeros y de mentalidad muy abierta y tolerante. Fue precisamente por eso por lo cual los zombis ignorantes que siguen a Trump (vamos a llamarles por su nombre: nazis) decidieron montar una manifestación allí, donde un descerebrado atropelló a una chica y, por supuesto, el aún más descerebrado de su jefe salió a defenderles. Por eso precisamente, el asalto a Monticello (en la ficción) o a Charlottesville (en la vida real) nos recuerda que el Estados Unidos que nacerá en unos pocos días se va muy probablemente a convertir en todo lo contrario de lo que dice su esencia. Y quién sabe cuánto más durará ese sueño de Jefferson de una ciudadanía que escoge libremente a sus representantes. No se me escapa que buena parte de culpa la tienen esos idiotas que no leerán un libro ni aunque les aticen con él. Por eso, desde esta cuenta, vamos a seguir recomendando libros: porque no sabemos si nos comerán los monguers o los fascistas (ahora mismo, son lo mismo), pero vamos a seguir defendiendo ciertas cosas hasta el final. Y, desde luego, no nos van a pillar con los brazos cruzados; ni, por supuesto, sin luchar hasta el último aliento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario