Esta campesina china recorrió una enorme distancia para llevar alimento, en la dura estación del invierno, a su marido, el cual se encontraba trabajando en la ciclópea construcción de La Gran Muralla, erigida por orden de Quin Shih Huang-Ti, primer emperador de China, el cual acababa de unificar diversos territorios bajo el emblema de una misma nación. Pero esta impresionante muralla (la cual sería elegida, años más tarde, una de las Nuevas Maravillas del Mundo Moderno), debido a los descomunales costes tanto materiales como humanos que estaba costando al pueblo, llevaba a la acumulación del rencor, y del miedo, por parte de los súbditos chinos respecto a su nuevo país, así como a sus gobernantes.
Cuando Meng Tiang llegó a su destino, su marido había muerto el día anterior a causa de un derrumbe. Su cuerpo, en un mundo antiguo donde no debe malgastarse nada, fue empleado como masa para la construcción de una parte de la misma muralla responsable de su muerte. La leyenda dice que Meng Tiang lanzó un alarido de angustia tan doloroso que rajó de parte a parte la zona del muro donde se encontraba el cuerpo de su marido, formándose una gran grieta que jamás se pudo recomponer.
Meng Tiang simboliza que, detrás de casi toda gran obra, detrás de la mayoría de las maravillas, hay un trabajo de esclavos, y mucha muerte y mucha sangre y mucha lágrima y mucho sufrimiento que lamentar.
Como dijo cierto autor, sólo si el crimen es lo suficientemente grande, ganas el derecho a que te erijan una estatua.
Siempre me han interesado los personajes olvidados, y en este blog le dedicaremos la atención a ellos de vez en cuando. También me fascinan aquellos cuyo nombre se ha perdido en los velos de la historia. ¿Conocéis personajes que requieran ser recordados más a menudo?¿Hay algún personaje que os apasione pero del que las crónicas no han registrado su nombre? Si creéis que tenéis algo interesante que aportar, contactad conmigo a través del blog o las redes sociales para comunicármelo, y veremos cómo sacar esta historia a la luz.
ResponderEliminarEstupenda iniciativa. ¡Sigue así!
EliminarPues sí...pienso en ello al admirarlos.
ResponderEliminarQué historia más triste emi...aunque confieso que por unos segundos...al imaginarme cierto paraje he salivado y se me han puesto los dientes largos...nada, ha sido un tris...yo en siléncio nose tenerlos y estoy en clase.
Y mira, se me ha estropeado la lavadora y me he acordado de todas esas mujeres que antaño parían hijos como churros y se pasaban la vida paseando de casa al rio con la tina de ropa en la cabeza para lavar...