Si en posts anteriores hablamos acerca de libros y películas relacionados con el mundo de la gastronomía, colgamos aquí una nueva entrada acerca de films, series y programas televisivos donde el gusto, el aroma y el sabor juegan un papel fundamental, y donde ha colaborado Cris Kitchen a la hora de aportar recetas que mariden bien con la programación audiovisual. Un picadito de historias, que esperemos que hagan las delicias de la mayoría y, sobre todo, os despierten el apetito suficiente como para solicitarlas en el menú:
Esto es lo que entiende Dall-E como una receta de cine. ¿Qué os parece?¿Os inspira alguna película concreta?¿Os da hambre? Y, sobre todo, ¿qué narices creéis que es?
-Los franceses siempre le han dado mucha importancia al arte del buen comer, y no es raro que hoy muchas de las recomendaciones que servimos hoy sean de procedencia gala. Delicioso realiza una especulación (a partir de hechos históricos distorsionados) sobre el origen de los primeros restaurantes, y reflexiona sobre las diferencias entre clases que, en la vida real, motivaron la aparición de los mismos. Resulta tan gustosa como sofisticada. Vatel, por otra parte, pretende recrear el ambiente de los grandes banquetes de la aristocracia y monarquía pre-revolucionarias a partir de la figura del mítico cocinero Vatel, a cuya tormentosa historia dan una vuelta -casi se diría que una excusa-. Aunque se trata sobre todo de un espectáculo para la vista, no deja mal sabor de boca. La cocinera del presidente también se basa en hechos verídicos, en concreto en las vivencias de quien fue la cocinera a cargo de las papilas gustativas de François Miterrand, una pesada responsabilidad que la protagonista se toma con absoluta seriedad y dedicación. El chef, la receta de la felicidad, en contraste, se trata de una comedia sencilla y sin demasiada capas acerca de qué aspectos de nuestra existencia definimos como prioritarios. No es para tirar cohetes pero sus actores (entre otros Jean Reno) le insuflan una cierta vida. Finalmente, La brigada de la cocina abandona los fogones de los restaurantes más exclusivos y extrae una lección social a cuenta de los MENAs que probablemente los franceses, tal y como está la cosa, necesiten como el comer.
Para ver algunas de estas películas, sugerimos preparar antes un sabroso hachis parmentier elaborado con confit de pato que (experiencia personal) sabe de rechupete.
-A mí Pig me ha sorprendido. Te cuentan que la historia se centra en cómo a Nicholas Cage le han robado su cerda trufera y va en busca de los raptores, y te imaginas cualquier cosa. No obstante, la película te sorprende, y no sólo porque no sea la matanza que prometía (tiene un par de escenas duras, pero literalmente un par, y no demasiado terribles). Se trata ante todo de un relato frágil, delicado, cuidadosa y esmeradamente emplatado para que ahondemos en por qué es tan importante la comida y qué relación tiene con la parte más valiosa de nuestras vidas. Y probablemente, además, atesora la mejor interpretación de Cage en los últimos años. Yo, sinceramente, me atrevería a degustarla.
Para acompañar esta película, recomendamos un plato bien cargado de trufa. Sí, sabemos que la trufa está cara en el mercado (si os interesa, os podemos recomendar gente que la trabaja), y además os decimos que ha de ser fresca (congelada pierde completamente el aroma, el cual constituye el valor diferencial de este alimento; otros métodos de conservación pueden servir, pero no igualan ni mucho menos al producto recogido unos pocos días antes. Por cierto, ya no se emplean cerdos: un perro -en realidad, perra- funciona mucho mejor). Lo ideal es mantener la trufa en un recipiente cerrado durante unos cuantos días con un producto con alto contenido en grasas, el cual absorba su aroma: lo clásico es hacerlo con huevos. Tras 2-3 días, preparar los huevos al gusto (se aconsejan fritos, y rayando trufa al gusto por encima). Para amantes de los olores sofisticados.
-Las series también han tocado el mundo de la restauración. Para paladares acostumbrados a sabores fuertes, Hannibal es toda una experiencia culinaria (tratándose de un psiquiatra caníbal, podéis imaginar que abundan los platos que dicen mucho; si habéis sido capaces de sobrevivir a eso, también os recomendaría que os paseéis por la película Estómago). Para comensales más sensibles, yo recomiendo especialmente Midnight Tokyo Stories, una serie de Netflix centrada en uno de esos pequeños locales de comida sencilla tan abundantes en Tokyo, donde el cocinero protagonista promete prepararte el plato que quieras siempre y cuando tenga los ingredientes. Punto de partida que sirve de base para una serie de historias entrecruzadas que contemplan los aspectos más íntimos y personales los entrañables parroquianos de este bar. Prometo bocados dulces, tiernos, que te dejarán con una sonrisa en los labios, y ganas de pedir más.
No somos expertos en cocina japonesa (menos aún en el canibalismo). ¡Más bien al contrario, agradeceremos sugerencias (sobre el canibalismo no, claro)! De hecho, nos encantaría viajar a Japón en los próximos años... y alguna recomendación culinaria no nos vendría nada mal. ¡Aregato ya por adelantado!
-Somebody feed Phil. No soy muy de programas de televisión relacionados con el mundo de la cocina, pero en este caso, la figura de Phil Rosenthal (productor de "Todo el mundo quiere a Raymond"), un individuo bonachón, adorable, al que has de querer casi por decreto, paseándose por medio mundo mientras ruega que le den de comer, y poniendo cara de exaltación cada vez que prueba un bocado, es para enamorar a cualquiera. Además, el programa sirve de excusa para reflexionar sobre el lado geográfico, histórico, social (y por supuesto culinario) de cada uno de los lugares que visita. Os recomiendo especialmente el programa sobre Madrid, donde el equipo de Phil descubrió que la riqueza gastronómica de un país no tiene por qué residir en un restaurante cinco estrellas, sino simplemente en un bar aleatorio donde un sencillo plato de gambas al ajillo te puede dejar muerto en el sitio.
Cuando Phil viaja por el mundo, suele visitar a chefs de renombre; pero en cambio, cuando lo hace por Estados Unidos, suele acudir a lugares de toda la vida, quizá porque conoce mejor a los cocineros y el producto que está degustando. En ese sentido, pocas combinaciones de especialidades locales nos parecen más apetitosas que las de Nueva Orleans. El restaurante Gumbo, ubicado en Madrid (os podéis fiar de él: van norteamericanos auténticos), no sólo nos ha deleitado con estupendos platos, sino que, además, gracias a que de vez en cuando publican sus recetas, nos permitió construir nuestra versión particular de la sabrosa sopa denominado gumbo (aunque da la impresión de que las instrucciones de este plato en particular han desaparecido de la web, que no del restaurante; en todo caso, recomendamos ir igualmente, porque mejor versión que ellos no la vais a cocinar).
-Si os gustan los concursos, tengo la satisfacción de mencionar un programa de cocina poco conocido en España, aunque sí que nos ha llegado su emisión (no sé si ahora mismo se podrá encontrar por Internet; espero por vuestro bien que sí). Se trata de Sabotaje en la cocina, una competición televisiva estadounidense donde los protagonistas son obligados a cocinar recetas -en apariencia sencillas- bajo condiciones imposibles, como trabajar en cocinas diminutas, carecer de los más elementales ingredientes, o tener que sortear toda clase de imprevistos en mitad del proceso. No tiene nada que ver con ninguna de las historias que hemos comentado antes pero, al disfrutarlo, cabría pensarse que escritores y guionistas como Tarantino, Agatha Christie o George R.R. Martin forman parte del elenco del show.
No os vamos a sugerir ningún plato especial con esta recomendación porque ya bastante complicado está cocinar por culpa de la inflación y el precio de algunos productos esenciales: eso sí, pensad que una tortilla de patatas, aunque salga mal, siempre puede convertirse en unos excelentes huevos rotos. Incluso aunque haya que sacrificar la cebolla (a muchos no les supone un problema) si sospechamos que la receta va a terminar en desastre.
Bonus (a modo de postre): La comida de Big Bang Theory. ¿Os habéis fijado en
que -a pesar de que no es una serie que trate primordialmente ese tema- buena parte de las escenas de la serie “Big Bang Theory” transcurren durante almuerzos o cenas y, sin embargo, casi ninguno de los personajes pega bocado? Sea por no
interrumpir los diálogos, o porque queda mal ver a alguien en primer plano con
un trozo de espinaca entre los dientes, lo cierto es que alguna vez nos hemos
preguntado si las viandas que les ponen a los protagonistas son de plástico (como sí que ocurre, por ejemplo, en las películas de Harry Potter, ya que, por lo visto, la multitud de repeticiones convertía el olor a comida en un infierno).
Aunque, al observar algún mordisco aislado, uno empieza a pensar que más les
vale que no.
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