-El jugador (Rupert Wyatt, 2014), una película que recuerda al libro homónimo de Dovstoievski sobre la adicción al juego, aunque en muchos sentidos lo supera. El protagonista (interpretado por Mark Wahlberg) es un profesor universitario que cree que las cosas son blancas o negras: o se tiene éxito de manera arrolladora o se fracasa. Esto, por supuesto, cuando se trata de los casinos, le lleva a situaciones límite en las que se esfuerza en enredarse cada vez más. Atrapado por varias deudas que ponen en peligro su vida, este antihéroe tensará las relaciones con sus deudores (entre ellos, los que representan John Goodman y Michael K. Williams), su madre (Jessica Lange) y varios alumnos (incluyendo una brillante pupila a la que caracteriza Brie Larson). Los diálogos están muy bien trabajados (sobre todo las escenas en las que participa Goodman, especialmente conforme se acerca el final) y delineados con mucha inteligencia, mientras que todos los actores (hasta Wahlberg) están muy bien. Quizá sólo se eche un poco de menos que la subtrama con Brie Larson quede mejor resuelta.
-Callejón sin salida (John Cromwell, 1947; no confundir con la de Roman Polanski de 1966) parece, de inicio y por los carteles promocionales, la típica peli de cine negro que en que Bogart ejercía de matón de medio pelo. Pero no: como si fuera un teatro, te plantea un escenario muy especial (la época en que surgían edificios lujosos en el Upper East Side de Nueva York que lindaban con barrios miserables y casas de pobres; por supuesto, ese lugar ya no existe, pues todo se ha gentrificado), y te relata, de una manera costumbrista, las dramas y miserias de un contexto social muy complicado, como si con una fotografía del momento pudieras diseccionar la evolución de los personajes hacia el pasado y el futuro. Con un uso estupendo de la escenografía y del cruce de las tramas, aunque la película sea predecible en algunos aspectos, resulta sorprendente en otros. En ese sentido, un descubrimiento muy especial.
-Quiero tener una ferretería en Andalucía (Carles Pratts, 2011). Ya en este blog hemos tratado el tema (a través del libro "Entre limones") de esa extraña fascinación que tienen algunos británicos por el sudeste de España, que les lleva a cambiar de lugar de residencia y de vida. El documental "Science Fiction", que habla de las andanzas de Laurence Burton (alias "el indio") en el desierto de Tabernas incide en este aspecto, aunque más por el lado sórdido (a veces parece que el aludido huye de su propia existencia, más que buscar otra nueva). Pero el documental de precioso título que nos ocupa explora el lado luminoso: cómo Joe Strummer, el líder de la banda de punk británica The Clash (conocida por éxitos como London Calling) cambia el Londres urbano por el sol infinito y la vida tranquila de Almería, estableciendo su cuartel general entre San José y Granada. El film ofrece varios aspectos interesantes: la personalidad amable de Strummer (en contraste con el aire agresivo que, por sistema, parecía que debía ofrecer un artista punk), su búsqueda del anonimato, su carácter sencillo, y sus extravagancias con un punto poético, así como las variopintas reacciones y perspectivas de los que le rodean, incluyendo habitantes locales que no se pueden creer que delante de ellos esté el cantante de The Clash. Muy original y sorprendente.
-Marvel, 1602. Neil Gaiman (como comentaremos más adelante en un podcast que estamos deseando mostraros) le ha dado a todos los palos. En la novela gráfica, se sacó de la manga (o le encargaron: no le tengo muy claro) esta historia que básicamente coloca a los personajes de Marvel en la Inglaterra isabelina. Lo más interesante es intentar descubrir bajo qué efigie se representa cada uno de los personajes míticos de la franquicia de superhéroes, gracias a lo cual le perdonamos que ciertos recursos se los saque un poco de la manga. A nivel visual, estupendo. La trama, muy bien hilada -parece mentira que Marvel no se ambiente de normal en esta era-.
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