Cavalli di Bronzo
A veces elaboro complicadas apuestas junto con mi musa
favorita en la que, como suele decirse, lo importante no es ganar o perder,
pues acabamos ganando ambos. En este caso, el reto (y el pago de la apuesta)
era similar al que dio origen a otro magnífico cuento corto, "Astrabudúa":
íbamos por un trayecto en este caso de tren -y en esta ocasión concreta, en la
línea Circumvesubiana que realiza una circunferencia alrededor del Vesubio,
pasando por las ruinas arqueológicas de Pompeya y Herculano-, uno elegía las
estaciones pares, el otro las impares, y el nombre de parada más largo ganaba.
En esta apuesta particular vencí yo, y el nombre de la parada era "Cavalli
di Bronzo". Como el relato me resulta evocador a la par que íntimo y
delicado -y, por supuesto, muy especial-, os lo regalo a vosotros también como
historia corta de este mes. Espero que os sorprenda tanto como a mí:
Escuchando a ese grupo de escolares y su profesora
explicarles los ocultos significados de los relieves tallados, los primitivos
graffitis e incluso los dibujos más obscenos y explícitos de los lupanares, se
le escapaba la sonrisa por la comisura de los labios.
A la chavales les sorprendía que hubiese gente capaz
de saber lo que significaba una mano puesta así o asá, o un cuenco de
determinada fruta, o un nombre en una pared concreta, pero para ella era tan
claro como una señal de ceda el paso o un cartel de ATM. "Y aún se creerán
ellos modernos, con sus siglas y abreviaturas y el lenguaje coloquial ".
Pero durante eones, el ser humano ha hecho una y otra vez lo mismo, crear
sublenguajes, localismos y, simultáneamente, globalizarse, en bucle, una y otra
vez. María los había visto casi todos, y a veces, juguetona, había
intervenido en ellos, sólo porque le gustaban las lechuzas o para que en
la oscura edad media pusiesen pintarse cuerpos desnudos como abierta rebelión a
la cristiandad.
Sin embargo, se daba cuenta de que la memoria
simbólica era cada vez más efímera, y menos curiosa. Cuantos más medios tenían
a su alcance, menos interés en saber. Así ocurría que en la parada donde
esperaba el tren, nadie se preguntaba por qué se llama caballo de bronce, si no
hay ninguno a la vista ni nada que se le parezca. Ella sí sabía la historia de
los dos caballos gemelos de reyes que se situaron en la plaza del plebiscito,
cuando este rincón del Circumvesuviano fue sede de una importante
fundición napolitana que se puso a funcionar en lo que era un palacio digno de
altos cargos de la iglesia y la nobleza. Ella recuerda el escándalo con la
industrialización y lo feliz que le hizo el pequeño homenaje a Pulcinella que
salió de allí*. A.veces se siente triste cuando ve lo que ha vivido, pero le
puede la curiosidad por el futuro, que nunca le decepciona. Ahí llega el tren,
es hora de migrar hacia el norte, después de dos siglos allí. No debió
quedarse tanto, pero Nápoles tiene un sabor especial.
*Como detalla la propia historia, en la Plaza del Plebiscito en Nápoles hay dos caballos de bronce y, detrás de ellos, un palacio que acabó sirviendo como espacio para una fundición donde se produjeron tanto los dos caballos de bronce de la plaza (los cuales dan nombre a una estación de la línea de cercanías del Circumvesuviano) como una estatua de Pulcinella o Polichinella, el célebre personaje de la Comedia del Arte.
*Como detalla la propia historia, en la Plaza del Plebiscito en Nápoles hay dos caballos de bronce y, detrás de ellos, un palacio que acabó sirviendo como espacio para una fundición donde se produjeron tanto los dos caballos de bronce de la plaza (los cuales dan nombre a una estación de la línea de cercanías del Circumvesuviano) como una estatua de Pulcinella o Polichinella, el célebre personaje de la Comedia del Arte.
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